VIERNES Ť 5 Ť ENERO Ť 2001

José Cueli

Tiempo y psicoanálisis

n el escenario del psicoanálisis se encuentra una parte del origen de todo lo que se ha hecho de importancia en el siglo que terminó, al inaugurar el intento de explorar lo irracional y tratar de integrarlo en una razón ampliada que queda como tarea para la siguiente centuria. Marx, Nietszche, Heidegger, Derrida y escritores como Mallarmé, Kafka, Poe, Baudelaire, acompañan entre otros a Freud en ese intento.

La tarea del psicoanálisis es el desmontaje de la primacía del ''ahora presente", en el tiempo configurado por la tradición metafísica que se caracteriza por el privilegio del ''instante presente", del que dependen y al que se articulan el pasado y el futuro en orden a una sucesión homogénea, continua y lineal. Lo consciente no es una representación de una presencia anterior original, su espacio es un presente ya reconstruido. Una representación de la cual aún desconocemos su naturaleza. Resistencia a aceptar la posibilidad de un código común que facilite el traslado, el intercambio de equivalencias de significación, es decir, su traducción.

Un sistema de censura separa los componentes que se pueden figurar como conscientes y otros son relegados al inconsciente. El pensamiento freudiano se caracteriza por el cuestionamiento de todo presupuesto de privilegio al orden. Otorga prioridad a la constitución de la vida como huella, antes de determinar al ser humano como sujeto o conciencia. La existencia se perfila entonces como un espacio kafkiano sin fin. Cada puerta conduce a otra puerta que permite buscar quiénes somos y quiénes hemos de ser, secretos de otros, que esperan detrás de otra puerta, casi siempre invisible o movediza, como un paisaje visto desde el automóvil. Monstruosidad del tiempo, porque sometidos al orden de éste, sufrimos una metamorfosis. Quizá podamos captar un poco de tiempo en estado puro, perdurable, más allá del presente y del pasado. El pasado está en el presente y el presente ya estaba en el pasado. La máquina del tiempo ya estaba, es la analogía, la metáfora, la correspondencia entre dos hechos distintos, lejanos entre sí en el tiempo y en el espacio y, esencial y misteriosamente idénticos.

El psicoanálisis muestra que somos personajes en perpetua mutación, de percepciones poco fiables. Abolir el tiempo en el conflicto es encontrar el enlace entre la impresión huidiza de ahora mismo y el recuerdo de una impresión pasada. Experiencia del tiempo recobrado que cura del dolor de perder la identidad y dejar de ser uno incesantemente.

La razón amenazada, denunciada a la manera de Derrida, interpretando a Foucault, en el terror confesado de estar loco; en que la razón está más loca que la locura y en que la locura es más racional que la razón, pero está más cerca de la fuente viva, aunque silenciosa y murmuradora de sentido, que existe desde siempre, no tiene principio, es interminable y es sospecha de que el lenguaje no dice exactamente lo que dice.