domingo Ť 7 Ť ENERO Ť 2001
Nestor de Buen
Para mínimos, los salarios
Andaba yo de paseo la mañana del martes por los rumbos de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje. Jesús Campos Linas, el nuevo presidente, me había invitado amablemente a su toma de posesión en la que estaría Andrés Manuel López Obrador. Y aunque Jesús y yo hemos tenido encuentros broncos a lo largo de nuestros ejercicios profesionales, lo admiro y lo estimo por su lealtad a la representación de los trabajadores que ha ejercido cabal, honrada y eficazmente. Le agradecí su invitación.
Casi llegando a la junta, alguno de los muchachos que venden libros, entre otros los míos, me ofreció el folletito de los nuevos salarios mínimos. Por supuesto que lo compré. Diez pesos no era una inversión demasiado grande para ver las barbaridades que se cometen en este país al calor de un neoliberalismo que no cambia ni con los cambios en el poder.
Me admira la cara dura de los integrantes de la famosa Comisión Nacional de los Salarios Mínimos. Porque aumentar menos de 7 por ciento invocando que se trata de compensar la inflación previsible para este año es olvidar las exigencias legales de los salarios mínimos y, además, la vergüenza. Lo que no es extraño porque nuestro sistema, metido en la LFT, hace depender del Poder Ejecutivo unas decisiones que aplauden los empresarios šno faltaba más! y votan en contra los sedicentes representantes obreros.
Si tuvieran vergüenza esos representantes no votarían en contra: ten- drían que salir a la calle a manifestar su inconformidad violentamente con una decisión que al nuevo régimen lo pone en el mismo lugar miserable del anterior. Es muy fácil firmar en contra pero es mucho más difícil hacer honor al compromiso de defender a los trabajadores. El corporativismo sigue funcionando.
Se olvidan que los salarios mínimos obligan a considerar, para su fijación, las necesidades de carácter material de una familia "tales como la habitación, menaje de casa, alimentación, vestido y transporte; las de carácter social y cultural, tales como concurrencia a espectáculos, práctica de deportes, asistencia a escuelas de capacitación, bibliotecas y otros centros de cultura; y las relacionadas con la educación de los hijos", según dispone el artículo 562-II-a) LFT. Para eso, $40.35 por día son maravillosos. No se olviden de la famosa Bartola y sus dos pesos...
Con toda la razón del mundo, en el proyecto nunca presentado de nueva LFT del PRD, se plantea que debe desaparecer el control Ejecutivo de la comisión (en realidad el control de la Secretaría de Hacienda, que es la que resuelve) y crearse un instituto que dependiese en su integración de la Cámara de Diputados. Pero si el PRD no se atrevió a presentar ese proyecto, Ƒqué se puede esperar?
Dice Carlos Abascal -y no le falta razón- que el salario mínimo no es más que un índice que sirve para muchas cosas. Pero se abstiene de decir que no sirve para atender las necesidades de los trabajadores. Y tampoco dice que una muy importante parte de nuestra población asalariada no tiene otro ingreso. Los trabajadores migrantes, provenientes de Oaxaca y Guerrero, que levantan cosechas a lo largo del Pacífico, ayudados por sus hijos, muchas veces menores de diez años, no ganan más del salario mínimo que también reciben los hijos y la compañera. De esa manera, violando todas las reglas de juego, la reunión de cinco o seis -o más- salarios mínimos, sirve a una familia. Y su existencia miserable se hace más notoria en las condiciones infrahumanas en que se mantiene su vivienda y la atención de sus necesidades esenciales, por ejemplo, agua. La beben de canales de riego en los que también se bañan, totalmente contaminados por fertilizantes.
Lo paradójico es que la famosa comisión coloca a Monterrey y sus municipios en la segunda categoría de salarios mínimos, cuando se trata de la zona económica más importante del país. Las gracias del poder económico, sin duda.
ƑSerá esto expresivo del sentido social del nuevo régimen?