SABADO Ť 13 Ť ENERO Ť 2001
AGENCIAS
Estocolmo, 12 de diciembre. El diplomático sueco Raoul Wallenberg, famoso en todo el mundo por haber salvado la vida de unos 100 mil judíos en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, fue abandonado por su propio gobierno en algún lugar de la Unión Soviética, sin que nadie se preocupara por averiguar su suerte y con el único propósito de evitar disputas con el Kremlin.
Esta fue la única conclusión real de una investigación durante los últimos diez años, llevada a cabo por expertos rusos y suecos, quienes sostienen que ni siquiera existen evidencias de que Wallenberg haya muerto. De hecho, algunas personas sostienen que todavía en 1989 estaba internado en un hospital siquiátrico. De estar vivo, tendría 89 años.
El diplomático fue arrestado por el ejército soviético en 1945, en circunstancias nunca aclaradas. Moscú, entonces, informó a Estocolmo que había sido detenido "por su propia seguridad" y trasladado a la prisión de Lubianka. Esta explicación, al parecer, fue aceptada por el gobierno sueco, que olvidó dar seguimiento a la situación de su funcionario. Si en verdad Wallenberg falleció en 1947, como sostienen las autoridades rusas, esto no se comunicó oficialmente a Suecia y no existe ninguna evidencia oficial de ello, según determinó la comisión, que encontró, no obstante, actas sobre una audiencia celebrada ese mismo año entre el entonces embajador sueco en Moscú, Staffan Soderblom, con Josef Stalin, quien le dijo que posiblemente Wallenberg habría muerto en algún accidente o "en la confusión de la guerra".
Alexander Iakovlev, presidente de la comisión para la rehabilitación de las víctimas de las purgas soviéticas encargado del caso Wallenberg, afirmó que el diplomático "fue asesinado en 1947", en la prisión de Lubianka, penal utilizado en ese entonces por los servicios de inteligencia de Moscú.
La documentación que encontró y analizó la comisión está llena de contradicciones, pues en ella se habla del asesinato en Lubianka, y también consta la versión de que Wallenberg falleció de un infarto.
En el informe la comisión señala que hubiera sido posible encontrar más documentos y testimonios que pudieran esclarecer el destino de Wallenberg si Suecia no hubiera aceptado las explicaciones rusas de entrada y, sobre todo, si hubiese ordenado la investigación antes de que desaparecieran archivos y murieran posibles testigos.
Asimismo, el informe señala que si Moscú insiste en decir que el diplomático murió, a este gobierno le corresponde dar las pruebas de esa muerte y explicar sus circunstancias.
Pese a todo, el incierto dictamen de la investigación ha emocionado a Kate Wacz, quien tenía 12 años cuando ella, su madre y su hermano huyeron de Hungría con pasaportes suecos que Wallenberg les proporcionó. "Existe la posibilidad de que esté vivo, y de ser así, podría expresarle mi agradecimiento personalmente. Yo estaba parada al lado de mi madre cuando ella le dio las gracias. Era un hombre bien parecido, se veía muy bien, era muy elegante. Un hombre estupendo, desde mi punto de vista", afirmó.