DOMINGO 31 DE DICIEMBRE DE 2000
  
Ť Carlos Montemayor Ť
 
Adiós al 2000
 
El 2000 fue un año electoral. Un año de grandes cambios políticos que no antecederán necesariamente a grandes cambios sociales ni económicos. Vicente Fox estuvo en campaña electoral más tiempo que cualquier otro presidente en la historia nacional. Como gobernador de Guanajuato, anticipándose a los demás candidatos, incluso a los tiempos electorales del propio Partido Acción Nacional, Vicente Fox inició una larga campaña desde el año anterior que lo llevó al triunfo el 2 de julio del 2000. Pero se vio obligado a extender su campaña política más tiempo: particularmente desde el 2 de julio al primero de diciembre.

Casi dos años en campaña le crearon un hábito discursivo, una especie de adicción a la retórica más que a la información sobre el ejercicio de gobierno. Es difícil saber cuándo terminará en Vicente Fox la inercia de la campaña y cuándo comenzará solamente su trabajo con la realidad.

Convendrá al país, por tanto, acortar estos largos calendarios electorales. En primer término, porque representan un enorme gasto para la sociedad mexicana; en segundo, porque también representan un enorme desgaste social. Pero sobre todo, habrá que acortar la distancia entre la fecha de las elecciones presidenciales y la fecha de la toma de poder presidencial. Esto por varios motivos: primero, por la duplicación de gabinetes; luego, por los gastos que generó el equipo de transición al duplicar el gabinete presidencial; finalmente, porque surgieron vacíos de poder a lo largo de cinco meses y proliferaron señales ambiguas y contradictorias en el gabinete en funciones y en el pasado gabinete de transición. Es un útil consejo que el año 2000 deja al país.

Sin embargo, persiste una de las tradiciones más arraigadas de los mexicanos: considerar a cada nuevomandatario de la República como la salvación de México. Desde Francisco I. Madero, cada remplazo presidencial, legal o sangriento, ha estado acompañado de esta vigorosa creencia: es la hora del cambio y de la solución a nuestros problemas. Esta creencia de varias generaciones de mexicanos se acrecienta hoy por la llamada transición democrática. Vicente Fox aparece como el presidente de una nueva era, cuando en realidad es el heredero de la política económica que se inició en 1982. El gobierno de Ernesto Zedillo no fue el último de una era priísta, sino el tercero de la era que se inició en el régimen de Miguel de la Madrid, se consolidó con Carlos Salinas de Gortarí y avanzó con el propio Ernesto Zedillo.

El gobierno de Vicente Fox no es el primero de una nueva época, repito, sino el cuarto periodo de esa misma orientación económica iniciada hace 18 años. Para hablar claro, en materia económica estamos en el cuarto gobierno de lo mismo. Por ello, en la última reunión del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional efectuada en Praga, el señor Derbez, todavía como miembro del equipo de transición de Vicente Fox, aseguró al fondo que no habría cambios en la política económica de México.

Y por eso, también, quizás el líder de los empresarios alemanes, con gran entusiasmo exclamó, como la mejor frase del año que se va, que Vicente Fox, no era un hombre de Estado, sino un hombre de negocios.