MIERCOLES Ť 3 Ť ENERO Ť 2001

José Steinsleger

Haciendo calendarios

El antropólogo chicano Francisco Domenech y Rebeca Miller, su esposa, resultaron ser magníficos compañeros de viaje. Ambos lucían estupendamente. Francisco portaba colgante de cuarzo, bastón quechua de mando y un sombrero de jipijapa con cinta huichola cubriendo su larga melena rubia. Y Rebeca, menos luminosa, irradiaba altos niveles de inmunoglobulina, evidenciando la salud interior de hierro que sólo se consigue bajo el sol de California.

La pareja andaba de gira por el mundo, promoviendo el "Plan Galáctico Autónomo de Emergencia Moral" ante gobiernos, instituciones, universidades y medios de comunicación. Plan que, según entendí, sólo sería posible si todos los países convenían en adoptar el calendario maya de 28 días y 13 lunas a partir del 26 de julio de 2001, dando de baja al "atroz calendario gregoriano".

-ƑY qué tiene usted contra el calendario que nos rige, doctor?

-El calendario gregoriano -responde Domenech-, herencia del juliano, representa el sistema de creencias que ha hipnotizado a la humanidad por casi cinco mil años y que se ha reforzado en los últimos cuatro siglos. Si queremos regresar a un estilo de vida en armonía con la naturaleza, hay que cambiarlo. La adopción universal del calendario lunar de los mayas devolverá poderes innatos, como la telepatía, ayudándonos en la restauración del medio ambiente y en la desaparición de la filosofía del dinero y la asociación del tiempo con el oro y lo material.

-Pero, doctor, no le queda mucho tiempo. Ya estamos en enero de 2001...

-Usted lo ha dicho... šEnero! Así llamaron los romanos al primer mes del año, en el calendario solar que adoptaron en su etapa decadente. Enero, january, viene de la diosa Jano, que en latín quiere decir "puerta", cuando todo empieza y promete ser mejor.

Jano, deidad bifronte que miraba en direcciones opuestas, protegía entradas y salidas, partidas, regresos y se le atribuía el conocimiento del pasado y del porvenir. Muy poético y... masculino.

-ƑMasculino?

-Así como oye. ƑHa leído usted a Mircea Eliade, el historiador de las religiones? En su libro Lo sagrado y lo profano, Eliade sostiene que las fases de la Luna valorizan el devenir cósmico y reconcilia a los seres humanos con la muerte. El Sol, por el contrario, no participa en el devenir. Siempre está en movimiento, permanece inmutable y su forma es siempre la misma.

-No entiendo dónde cabe lo masculino.

-Miremos en derredor. Todos los traumas de la civilización masculina surgen del calendario solar.

Las hierofanías solares expresan valores religiosos de autonomía y de fuerza, de soberanía y de inteligencia.

Entre las representaciones cósmicas los mitos lunares ocupaban el primer lugar y su importancia era mucho mayor que los mitos del Sol y de la Tierra.

Salí en defensa del Sol pero entonces intervino Rebeca explicándome que no era lo uno por lo otro. "El Sol da luz, la Luna claridad. Nos falta claridad porque en el proceso de solarización de los seres supremos, sobre todo en las culturas altamente elaboradas, la adopción del calendario solar vino mucho después por exigencias de tipo político o religioso".

"El Sol -remató con autoridad astronómica- reglamenta las fases de la Luna que sirven para dividir el tiempo y para contar los años. La semejanza evidente entre las fases de la Luna y el ciclo mensual de la mujer hizo que los antiguos considerasen el ciclo de la Luna como el ritmo de vida natural del cosmos, el cual determina la fecundidad de la mujer, el crecimiento de las plantas, la lluvia y aun el destino de los hombres..."

Turnándose en la exposición de motivos como hacen las parejas de mormones, Francisco y Rebeca hablaron de los iraníes, de los chinos, de los judíos y de los árabes, pueblos que aún se rigen por el calendario lunar. Y citaron el ejemplo de Tenochtitlan, fundada en el centro del "Lago de la Luna", isla que recibió el nombre de México, derivado de Metztli (Luna), xictli (ombligo) y co (lugar). "Lo del culto solar vino mucho más tarde y esto fue lo que encontraron los españoles: un pueblo que rendía culto al Sol... ƑEstá claro?"

A estas alturas pegué la retirada. Francisco y Rebeca siguieron hablando de "la felicidad que pasa frente a nuestros ojos sin verla", de "las acciones mecanizadas por el materialismo", de "los sufrimientos que padecemos a causa de la disociación de nuestro espíritu, mente y voluntad, sumergiéndonos en la más caótica condición de anarquía...".

Y entonces, avizorando en proyección el paisaje civilizatorio de las primeras décadas del siglo, me pregunté si tenía sentido refutar la fe de tanta gente que cifra sus esperanzas en las más insólitas meditaciones de las medias verdades y las medias mentiras de este mundo. Hace un siglo, quienes hacían "calendarios" eran vistos como seres pensativos que discurrían sin propósito determinado, haciendo cálculos y pronósticos aventurados. ƑHubiese sido atinado aplicar el dicho en los casos del entusiasta doctor Domenech y la bella Rebeca Miller?