LETRA S
Diciembre 7 de 2000
Foro 2000: reactivar la movilización social contra el sida, el reto
 
 

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ALEJANDRO BRITO

 

El sida puede ser tan desestabilizador para un país como cualquier guerra, pero a pesar de la grave amenaza que representa, en América Latina no ha tenido la respuesta que debiera de acuerdo a su magnitud, señaló Peter Piot, director ejecutivo del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/sida (Onusida), en el Foro 2000 celebrado en Río de Janeiro el pasado mes de noviembre. Al evento sobre sida asistieron cerca de 3 mil representantes, especialistas y activistas de más de 40 países de Latinoamérica y El Caribe, región en la que se calcula viven 1.6 millones de personas con el virus.

En la inauguración del Foro, amenizada por el cantante brasileño Ney Matogroso, el director del Onusida advirtió que mientras el sida siga ausente de las agendas de los jefes de Estado latinoamericanos va a resultar difícil hacer algo y señaló que la urgencia y el desafío mayor a enfrentar es el trabajo de prevención en la población homosexual, la más afectada por la epidemia. Más de 40 por ciento de los casos de la región se ubican en esa población. "Un joven homosexual latinoamericano tiene más de 50 por ciento de probabilidades de infectarse", ilustró Piot.

 

Pacientes de primera y de segunda clase

Como ya se ha hecho costumbre en los eventos internacionales sobre sida, el tema de los medicamentos fue el centro de la atención y de los debates, en particular el polémico tema de las leyes de patentes. Como se sabe, desafiando a la gran industria farmacéutica, el gobierno brasileño produce sus propios medicamentos antirretrovirales en los laboratorios estatales, lo que le ha permitido abatir los costos de manera drástica, y gracias a ello suministrar los costosos tratamientos al 100 por ciento de los 90 mil pacientes diagnosticados con sida. La fabricación de 8 de los 12 medicamentos utilizados le ha permitido a ese país reducir hasta 70 por ciento el gasto anual en tratamientos. De los 10 mil dólares anuales gastados por tratamiento en otros países, el gobierno brasileño sólo eroga 4 mil. Gracias a la política adoptada de acceso universal a los tratamientos, se ha logrado reducir 50 por ciento la mortalidad por sida y 70 por ciento la transmisión del VIH de la madre al bebé. Lo que significa en términos generales un ahorro de 289 millones de dólares en el tratamiento de ese padecimiento. Brasil va a la vanguardia en la lucha contra el sida en el continente, aseveró José Serra, ministro de Salud de ese país, al dar a conocer las cifras anteriores en la sesión inaugural del evento.

Por su parte, Eloan Pinheiro, del ministerio de Salud brasileño, en la sesión sobre el impacto de las leyes de patentes afirmó que "el monopolio de las patentes ha sido un impedimento para reducir precios de los medicamentos". La propiedad de las patentes, de los productores de antirretrovirales, añadió, tiene que estar sujeta a las necesidades de la salud pública de los países de la región y de ninguna manera puede estar por encima de los derechos ciudadanos de los portadores del VIH. Y recordó que la mayoría de las legislaciones en vigor establecen la posibilidad de quebrantar las patentes en caso de emergencia de salud pública o por prácticas abusivas en cuanto al precio de los productos. Al respecto, una persona con VIH del público preguntó: "¿Por qué no encaramos la patente de los medicamentos como patrimonio de la humanidad?"

Como se sabe, el elevado costo de los medicamentos antirretrovirales es el gran obstáculo que impide a la gran mayoría de personas infectadas por el VIH acceder a las terapias contra el sida. En el mundo, sólo 5 por ciento de ellas reciben algún tratamiento, lo que ha creado una situación injusta, intolerable para muchos. "Si no hay tratamientos de primera y segunda clase, no debe haber pacientes de primera y de segunda", afirmó categórico el epidemiólogo Pedro Cahn. En América Latina, sólo Brasil, Uruguay, Argentina y Costa Rica dan los tratamientos de manera gratuita al 100 por ciento de los pacientes con VIH/sida.

Los caminos que se han seguido para reducir los precios de los medicamentos son variados. En Argentina se ha logrado por medio del estímulo a la producción y la competencia privada. ("Aunque eso no los ha hecho más accesibles", según el activista Javier Hourcade, ya que se ha dado una contracción de la producción y por tanto un problema de desabasto.) Y en Chile la exención fiscal y la supresión de impuestos sobre importación de antirretrovirales ha permitido ampliar 20 por ciento la cobertura de esos medicamentos.

Lo ideal, se dijo en el Foro, es negociar la reducción de precios con los productores, crear un fondo regional para la compra de medicamentos (sobre todo para apoyar a los países más pobres), y que aquellos países cuya capacidad tecnológica y productiva se los permita sigan el ejemplo brasileño de producir sus propios medicamentos.

 

Fallan los tratamientos, no las personas

El problema de los medicamentos no termina con el acceso a las terapias. El tratamiento de la infección por el VIH se complica cada vez más con la aparición de nuevas drogas de diferentes tipos y con la necesidad de "monitorear" al paciente por medio de exámenes clínicos para conocer el avance de la enfermedad y la eficacia de los esquemas de tratamiento. Y el reto más difícil es la capacidad de mutación del virus y su habilidad para desarrollar resistencias a los medicamentos. Se sabe que una vez iniciado el tratamiento, los pacientes no pueden interrumpirlo, porque se corre el grave riesgo de desarrollar resistencias al mismo. El apego a las terapias cobra entonces una importancia vital. El doctor Carlos del Río, ex director del Conasida, refirió que para mantener a raya al virus a niveles indetectables por períodos superiores a seis meses se necesita garantizar un índice de apego de 95 por ciento. Entre las dificultades para lograr el apego o adherencia a las terapias se señalaron la cantidad de pastillas diarias a ingerir, los efectos secundarios de los medicamentos y su toxicidad, y las condiciones especiales de su prescripción. Lo que llevó a afirmar al doctor Pedro Cahn de Argentina que "no son los pacientes quienes fallan a los tratamientos, por el contrario son los tratamientos los que fallan a los pacientes". Por ello, afirmó Marco Antonio de Avila, del programa de sida de Brasil, "no necesariamente necesitamos nuevos medicamentos sino nuevas presentaciones", para simplificar las tomas. Y alertó sobre el desarrollo de nuevos fármacos, que "no significan avances terapéuticos reales", ya que podrían responder más al afán de competencia.

Por su parte, el activista chileno Rodrigo Pascal expresó que muchas veces los profesionales de la salud no facilitan ni promueven el apego a los tratamientos, ya que "sus expectativas son diferentes a las expectativas de los pacientes", y esto no lo toman en cuenta a la hora de prescribir terapias y fijar horarios y condiciones de toma.

En los trabajos del Foro 2000 se percibió el desarrollo de una conciencia regional del problema. Fortalecer la cooperación técnica entre países fue uno de sus principales propósitos del evento para hacer frente a una pandemia con características muy diversas en el continente. Y eso quedó claro en las distintas presentaciones. Mientras en unos países como México, Argentina y Colombia la epidemia sigue concentrándose en la población de hombres que se relacionan sexualmente con otros hombres, en otros, como los de Centroamérica y El Caribe, la epidemia predominante es de transmisión heterosexual. En algunos países existe también una epidemia emergente entre usuarios de drogas intravenosas. Desde su inicio, la epidemia ha dejado una secuela de 185 mil infantes huérfanos en toda la región latinoamericana.

Además de diversa, la del sida es una epidemia muy dinámica. Y este dinamismo, se dijo en el evento, debe reflejarse en el diseño de las investigaciones y las estrategias. Se habló, por ejemplo, de la necesidad de incorporar al análisis los movimientos migratorios entre países y del campo a las ciudades. Renate Koch de Venezuela afirmó que la vulnerabilidad de las poblaciones al VIH/sida está íntimamente relacionada a factores macro-económicos, de distribución del ingreso y de las desigualdades de acceso a la educación y a los recursos materiales. Y el impacto mayor de la epidemia recae sobre los países más pobres como Haití, Honduras y Belize que tienen las tazas de infección más elevadas (y que por cierto estuvieron muy poco representados en el Foro). El aumento de 135 a 204 millones del número de personas en pobreza extrema en América Latina en los últimos años, realtó Koch, elevó a su vez el número de personas involucradas en el comercio sexual, en particular las niñas y adolescentes, situación que puede reflejarse en el curso de la epidemia. "La epidemia de sida se está pauperizando", alertó José Ricardo Ayres de Brasil, la población con menor escolaridad está formando parte de la notificación de los nuevos casos de sida de manera creciente, afirmó. Y enfatizó que debe darse atención especial a las categorías de género, edad y etnia por su estrecha relación con situaciones de pobreza. Carlos Roberto Faccina, por su parte, afirmó que debido al proceso económico neoliberal y al proceso de globalización, la enorme concentración de la riqueza en los grandes grupos empresariales ha obligado a ampliar el papel social del sector privado en áreas antes responsabilidad del Estado como la prevención de enfermedades y la asistencia a los más necesitados. Hemos llegado a la situación paradójica de depender cada vez más de la caridad de esos grupos para remediar los problemas generados por la miseria y la marginación.

En cuanto a la información epidemiológica, una de las demandas fue su difusión y transparencia. La información debe ser ampliamente debatida por la sociedad civil, se dijo. El activista brasileño Veriano Terto demandó una "democratización efectiva de la información".

Algunos países como Uruguay reportaron importantes avances en la prevención, sobre todo en el uso y distribución de condones. Al respecto, el programa de sida de Brasil afirmó haber distribuido 200 millones de condones masculinos y 2 millones del femenino con la colaboración de 764 organizaciones civiles. Una trabajadora sexual brasileña demando estrategias novedosas para hacer que los clientes los usen porque ellos son quienes deciden, "tienen el sexo en la cabeza mas no los condones", dijo.

Al final un consenso prevaleció: sin la movilización comunitaria y social el trabajo contra el sida no funciona. "Necesitamos reactivar la movilización social contra el sida", conminó Peter Piot, para quien el activismo político es más importante que las cifras. Tenemos una necesidad imperiosa de ampliar las alianzas con otros movimientos para lograr una mayor movilización política, afirmó el antropólogo brasileño Richar Parker, y añadió "ese es nuestro gran desafío".