MIERCOLES Ť 3 Ť ENERO Ť 2001

Ť Solicitarán la intervención de la CIDH y de Amnistía

Exigen abogados y familiares cese de abusos en Almoloya

Ť Cuestionan la actuación de la CNDH ante quejas por violaciones


GUSTAVO CASTILLO GARCIA III Y ULTIMA

Abogados y familiares de internos del penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez solicitarán a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y a Amnistía Internacional (AI) su intervención para que se termine con "las violaciones a los derechos fundamentales del hombre que se cometen en esa prisión", toda vez que consideraron que las actuaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) han resultado irrelevantes.

Cruz Arteaga, familiar de un presunto integrante del Ejército Popular Revolucionario (EPR), indicó que "muchas de las quejas interpuestas ante la CNDH se resuelven cuando la situación de los internos ya ha cambiado, por lo que los visitadores de ese organismo sólo se ciñen a informar a los quejosos que no existe materia para documentar las violaciones que se señalan".

Vivencias

La abogada Pilar Noriega, quien ha tenido a su cargo la defensa de varios internos de Almoloya de Juárez, aseguró que tuvo que recurrir a la CIDH, debido a que en cada una de sus visitas era sometida a revisiones en las que se le obligaba a bajar sus pantalones hasta unos 30 centímetros delante de personal de seguridad. El organismo internacional emitió una recomendación al gobierno mexicano que ha sido cumplida. Pero cuando interpuso la queja ante la CNDH, a decir de la litigante, jamás obtuvo una respuesta positiva a sus demandas.

En tanto, Félix Garza Martínez, defensor del general Jesús Gutiérrez Rebollo y de otros internos de Almoloya, afirmó haber sido sometido a revisiones totalmente desnudo, "cuando a criterio del custodio exista algún hecho que llame su atención".

Pilar Noriega señaló: "Tengo entendido que los temas platicados entre preso y esposa durante las visitas íntimas son tratados posteriormente durante las sesiones de psicología que el recluso tiene con el especialista, violando no sólo los derechos de privacidad, sino acuerdos internacionales en materia de personas procesadas o sentenciadas".

Los rayos infrarrojos

La señora Cruz Arteaga narra lo que ocurre durante sus ingresos a Almoloya: "En el primer retén de revisión, la bolsa de mano y todo lo que se lleve debe quedar a la vista de los custodios. No importa si sobre la mesa quedan toallas sanitarias. Posteriormente, hay que pasar por un aparato de rayos infrarrojos; el visitante debe colocarse con las video-almoloya-2 piernas y brazos abiertos, primero de frente y luego de ambos perfiles".

Agregó que en esa "prisión modelo", las prendas íntimas de las mujeres son sacudidas ante los ojos de custodias que luego se ofrecen a ayudarlas a acomodar su ropa. "Pero eso no es todo, cuando va uno en su periodo menstrual, se le obliga a cambiarse delante de las custodias la toalla que se lleva por otra limpia".

Respecto de las conversaciones entre familiar e interno, dijo conocer el caso de una pareja que trató durante la visita íntima "situaciones relacionadas" con el juicio de su interno. Parece que ella dijo algunas cosas de más, y posteriormente lo platicado fue utilizado durante el proceso penal para ampliar las acusaciones en contra del recluso.

Perseguido, humillado y siempre bajo sospecha

"Entrar a Almoloya es sentirse perseguido, humillado, siempre bajo sospecha y tanto las reuniones familiares como las visitas íntimas se realizan bajo un clima de inseguridad porque siempre se tiene la sensación de ser observado", indicó.

De las celdas de castigo existentes en el penal, contó lo que a ella le fue narrado por su esposo y los comentarios que ha obtenido de familiares de presos que han ingresado a ellas: "Son cuartos de dos por dos metros; no tienen sanitario, en su lugar existe un hoyo, no tienen ninguna ventana. Son cuatro paredes con una puerta de piso a techo, la cual tiene una pequeña mirilla que sólo puede ser abierta por los custodios por la parte exterior".

En cuanto al "trato" que recibe a su ingreso cada uno de los reclusos, mencionó la experiencia vivida por su marido: "inmediatamente que ingresan tiene que desnudarse en una especie de patio frente a custodios y custodias. Si es hombre le hacen revisiones anales, si se trata de una mujer se les practican en ese lugar revisiones ginecológicas. Luego les levantan los brazos, les abren las piernas, les cortan el pelo.

"šSí señor!, šsí señor!"

"Ahora entiendo por qué una persona que es considerada como muy altanera después está agachada y sólo responde šsí señor... sí señor...! Ello se debe a que después de todo lo anterior, los internos -trátese de asesinos, violadores, narcotraficantes o indígenas que no hablan español; de luchadores sociales o miembros de organizaciones sociales que han sido encarcelados- deben correr un largo trecho en medio de patadas, golpes y amenazas que salen de dos filas de custodios. Una vez que se les da la bienvenida, los obligan a caminar agachados y con las manos atrás. Si no obedecen los golpean de nuevo".

Más caros, los vicios

Para la mujer, "Almoloya es una cárcel en donde existen los vicios de otras prisiones pe- ro es mucho más cara. Los custodios introducen lo que algunos internos les solicitan, pero poco tiempo después, ellos mismos los acusan ante las autoridades para que se les castigue por transgredir el reglamento".

Cruz Arteaga afirmó que todo lo anterior lo ha denunciado ante la CNDH desde ha- ce cuatro años, pero nada ha cambiado.

Dijo que inexplicablemente, "pese a que todo se filma y graba, en Almoloya ocurren violaciones entre internos. Una de ellas cometida en contra de un presunto integrante del Ejército Popular Revolucionario".

Félix Garza contó así cómo se le practican las revisiones: "Cuando al custodio hay algo que le llama la atención, obliga a que me desnude y vuelve a realizar la tarea. En mi caso, todas las veces ha sido una revisión visual, sin tocamiento. Pero, a criterio del custodio llaman a médicos especialistas que revisan las pupilas, la saliva, el aliento, la nariz, las exhalaciones y las exudaciones de la piel. Hay mujeres que son revisadas ginecológicamente".

Aseguró conocer las celdas de castigo. "Son mazmorras subterráneas, húmedas por las condiciones climáticas de la zona. No existe ventilación ni higiene, el sujeto permanece normalmente de pie y ahí tiene que realizar todo lo que su cuerpo reclama. Normalmente son ingresados con el uniforme, pero dadas las condiciones del lugar son despojados del mismo. Permanecen en calzoncillos.

"A quien encontré sumido en esa situación fue a un indígena del EPR. Se le segregó y castigó porque se negó a tomar los medicamentos que de manera obligada querían que tragara", contó.

Las sanciones, dijo, nunca han sido claras, supuestamente éstas se imponen luego de que el interno fue escuchado durante una sesión del Consejo Técnico Interdisciplinario que rige la vida en Almoloya, pero esto no es cierto, nunca se permite que el acusado de una supuesta violación al reglamento tenga un careo con su acusador.

Garza Martínez aseguró que "textos de carácter político, como revistas, no se permite que sean entregados a los internos, lo único que le dicen al familiar cuando sale es: esto no pasó".

Su defensa, contó, se ha visto afectada en muchas ocasiones, "porque los escritos que deben ser presentados ante un juez, antes de llegar al interno para que los firme, son leídos y fotocopiados por la subdirección jurídica del penal. No los podemos entregar nosotros mismos. Es más, para hacer algunas anotaciones se tiene que solicitar a través de los custodios que se nos proporcionen papel y lápiz. No son hojas, son pequeños trozos de papel, como del tamaño de una tarjeta y el lápiz no es mayor al tamaño de un dedo índice".

Urge replantear restricciones a la libertad de internos

El jurista Clemente Valdés opinó que es necesario replantear en una reforma constitucional "hasta dónde son necesarias las restricciones a la libertad de las personas sujetas a confinamiento, cuáles y hasta dónde". Y asimismo, señaló, establecer en la Constitución la normatividad que proteja los derechos fundamentales de sus visitantes.