MARTES Ť 9 Ť ENERO Ť 2001
Moscú, 7 de enero. Como una nueva modalidad de novia de pueblo, muy alborotadas pero más bien desvestidas, se quedaron las prostitutas de Saratov, ciudad ubicada en la parte central del país, ante la repentina decisión de las autoridades de prohibir la celebración de lo que, durante los últimos dos meses, había sido ampliamente publicitado como primer congreso de prostitutas de Rusia.
El congreso reuniría, por primera vez, a trabajadoras del sexo llegadas de diferentes rincones del vasto territorio ruso, a convocatoria de un llamado Sindicato de Prostitutas de Rusia, organización gremial promovida por las anfitrionas y todavía sin registro oficial, a diferencia ?se quejan? del sindicato de sus colegas holandesas, que goza de tal estatus desde 1988.
Escándalo en Saratov
Todo estaba listo para el magno evento, pero los diputados de la Duma local se escandalizaron por la perspectiva de que Saratov se quedara para siempre con la fama de prostíbulo de Rusia y exigieron al gobernador de la región del mismo nombre, Dmitri Ayatskov, cancelar el respectivo permiso y moderar sus experimentos en la materia.
Ayatskov se ha distinguido por ser el primer dirigente regional de Rusia en hablar de la posibilidad de legalizar la prostitución y de autorizar la apertura de casas de citas. Durante su mandato, la policía comenzó a regalar preservativos a las prostitutas en las calles y a distribuir un folleto, traducido del finlandés, con recomendaciones de "cómo practicar sexo seguro".
El primer párrafo del folleto podría ser todo un himno al pragmatismo carnal: "Recuerda, eres una profesional y vendes determinados servicios bajo determinadas condiciones". Ni una caricia gratis, pues.
Por lo mismo, incluye lo que toda prostituta debe saber: cómo usar un condón y qué hacer si se rompe (en este caso, ocurrentemente, se sugiere interrumpir el coito), por qué es importante detectar a tiempo las enfermedades venéreas, qué medidas de seguridad tomar en la calle o en los hoteles para evitar asaltos. Tampoco falta un apartado dedicado a cómo mantener la dignidad.
En ese contexto de permisividad, nada presagiaba que el congreso se frustraría. Al parecer, la gota que colmó la paciencia de los legisladores fue la apasionada defensa de la prostitución que hizo el comisionado para los derechos humanos de la región de Saratov, Aleksandr Lando, considerado el inspirador del fallido congreso.
Lando expuso en un programa de la televisión local las principales reivindicaciones de las prostitutas, sobre todo la de legalizar el ejercicio de su profesión, acompañado de una rubia imponente, presentada por el conductor del programa como "Nina, delegada del congreso", seleccionada por sus compañeras en razón de su manejo de la lengua, por supuesto en el sentido de elocuencia.
El gobernador Ayatskov cedió a la presión de la Duma y, al mismo tiempo, insistió en que la prostitución requiere ser reglamentada. En defensa de su iniciativa, argumentó que es pernicioso cerrar los ojos ante la difusión que está adquiriendo y fingir que sólo se dan casos aislados.
Para revalidar su tesis, y como fórmula de compromiso, Ayatskov propuso sustituir el congreso por una conferencia de expertos que disertarían sobre los "aspectos jurídicos, sociales y morales de la prostitución".
El foro, recién celebrado, congregó a más de cien expertos de todo el país, que aportaron cifras reveladoras de la magnitud del problema. De acuerdo con investigaciones recientes, unas 267 mil mujeres se dedican en Rusia a la prostitución y casi 13 millones de hombres recurren regularmente a sus servicios. Tan sólo en Moscú, la prostitución es un negocio que genera ganancias del orden de 200 millones de dólares al año.
Las propias interesadas, las prostitutas, quedaron excluidas como participantes de la conferencia, pero cerca de 3 mil aceptaron gustosas responder una encuesta preparada para la ocasión. A partir de las respuestas, las autoridades de Saratov tienen una idea más precisa sobre la prostitución en la ciudad.
Este es el diagnóstico: la edad de las prostitutas va de 18 a 25 años; 14 por ciento son menores de 15 años; la mayoría son rusas, pero hay también kazajas, tártaras, georgianas y azerbaiyanas; 5 por ciento son casadas; 7 por ciento tienen hijos; 6 por ciento concluyeron estudios universitarios; 50 por ciento terminaron la preparatoria; 57 por ciento perdieron la virginidad antes de los 16 años; 29 por ciento padecieron enfermedades venéreas, y 84 por ciento apoya la idea de legalizar la prostitución.
En otras regiones las autoridades prefieren no hablar de la eventualidad de legalizar la prostitución: está legalizada de facto y se encubre con toda suerte de "salones de masajes" y demás eufemismos.
Por poner un ejemplo, en San Petersburgo, la ciudad natal del presidente Vladimir Putin, es muy variada la oferta de establecimientos de ese tipo. Sin tapujos, como en el Salón de Madame Pompadour, se promete al cliente "todo lo que puede soñar un verdadero hombre".
Su llamativa página web http://www.pompadur.spb.ru incluye reportajes gráficos de diez de las espectaculares pupilas en ropa de trabajo, es decir, en cueros, y la correspondiente lista de precios. El denominado servicio íntimo cuesta de 60 a 150 dólares por hora y, si el cliente no quiere visitar el salón, se aclara que el taxi de la muchacha contratada, ida y vuelta, corre a su cargo.