MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001

Ť La lucha laboral se trasladó al "espacio territorial" del trabajador

Desocupados han logrado hacerse escuchar con los "cortes de ruta" en Argentina

Ť La nueva modalidad de protesta remplaza las movilizaciones masivas y las huelgas
 

STELLA CALLONI/III Y ULTIMA CORRESPONSAL

Buenos Aires, 8 de enero. Los cortes de ruta como modalidad de protesta comenzaron en Argentina en 1997, cuando en las localidades de Cutral Có y Plaza Huincul, en la provincia sureña de Neuquén, los pobladores cercados por el hambre y la desocupación decidieron cortar rutas. Formaron los llamados "piquetes", como los antiguos piquetes de huelga, interrumpiendo el tránsito durante 48 horas en el puente que une a los pobladores de Neuquén con Cipoletti, en la provincia colindante de Río Negro.

A esta protesta se unieron luego los maestros. Cutral Có y Plaza Huincul fueron poblaciones donde se gozó de un alto nivel de vida, hasta que llegó el cierre de una planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que después de la privatización dejó en la calle a más de 25 mil jefes de familia en todo el país, y a pueblos enteros sumidos en la absoluta miseria.

Los piqueteros, también llamados "fogoneros" de Cutral Có, volvieron a protestar, pero en abril de 1997 una bala policial acabó con la vida de Teresa Rodríguez, una empleada doméstica. Para justificar la dura represión, el entonces presidente Carlos Menem advirtió sobre la existencia de "grupos subversivos". Teresa Rodríguez, junto con Víctor Choque, un obrero asesinado casi en las mismas circunstancias un año después en Tierra del Fuego, al extremo sur del país, se convirtieron en los primeros mártires de esta modalidad de protesta.

Antes del golpe militar de 1976, las protestas eran las grandes huelgas, que durante el régimen castrense se transformaron en lo que se llamaba "trabajo a tristeza". Ya en los años 80, cuando el fantasma del desempleo comenzó a emerger, la protesta masiva entró en crisis. "¿Cómo enfrentar a empresas en racionalización permanente de personal y con sus galpones abarrotados de stocks? ¿Cómo enfrentar a los contratistas de las grandes obras de montaje, cuando detrás del alambrado de la obra se agolpan miles de desocupados?", razona el analista Guillemo Cieza, en la revista La Señal de diciembre pasado.

"Los cortes de ruta trasladan la lucha al espacio territorial donde los trabajadores se pueden expresar en su actual heterogeneidad, no ponen en riesgo el bien más preciado, el trabajo; generan una mística, un espíritu comunitario que complementa los beneficios de la olla popular (porque en los cortes se comparte la poca comida que no existe en la casa), permiten recuperar la autoestima del desocupado, que de estigmatizado se convierte en reclamante, en un dedo acusador que interpela al gobierno y al modelo que lo excluye. Finalmente, y esto es lo más importante, al generar un fuerte impacto político (exponen particularmente el problema de la desocupación y la miseria) y un impacto económico (al trabar la libre circulación de las mercancías), permite que los trabajadores vuelvan a ganar. Y estos triunfos comienzan a dar vuelta la terrible pedagogía de la dictadura: el que se junta y lucha pierde. Estos triunfos que se incorporan al imaginario popular van demostrando que hoy vuelve a ser importante juntarse y pelear", sostiene Cieza.

Aunque el movimiento está aún disperso, ha ganado prestigio social y solidaridad. Esta forma de protestar ?con llantas encendidas en las rutas, familias enteras participando sin recurrir a la violencia? es sólo una medida de fuerza que no supone agresión alguna, sostienen los piqueteros. Simplemente se trata de detener el tráfico y con esto asegurar que alguien mirará hacia ellos.

Y en este movimiento surgen líderes naturales. Ellos han recuperado, señala Cieza, las mejores tradiciones del movimiento obrero: asambleas, comisiones de lucha y reclamo, autogestión. Mayormente el movimiento lo conforman las mujeres, la mayoría madres de entre 15 y 45 años.

Pero sobre los desocupados que protestan se cierne la amenaza de la represión. A Teresa Rodríguez y Víctor Choque se unen otros nuevos mártires en el norte: Corrientes en 1999, Salta en el 2000. Sin embargo, los cortes de ruta continúan como forma de protesta social en un país donde 45 por ciento de los niños son pobres y el desempleo y el subempleo que afectan a más del 30 por ciento de la población, dibujando el signo de la desesperanza.