El tigre mueve la cabeza y te ve con sus dulces ojos desde el espejo de tu tedio. Prendes la tele. Ves las rayas del felino: intraducible sintaxis. El tigre lame sus patas de alfombra persa.
"Tienes una llamada", te avisan desde la sala. Puedes ver el colmillo viril del tigre asomarse tras el terciopelo de su lengua. ¿Quién como tú reconoce tan bien al tigre que a veces reposa en la espalda de la luna?
Levantas el auricular. Es el llamado de la selva. Del otro lado está Carmelino, un trailero de voz golpeada, un perfecto desconocido. "vengo de Guerrero, voy p´al gabacho...y pos me dieron su teléfono...".
Tomas nota de una calle desolada, de una esquina perdida, de un escondrijo de malandrines y bodegas atestadas con partes de autos robados y pacas de mariguana. Le dices a tu madre: "no tardo". Mientes: "voy a surtir la despensa". Enfilas hacia el latido de la aorta. El tigre aguza el olfato. Sale a toda velocidad. Tú lo sigues. Cantas.
El tigre pasa su reseca lengua por tu espalda húmeda, por tu cuello aperlado. Encuentras el trailer azul en la margen norte de un arroyo de aguas negras.
Bajas del Cutlass con pasos inciertos. Afuera es Monterrey. Más allá es Monterrey y sus portentosas ruinas. Subes el peldaño de un salto. Ahora no eres más que el tigre que asedia un sueño canicular. La portezuela se abre y asoma un olor a vainilla y sobaco. Carmelino, el desconocido reconocible, te da la mano desarmada: "Pensé que no venía, compa". De un tirón te sienta a su lado.
Luego hablan. La mano del tigre rasga el cristal polarizado del Kenworth. Luego se besan con dentelladas ponzoñosas. La cola del tigre azota el peluche amarillo del techo y la imagen de la Guadalupana "Cuídame Virgencita". Luego hacen el amor. El tigre recobra el fulgor de las bestias cuando son invisibles y rondan a los fugitivos. Luego, como a las once, Carmelino dice "se hace tarde, compa, y me traen bien cortito; yo le hablo cuando regrese". Se vuelven a dar la mano desamparada. El potente claxon del trailer azul te revienta el corazón. El tigre duerme, por fin, en el asiento trasero de tu coche. Hoy es 1 de diciembre, día mundial de los hombres y el sida. Con algo tenías que celebrar tu famosa chingadera. Salud.