MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001

Luis Hernández Navarro

De pelos

En Chiapas, a Vicente Fox se le ha comenzado a hacer bolas el engrudo. Carente de una estrategia de paz para solucionar el conflicto, sus acciones y declaraciones muestran una preocupante impaciencia.

Cuando el 2 de diciembre el EZLN fijó las tres condiciones para reanudar el diálogo, el nuevo Presidente manifestó su disposición a "buscar cumplirles las condiciones que nos ponen". Casi un mes después, sin hacer aún realidad su ofrecimiento, declaró al Canal 40 que confiaba en que el grupo armado "reaccione".

Los comentarios del jefe del Ejecutivo son confusos y enredan el proceso de paz. ƑQué espera de los rebeldes? No lo ha dicho. El retiro del Ejército de dos de las siete posiciones fue reconocido por los zapatistas como un avance. ƑQué más quiere? Si lo que pretende es que los rebeldes inicien negociaciones ya, está faltando a su palabra. Ellos fueron muy claros en los pasos que tendrían que darse para restablecer el diálogo, y el Presidente los aceptó. Estos no se han andado aún. Si lo que desea es que se establezca un contacto inicial no epistolar, debería de decirlo así. El EZLN declaró que reconocería a Luis H. Alvarez como interlocutor válido cuando las tres condiciones fijadas se hicieran realidad, cosa que no ha sucedido. Implícitamente, Vicente Fox aceptó esta situación. ƑPor qué quiere cambiarla ahora?

Cada una de las medidas de distensión que el gobierno federal ha tomado han sido profusamente divulgadas. Pareciera que más que informar a la opinión pública de los pasos que se han dado en el camino de la paz se busca convencerla de que el Ejecutivo federal ya cumplió con el conjunto de las condiciones establecidas por los zapatistas, y que si el diálogo no se reanuda en breve es por su intransigencia. Quiere presentar la parte como el todo.

Además, algunas de esas acciones distan de ser permanentes. Aunque se anunció que se habían retirado todos los retenes militares en la llamada "zona de conflicto", se han reinstalado en Roberto Barrios, Maravilla Tenejapa y Cuxuljá. El campamento del Ejército ubicado en las inmediaciones del Aguascalientes de Roberto Barrios fue reforzado con 200 soldados. El 15 de diciembre, en Detrás de la Noticia el jefe del Ejecutivo afirmó que no habría más medidas de distensión militar. Y, justificando la presencia castrense en una conflictiva comunidad, el presidente Fox aseguró al Canal 40, en contra de multitud de testimonios, que los pobladores de Guadalupe Tepeyac "no fueron desplazados por los militares" y "pueden regresar a sus casas cuando así lo decidan".

Con torpeza, el hombre de las botas señaló que no era necesario que una delegación del EZLN viajara a la ciudad de México para exponer al Congreso de la Unión las bondades de la iniciativa de derechos y cultura indígenas elaborada por la Cocopa. Con soberbia paternalista que oculta temor, dijo: "Yo no veo el propósito de esa visita", pues el Ejecutivo se encarga de apoyar el dictamen. Añadió que si visitan la ciudad de México tendrán que hacerlo en condición de ciudadanos, sin armas, quizá sin cubrirse la cara.

Qué bueno que el Presidente se preocupe por promover la iniciativa, pero nada puede sustituir la acción de los propios interesados. Los directivos zapatistas vendrán al Distrito Federal amparados en la ley del 11 de marzo de 1995. No es la primera vez que lo hacen. En octubre de 1995, la comandante Ramona asistió a la fundación del Congreso Nacional Indígena. En septiembre de 1996, mil 111 rebeldes llegaron a la ciudad de México a exigir el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés. En marzo de 1999, 5 mil zapatistas recorrieron los municipios del país para promover una Consulta sobre Derechos y Cultura Indígenas en la que participaron 3 millones de personas.

No hay impedimento legal para que en esta ocasión salgan de Chiapas a tratar, con uno de los poderes de la Unión, un asunto de vital importancia para el país. Tampoco para que lo hagan con pasamontañas. Como lo hicieron en el pasado, en febrero vendrán desarmados y con el rostro cubierto. Mal haría Vicente Fox en reditar un debate que se dio en el pasado y que perdieron quienes pretendían obligar a los rebeldes a quitarse la máscara. Ellos son los sin rostro. Esa es su identidad; a ella responden.

Detrás de la exigencia del retiro de las fuerzas armadas de siete posiciones hay una interrogante: Ƒquién manda de verdad en Chiapas: el Presidente o el Ejército? El jefe del Ejecutivo respondió a esta incógnita diciendo que el instituto armado está "de pelos", que está entendido que la prioridad es buscar la paz. Sin embargo, a pesar de los cabellos militares, no está muy claro que esto sea así. Los bandazos e inconsecuencias presidenciales para cumplir las medidas de distensión y las continuas filtraciones sobre el malestar en la institución castrense indican que las cosas no son tan sencillas, y que en sectores del Ejército y el gobierno federal hay fuertes resistencias a construir una salida política al conflicto.

Hoy, como sucedió el 12 de enero de 1994, el camino de la paz deberá ser obra de la sociedad.