VIERNES Ť 5 Ť ENERO Ť 2001
Samuel Schmidt
El Congreso dispone
Confieso que no supe si me produjo risa, estupor o simple desencanto saber por los medios que el panista presidente de la Cámara de Diputados había asistido a la Secretaría de Gobernación a acordar la agenda legislativa. Ni siquiera podía yo decir que estábamos como en los viejos tiempos, porque éstos no han quedado atrás.
La "gran transición" solamente ha dado el primer paso, que consiste en la derrota del PRI, pero esto no implica la desaparición del viejo regimen, ni la modificación de la cultura política y al parecer, tampoco la redefinición de la forma de actuar de las instituciones políticas. Ni el Poder Legislativo ha asumido su papel de contrapeso al Poder Ejecutivo, ni se ha convertido en un formulador de cursos de acción. Los partidos políticos siguen siendo un apéndice-instrumento de su gobernante.
El PAN reclama, a cada paso que da, que está separado de la Presidencia de la República sin embargo, frente a la negociación del presupuesto, sus líderes se apersonaron en Los Pinos para una larga plática con el Presidente. Esto es natural en cualquier país, Ƒpara qué entonces vociferar en sentido contrario?
Cierto que el presupuesto fue ligeramente cambiado aun contra las amenazas del secretario de Hacienda, quien por más que trata nos recuerda a cada paso sus ligas con Salinas y el estilo de tratar de espantarnos con el petate del muerto: Ƒse acuerda usted de las declaraciones de que el país se derrumbaría si no se aceptaba lo que querían hacer los tecno-burócratas? Ellos casi lo derrumban con el Fobaproa. Gil Díaz no puede ocultar la cruz de su parroquia y sigue con el mismo estilo. ƑSerá que no se ha dado cuenta de que ya estamos en el cambio? ƑO será que el cambio fue solamente de personajes? Se nos lanzó la amenaza del freno de la economía estadunidense, donde pelean por el uso del superávit fiscal que en 2001 alcanzará 256 mil millones de dólares. Y, por supuesto que se manejó que no lanzáramos señales equívocas a los mercados con un déficit mayor que ayudara a atender a los más pobres de los pobres mexicanos. ƑPor qué no se irán los viejos tiempos?
El Senado ha mostrado una beligerancia inusual, aunque la ha enderezado contra Jorge Castañeda, cuyas posiciones político-ideológicas se acercan a la mayoría priísta. ƑSerá que están tratando de reafirmar aquello de que para que la cuña apriete?, o Ƒserá que no podrán aceptar que los éxitos en el gabinete de Fox vengan justo de la pequeñísima fracción social-demócrata?
ƑPodrá Castañeda enderezar una nueva agenda internacional sin apoyo del Senado? ƑY si fracasa Castañeda, qué habrán ganado los senadores?
Ya se ha vuelto un lugar común decir que es muy temprano para juzgar sobre los cambios del cambio; sin embargo, tal vez ya no sea tan temprano. El gran brinco empezó en 1989 cuando el PAN ganó su primera gubernatura, siguió cuando la oposición se volvió mayoría en la Cámara de Diputados en 1997 y dio un paso decisivo cuando el PRI quitó una gubernatura al PAN en 1998.
Pero nosotros poco hemos visto de grandes cambios. Los diputados votan y apoyan acríticamente a su partido en el Poder Ejecutivo, y de hecho aceptan ser instrumentos en las manos de su gobernante y esto es válido para todos los partidos. La disciplina de los subordinados es para el jefe superior y no para la ley o la sociedad. En México continúa imperando la cultura del poder en contra de la cultura de la ley. šSeñor presidente, es la hora que usted quiera!
La transición empezó hace muchos años y pocos cambios drásticos ha mostrado.
Tal vez porque la cultura del poder -incluida la corrupción- está tan enraizada, o porque los recién llegados se aprestan para paladear las mieles del poder político y no están dispuestos a sacrificar las ventajas que da un sistema centralista. Aún más, el gran riesgo al que se enfrenta Vicente Fox, es a la tentación del autoritarismo, porque es más fácil gobernar desde la cúspide imponiendo la gran voluntad política, en lugar de gobernar por consenso, en el que se tiene que negociar constantemente. Esto hará las delicias de los críticos que con fruición podrán decir: šte lo dije!
Trabajar en una agenda legislativa que busque transformar el país, implica mucho más que simplemente reaccionar a lo que indica el Presidente, aunque él demagógicamente sugiera que el Congreso dispone.
La sociedad reclama y el cambio así lo exige, que el gobierno se eleve a una altura donde la prioridad sea la calidad de vida y no la permanencia en el poder. Para esto el Congreso debe diseñar el país y después de disponer, el Poder Ejecutivo debe ejecutar lo que le indicó la representación del pueblo.
En ese momento cambiaremos las prioridades nacionales y tal vez los diputados se den cuenta que deben representar al pueblo, no a sus partidos.