MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001

Hector Tamayo

Alternancia sin alternativa

Para fortuna de los angustiados diputados que esperaban un fin de año turbulento, el mes de diciembre transcurrió en San Lázaro sin mayores sobresaltos. El Ejecutivo tuvo a bien enviarles un paquete económico que no incluyó incrementos del IVA en alimentos y medicinas, ni reforma fiscal alguna, ni mucho menos el anunciado y temido terrorismo fiscal de Gil Díaz. Las modificaciones a dicho paquete realizadas por los diputados fueron mínimas en términos cuantitativos, y la estructura de las finanzas públicas del nuevo gobierno se mantiene bajo los mismos criterios de los años anteriores. La alternancia sin alternativa se concreta ya en el primer mes de gobierno con algunas pequeñas variantes poco alentadoras. En relación con el año anterior el gasto programable se reduce en 0.54 por ciento como proporción del PIB. ƑMás de lo mismo? šNo! šMenos de lo mismo!

Vale la pena señalar, por su importancia política, la reasignación de 31 mil millones de pesos a favor del gasto social, incluidos los recursos que restituyen la mayor parte de las partidas que se quitaron al gobierno de la ciudad de México desde 1998 como ''castigo'' al PRD por haberse opuesto a la legalización del fraude más grande del siglo (Fobaproa-IPAB), sin que mediara una investigación de los ilícitos cometidos y la mayor recuperación posible de los activos robados. El castigo, en realidad, no fue para el PRD sino para los capitalinos, quienes al verse así tratados por el PRI y el PAN, volvieron a votar por el PRD para gobernarlos. Sin embargo, es preciso subrayar que la reasignación de 31 mil millones de pesos representa sólo 2.7 por ciento del presupuesto, lo cual no constituye un viraje significativo en términos de política económica y social.

El verdadero problema es que en los próximos meses la economía mexicana se encontrará irremediablemente en serias dificultades, ante las reducciones de los precios petroleros y del ritmo de crecimiento de la economía estadunidense, reducciones mayores que las consideradas por el Ejecutivo y el Legislativo. Al nuevo gobierno no se le va a ocurrir otra cosa, y así lo ha anunciado ya el presidente Fox, que la profundización de las políticas neoliberales: recortes al gasto social, reforma ''hacendaria'' regresiva y ''apertura'' (privatización) del sector eléctrico. Los sobresaltos que se eludieron en diciembre para permitir la ''transición de terciopelo'', se presentarán forzosamente en marzo, con la apertura del nuevo periodo de sesiones del Congreso.

Por el momento, nadie pone el dedo en la llaga: el enorme peso que el servicio de la deuda representa en las finanzas públicas y que impide la acumulación de capital con ahorro interno propio. La economía mexicana, o dicho de manera más clara, los trabajadores mexicanos han mostrado durante los últimos 20 años tener la capacidad de generar excedentes suficientes que permiten un desarrollo sostenido y la superación de nuestros problemas ancestrales. Lo que ocurre es que esos excedentes se destinan al pago de los intereses de la deuda, ni siquiera del principal.

El problema fundamental de la economía mexicana, hoy, es el sobreendeudamiento y está relacionado con la globalización y las formas en que los mexicanos nos insertamos en ella ƑO es que solamente hay una alternativa? Si es así, esa alternativa se llama resignación y tiene razón quien nos recomienda encomendarnos a la virgen de Guadalupe.

Por otra parte, el gobierno de Fox enfrenta en la vertiente no institucional un problema no menos grave: el levantamiento armado zapatista que ha resistido durante siete años las más variadas formas de aniquilamiento mediante la llamada guerra de baja intensidad. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional a través del Subcomandante Marcos ha declarado que respecto a ellos el presidente Fox parte de cero, aunque como titular del Poder Ejecutivo federal hereda la guerra del sureste.

La flexibilización de las posiciones del zapatismo ha llegado hasta el punto de aceptar que el presidente Fox presente al Congreso el proyecto Cocopa, sin que su partido retire su propio proyecto. Los riesgos que corre el Ejército Zapatista son mayúsculos, puesto que el Presidente puede intentar eximirse de toda responsabilidad, si el Congreso aprueba una ley indígena contraria a los acuerdos de Larraínzar.

Sin embargo, los zapatistas aceptan correr estos riesgos para dejar claro que su apuesta es por la negociación y por la paz. Exigen, además, para sentarse a negociar, el retiro del ejército de siete posiciones estratégicas y la liberación de todos los zapatistas presos. El gobierno de Fox, aunque con lentitud, ha caminado hacia el encuentro con los zapatistas, al retirar al ejército de dos de las posiciones demandadas e iniciar la liberación de los presos. Ojalá que ese acercamiento continúe por el bien de todos.

La posición del zapatismo no deja lugar a dudas: ''Lo que estará en juego no es si nosotros nos oponemos a lo que usted representa y lo que usted significa para nuestro país. En esto no debe haber duda: nosotros somos sus contrarios. Lo que estará en juego es si esta oposición se da por canales civiles y pacíficos, o si debemos continuar alzados en armas y con el rostro cubierto hasta conseguir lo que buscamos, que no es otra cosa, señor Fox, que democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos''. (02/12/00).

Por lo visto, para el zapatismo la alternancia no obliga a abandonar la oposición al régimen, en tanto éste no asuma las políticas económicas y sociales que una fuerza o corriente se propone impulsar. Una lección más de congruencia y dignidad.