JUEVES Ť 11 Ť ENERO Ť 2001

El escritor portugués presenta en Madrid La caverna


Saramago critica el autismo consumista


AFP Y DPA

Madrid, 10 de enero. La globalización económica está envolviendo cada vez más todos los ámbitos de vida hasta el punto que los centros comerciales se están convirtiendo "en el único espacio público" para el hombre, cuyos mayores temores se derivan de su inserción en la economía de mercado, según el ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998, el portugués José Saramago.

"El único espacio público que existe hoy es el centro comercial", aseguró Saramago en la presentación, este miércoles en Madrid, de la edición española de su libro La caverna.

Trilogía involuntaria

Esta novela es la tercera obra de una "trilogía involuntaria" que nació con Ensayo sobre la ceguera y continuó con Todos los nombres. No nació como trilogía, pero "la unidad de intención" en la diversidad de temas convirtió en ello a las tres obras, explicó un Saramago como siempre tranquilo y serio, que no ahorró palabras para responder preguntas.

Ťsaramago-entrevista-jpg Antes la gente se reunía en "el parque, en la calle, en la plaza", pero en la actualidad estos ámbitos de vida se han vuelto "inseguros" y sólo en el centro comercial "la gente se siente segura" para reunirse "sin miedo a que la puedan agredir como en la calle", afirmó. Los grandes centros comerciales se han convertido también "en una nueva universidad, ya que es donde se está creando una mentalidad nueva" basada en el consumismo, dijo.

De hecho, La caverna habla del negro futuro que se le presenta a una familia de alfareros tradicionales ante la presencia de un nuevo centro comercial que "engulle" todo y puede llevar a que pierdan su modo de vida. "No estoy en contra de esos centros, pero sí contra una forma de ser y un espíritu autista de consumidor obsesionado", indicó.

Los centros comerciales no son más que la materialización de la globalización económica que, según Saramago, no es más que "una nueva forma de totalitarismo".

El autoritarismo no tiene que llevar "una camisa azul, marrón o negra" para serlo, sino que el totalitarismo "tiene muchas casas y ésta (la globalización) es una de ellas", planteó Saramago. Antes la gente tenía miedo a la cárcel y a otras formas de represión, pero ahora "vivimos bajo otro miedo colectivo" que no es otro que el de perder el trabajo.

"El miedo a perder el empleo condiciona toda la capacidad de intervención en la vida" porque alguien que tiene miedo a perder su trabajo se autolimita", aseguró el escritor portugués, afincado en las islas Canarias.

Una eventual pérdida del empleo también representa perder algo de sí mismo, puesto que "somos lo que somos y somos lo que hacemos", por lo que "lo que una persona hace es parte de su identidad", añadió.

Saramago lamentó que "la capacidad reivindicativa de los sindicatos" esté "muy limitada" para oponerse a esta nueva situación, en la que se ha producido "un desplazamiento del poder" de la política a la economía.

"Una economía puede determinar una política y eso es lo que está pasando", dijo el autor de El Evangelio según Jesucristo.

Para Saramago toda novela es como un juego, "un intento de comprender el mundo" por parte del autor, en un planeta en el que la humanidad está más interesada en mirar hacia las estrellas lejanas que en preocuparse por las necesidades de muchos de sus semejantes.

Puso como ejemplo de esta situación el gran desarrollo de algunos países que se plasma en la investigación espacial, cuando al lado hay otros hombres que a duras penas sobreviven."Me parece casi obsceno que nos preocupemos por las rocas de Marte y no por los millones de hombres que se están muriendo de hambre" en algunos países.

Saramago negó que la literatura tenga una función social en sí, pero abogó porque, parafraseando a su "venerado" Kafka, sea "el hacha que rompe el mar helado de nuestra conciencia" para hacer reaccionar a los hombres.