MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001
Ugo Pipitone
Recesión en EU y responsabilidad europea
Recordemos los hechos. El miércoles de la semana pasada, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan, hizo pública la decisión de bajar la tasa de interés aplicada a los fondos federales en medio punto, de 6.5 a 6 por ciento. Una decisión de esta importancia, que revierte una tendencia de varios años al alza de las tasas de interés, supone varias lecturas.
La primera, obvia, es que la máxima autoridad monetaria estadunidense reconoce hoy que el mayor problema de la economía de Estados Unidos es hoy la recesión más que la inflación. La segunda lectura nos lleva a registrar que la actual decisión rompe una tendencia al alza de las tasas de interés que viene de 1993. Los indicadores reales de la desaceleración de la economía estadunidense son evidentes: trimestre por trimestre el año 2000 atestiguó una sucesiva pérdida de dinamismo. Es cada vez más grande el número de empresas estadunidenses que anuncia pérdidas para el año recién terminado.
La conclusión parece inescapable: un ciclo de la economía mundial podría estar a punto de cerrarse. ƑCuáles fueron las características centrales de este ciclo que podemos delimitar a las dos últimas décadas del siglo pasado? La hegemonía estadunidense (antes en versión conservadora y después en clave liberal) y el extraordinario impulso de las aplicaciones telemáticas a distintos ámbitos de la vida y, sobre todo, de las finanzas.
Mientras la economía japonesa no termine de metabolizar sus problemas y recupere una función más activa en la economía mundial, el papel de impulso le toca, inevitablemente, a la Unión Europea. En los últimos 14 meses el costo del dinero fijado por el Banco Central Europeo ha ido en constante aumento para apuntalar un euro recién estrenado. Pero el costo ha sido más que evidente: un freno financiero al dinamismo económico potencial asociado a la nueva etapa de la integración europea. Hoy, el reconocimiento de parte de la Reserva Federal de Estados Unidos de que el costo del dinero era excesivo respecto a la tarea de reanimar la economía (o de amortiguar su recesión), pone a la Unión Europea en la posibilidad de reducir sus propias tasas y activar el crecimiento detenido hasta ahora por una política monetaria restrictiva.
Contextualicemos ese asunto de las tasas de interés diferenciales entre Estados Unidos y la Unión Europea. Desde 1996 se rompe una tradición que veía las tasas de interés estadunidenses bastante más bajas que las prevalecientes en Europa. El consiguiente fortalecimiento del dólar refleja ganancias indudables en productividad, pero también una política monetaria que en los últimos años se hacía cada vez más severa para detener un crecimiento que se temía potencialmente inflacionario.
Frente a la posibilidad de que la futura, probable, valorización del euro, agarre a los inversionistas comprometidos en dólares, podría invertirse la corriente favorable al dólar de los últimos años. Ese temor podría alimentar para el futuro cercano una creciente desinversión financiera de los valores denominados en dólares. Las finanzas internacionales podrían comenzar a trabajar a favor de la Unión Europea.
Mencionemos un par de aspectos más. Si las tasas de interés seguirán bajando se creará una oportunidad única para negociar en forma anticipada, y a condiciones más favorables, el pago de la deuda externa de los países en los cuales su carga se ha vuelto una limitación insoportable del presupuesto público.
El otro aspecto es ese: todo parecería indicar que a la Unión Europea le tocará jugar en el futuro próximo un papel más protagónico a escala internacional. Una oportunidad única para comenzar a promover algunas reglas en el universo de la globalización financiera y para crear nuevas iniciativas de solidaridad internacional. Si la Unión Europea no promoviera a escala global los valores de solidaridad que están en sus leyes fundamentales, correría el riesgo de convertirse en Estados Unidos de Europa, y no en sentido federal, sino colonial. Lo que, obviamente, no beneficiaría a nadie.