Ť El ex campeón, contento por su ingreso al Salón de la Fama de Canastota
En México se olvidan de los boxeadores que fuimos grandes, afirma Ultiminio Ramos
Ť Desea una chamba en un gimnasio "para no desperdiciarme a mí mismo"
CARLOS HERNANDEZ
Ante la pregunta de cómo se siente ahora que ingresó al Salón de la Fama de Canastota ?el más reconocido del mundo boxístico?, Ultiminio Ramos responde con su eterno acento cubano: "¡Coño! Bonito, lindo, precioso, ¿qué más le puedo pedir a la vida, campeón?".
?¿Ya lo esperabas?
?La verdad sí, pensaba que en cualquier momento tenía que llegar, contesta sin tono de presunción el ex campeón mundial pluma, que en su récord de 57 triunfos, seis derrotas y tres empates tiene, además, el peso de dos muertes en sus guantes.
De 60 años, edad que define como "apenas la mitad de mi vida", Ultiminio recibió la noticia de su ingreso al local neoyorquino el pasado 2 de enero, pero hasta una semana después se hizo oficial.
Se trata del segundo reconocimiento a su carrera boxística
de 18 años, ya que el 30 de octubre de 1993 fue aceptado por el
Salón de la Fama de Los Angeles, con un anillo que no se quita ni
para dormir.
Por sobre la alegría que siente al ser premiado
por el ya legendario salón de Canastota, las palabras del cubano-
mexicano reflejan un poco de amargura: "Es triste que en tu país
no te reconozcan como lo hacen en otro. En México se olvidan de
los boxeadores que fuimos grandes, de los que ya andamos en el retiro".
El Sugar de Matanzas acepta que enfrenta problemas económicos, ya que no tiene un ingreso fijo desde su retiro en 1972, pero dice que no pide nada, que sólo desea "una chamba".
Alejado ya, por "una traición" de la funeraria que llevaba su nombre, Ultiminio también dejará un tiempo su grupo musical Suavesón para dedicarse a entrenar niños y jóvenes.
Trabajó durante varios años en una agencia de entierros ubicada en la colonia La Raza, a una cuadra del hospital, "pero mi socio me traicionó, porque yo le presté el nombre, pero todas las ganancias eran para él".
Sin embargo, se entusiasma con su nuevo reconocimiento, que espera le abra las puertas en México. "Quiero conseguir una chamba por medio del gobierno, para no desperdiciarme a mí mismo.
"Creo que si fui grande como boxeador, también puedo serlo como entrenador, lo que pasa es que no tenemos el apoyo necesario", dice y asegura que los ex campeones mundiales mexicanos tienen la experiencia y conocimientos para enseñar.
Y añade: "México está perdiendo fibra en el boxeo, porque los entrenadores que tenemos son balines, ya que ni boxeadores fueron y están dizque enseñando en los gimnasios.
"Por eso los muchachos de ahora no saben ni caminar, ni qué es un jab o una derecha; nada más suena la campana y salen sin idea a tirar golpes", abunda.
Dice que espera el apoyo de las autoridades capitalinas, del titular del CMB, José Sulaimán, e inclusive "del presidente Fox, quien deberá fijarse en los deportistas que han puesto en alto el nombre de nuestro país y que actualmente andamos por ahí sufriendo sin un gimnasio ni nada".
?¿Y cómo sobrevives, Ultiminio?
Carcajada del ex boxeador previa a la respuesta: "Hay que inventar. Ahí la llevo, no soy rico, la verdad. El problema es que antes así como entraba el dinero, también salía. Y ahora que ya no entra vas sacando y te vas quedando sin nada. Tengo poquito, pero lo voy guardando".
Sugar anda en busca del Púas Olivares, "porque cada año que iba a Canastota les decía que ya era tiempo de que ingresara yo también, así que ahora le voy a decir a Rubén que este año vamos a ir juntos".
Ultiminio irá acompañado de su hijo del mismo nombre, quien por cierto da sus primeros pasos en el pugilismo profesional, ayudado por la sapiencia paterna pero con la carga del nombre.
Y mientras, el ex peleador espera que alguna autoridad lo llame a colaborar para que el boxeo nacional "vuelva a ser lo que fue", ya hasta tiene el nombre del gimnasio: Hoy, mañana y siempre, Gimnasio Ultiminio Ramos.
El cubano-mexicano fue campeón de Cuba a los 15 años y mundial a los 21; llegó a México "cuando Fidel iba para Cuba"; debutó en el Distrito Federal y quemaron la arena México por una mala decisión en su contra.
De aquellos años gloriosos en los cuadriláteros le queda la fama y el orgullo, además de un recuerdo imborrable: "cuando me ponía los guantes lo único que pensaba era arrancar cabezas".