MARTES Ť 2 Ť ENERO Ť 2001

Ť Ganador del Premio Ateneo de Sevilla de Novela con Bellísimas personas

Mis mejores diálogos salen de la ducha, revela Andreu Martín

Ť El escritor catalán acaba de publicar la octava entrega de su saga de Flanagan

CÉSAR GÜEMES

Con la máquina a todo vapor cambia de milenio el escritor catalán Andreu Martín: se edita bajo el sello de Algaida su libro Bellísimas personas, ganador del Premio Ateneo de Sevilla de Novela, y otro tanto ocurre con la segunda obra de Gregorio Miedo y Medio, titulada Muertos de miedo (Espasa Calpe) y da a conocer la octava novela de la serie de Flanagan, Flanagan sólo Flanagan (Anaya). Desde Barcelona responde el prolijo y prolífico autor que tiene ya en su blibliografía 50 títulos, sin ningún desperdicio.

-Entre tu más reciente novela ''dura" y Bellísimas personas transcurrió un lapso más amplio de lo usual. ƑEra por el tema que abordabas, por lo distinto que eres en esta nueva obra?

-Por dos motivos: mi dedicación a escribir para programas televisivos, que me ha chupado la sangre durante mucho tiempo, y mi dedicación a las novelas juveniles. De todas formas, creo que este libro, que empecé a documentar en el 78, cuando ocurrieron los hechos y luego realicé conforme a los plazos y anécdotas que cuento en el mismo, es el que ha precisado de más tiempo de preparación, documentación y, Ƒcómo decirlo?, mentalización. El lapso que pasó entre el ''quiero escribirla" y el ''no me queda más remedio que escribirla" fue más largo de lo normal en mí.

Los niños, público concreto

-ƑQué ocurrió finalmente con la obra?, pues según entiendo tenías editor en francés pero no en castellano. ƑCómo fue el proceso para que se viera editada?

-Tuve primero editor francés que castellano, en efecto. Yo quería vender bien la novela y me fui llevando chasco tras chasco. Algunas editoriales no la quisieron, para mi gran desesperación, y otras me ofrecían una miseria. Entretanto, Alemania y Francia, que la leyeron en manuscrito, ya tenían el contrato. Cuando decidí enviarla al Premio Ateneo de Sevilla, no obstante, tuve que parar todo tipo de negociaciones. Incluyendo las de algún editor español que, de pronto, exhibía más interés que el demostrado hasta la fecha. Tuvimos que esperar mucho, mucho tiempo, de incertidumbre. Y, al fin, gané. Bien.

-En tus novelas hay siempre un sustrato de investigación. Sin embargo, esta vez casi podríamos hablar de una novela-reportaje, o novela-verdad, como se decía hace un tiempo. ƑEsa era tu idea, apegarte más a los hechos que a la imaginación natural?

-Sí, ésa era mi idea, como cuento en el libro. La primera intención consistía en referir los hechos tal y como sucedieron exactamente. Pero, como a la protagonista Nuria Masclau, las cuestiones éticas que me asaltaron durante la redacción del libro me obligaron a crear esa otra historia paralela, ficticia, y a cambiar el nombre del asesino, y eso me metió de cabeza en otra forma de novela, distinta a la que nunca escribí, y diferente a la que pensaba escribir en un principio.

-Tienes acostumbrados a tus lectores adultos a una producción muy alta. Bellísimas personas aparece, insisto, después de un silencio novelístico y así, de buenas a primeras, obtiene el premio que conocemos. ƑDiríamos que te hacía falta un poco ese impulso o esa adrenalina de someterla a un jurado literario?

-Sí, como ya he dicho. Porque es mi hija preferida y quería que fuera bien tratada, bien mimada.

-Hay una clara disociación entre la persona que es capaz de cometer crímenes y la misma que se comporta de manera ''normal" en su entorno cotidiano, como en la novela. ƑNo debería ser así un criminal, no estamos hablando del personaje ideal?

-No sé cómo tiene que ser el criminal, porque creo que no deberían existir los criminales.

-Pasemos a Gregorio Miedo y Medio: En sentido contrario de tu producción para lectores adultos, tu bibliografía para lectores muy jóvenes se ha incrementado exponencialmente en los recientes cinco años, Ƒte ves tentado de dejar tus otras novelas para dedicarte a tus personajes adolescentes o casi niños?

-Sí, porque los adolescentes y niños son un público mucho más agradecido que el adulto. Ellos están ahí, te escriben, te escuchan, se convierten en incondicionales y en críticos. El público adulto sólo es propaganda o críticas en los periódicos, no mucho más. Cuando se escribe para niños, quiero decir, estás escribiendo para un público concreto, imaginable y materializable. Cuando escribes para adultos, sólo escribes para ti. Es una actividad un tanto onanista.

Novelas de enredo

-ƑCómo haces para cambiar de canal entre una novela dura y, por ejemplo, hablar luego de Teresa Pi o de Gregorio o del propio Flanagan? ƑEscribes en ordenadores distintos, en diferentes ámbitos?

-No, no. Escribo en el mismo ordenador, en el mismo despacho. Bueno, tengo que confesar que incluso soy la misma persona. La única diferencia reside en que al escribir para jóvenes, veo un público, que me está escuchando y que me exige. Cuando escribo para adultos, sólo tengo presente mi propia imagen.

-Parece que el binomio niños-magia se ha puesto en boga a partir de Harry Potter, Ƒno tuviste temor de que algún lector equiparara a los personajes de tu libro y los de J.K. Rowling?

-No me importa que los equiparen, al contrario, me halagaría, porque el personaje de Rowling es muy bueno, pero creo que se trata de dos personajes distintos. Aquél es un mago convencional y Gregorio no lo es, aunque él se lo crea. Mis novelas son más de enredo y las de Rowling digamos que de aventuras.

-Mantienes una producción altísima entre guionismo, obra larga y corta, traducción, cursos, en fin, Ƒcómo consigues mantener un ritmo tan trepidante?

-Me levanto por la mañana, acompaño a mi hija al colegio, leo en el viaje en Metro, escribo, escribo y escribo hasta mediodía. Como y escribo y escribo y escribo hasta que la niña vuelve del cole. Mientras paseo al perro y antes de dormirme, pienso en lo que he escrito y en lo que tengo que escribir. El tiempo de ducha también es muy fructífero. Mis mejores diálogos salen de la ducha. No hay truco.