EL GENERAL DECREPITO
Acorralado por la justicia chilena, el ex dictador Augusto
Pinochet, acusado por graves violaciones a los derechos humanos posteriores
al golpe de septiembre de 1973 --cuando se hizo del poder en Chile--, agota
los últimos recursos para evadir el proceso legal en su contra.
En una franca postura de rebeldía, el senador vitalicio,
a quien la Corte Suprema le retiró la impunidad parlamentaria, no
se presentó a los exámenes médicos que tienen por
objeto determinar su estado de salud mental para comparecer en un jucio
en el que se le inculpa de 57 homicidios y 18 secuestros calificados.
Los abogados de Pinochet han intentado de todo --por las
vías legal e ilegal-- para evitar el jucio. Recientemente, buscaron
el fraude médico, pero fracasaron al toparse con un incorruptible
Juan Guzmán, juez instructor del caso. Al parecer, la defensa de
Pinochet, al ver agotada la estrategia de dilación, ahora prtenende
forzar al gobierno de Ricardo Lagos a intervenir, con la clara intención
de generar un conflicto político en torno al caso, y buscar, posiblemente,
una nueva ley de amnistía para impedir el procesamiento del general.
Ante la negativa de Pinochet para comparecer, el juez
Guzmán tendrá el camino libre para dictar auto de procesamiento
por el caso caravana de la muerte, que, en virtud de la legislación
penal en Chile, faculta al juez a dictar una resolución en contra
del inculpado cuando hay pruebas suficientes, incluso omitiendo el recurso
del interrogatorio.
Por su parte, en un mensaje histórico, el presidente
Lagos subrayó la importancia de un informe presentado hace dos días
por las fuerzas armadas, en el que finalmente los militares reconocen implícitamente
violaciones a los derechos humanos durante el régimen dictatorial
encabezado por Pinochet.
Romper la cadena de silencio que las fuerzas armadas habían
mantenido durante casi tres decenios, ademas de ser un golpe certero de
la milicia al general, representa un paso enorme para poder esclarecer
cientos de crímenes cometidos durante la dictadura, y aliviar, en
lo posible, la oscura memoria de una nación que no puede mirar al
futuro, sin antes curar las profundas heridas del pasado.
En Chile como en todo el mundo debe imperar la justicia,
la legalidad. Pinochet ha sido desaforado y la Corte Suprema lo considera
acusable. El longevo general, tarde o temprano, deberá enfrentarse
al imperio de la ley. |