La Revolución, época de oro de los soldados de fortuna extranjeros: Lorenzo Meyer
Ť Adolfo Arrioja recrea en su libro la participación
del combatiente sueco Thord-Gray
ARTURO JIMENEZ
La época de oro de la participación en el país de mercenarios y ''soldados de fortuna" extranjeros se dio durante la Revolución mexicana, señaló Lorenzo Meyer, y agregó que pese a su interés este tema casi no ha sido investigado.
Meyer apuntó lo anterior durante la presentación del libro El sueco que se fue con Pancho Villa (Océano), de Adolfo Arrioja Vizcaíno, y agregó que si bien este tipo de personajes y sus avatares no han tenido mayor peso en los asuntos del país, deben verse como ''momentos irrepetibles" de nuestra historia.
Sin embargo, un personaje propio de la literatura o el cine ha sido redescubierto por este ameno ensayo histórico en el ciudadano sueco Ivar Thord-Gray, quien combatió al lado del Centauro del Norte durante los primeros años de la convulsión social que comenzó en México, en 1910.
''Se busca ametralladorista"
Subtitulado de manera polémica ''Aventuras de un mercenario en la Revolución mexicana", el libro de Arrioja Vizcaíno aborda, además, la obra de Thord-Gray, pues durante su estancia en el país escribió un diccionario inglés-tarahumara en el que manifiesta posiciones a favor de la cultura de este pueblo indígena, marginado por el resto de los mexicanos.
Thord-Gray escribió también Gringo rebel, las memorias de sus ''increíbles aventuras", y creó una importante colección de piezas arqueológicas mesoamericanas que aún se conservan en Europa.
El solía presentarse más ligado a los ingleses que a Suecia, comentó Meyer la noche del jueves en la Casa Lamm, e hizo un breve repaso de los extranjeros que han participado en guerras realizadas en México, en diversos momentos y diferentes bandos. Mencionó al liberal español Francisco Javier Mina, a los irlandeses del batallón de San Patricio, a los soldados afroestadounidenses que apoyaron a Benito Juárez y a los belgas que acompañaron a Maximiliano, entre otros.
Luego se cerró esa etapa, indicó Meyer, porque a Porfirio Díaz ''no le gustaban" los soldados extranjeros. Y ya con la Revolución mexicana vino la ''época de oro", durante la que incluso se ponían avisos en diarios de Estados Unidos buscando sobre todo ''ametralladoristas".
Después de 1913, continuó, los guerreros extranjeros comenzaron a retirarse cuando Europa ''decide suicidarse" al estallar la Segunda Guerra Mundial. Y el soldado de fortuna Thord-Gray no fue la excepción.
Para el historiador, existe una diferencia entre un ''mercenario" y un ''soldado de fortuna". Mientras para el primero la aventura es secundaria y lo principal es la paga y el botín, para el segundo lo fundamental es la adrenalina, lo exótico, el conocimiento de lo extraño. De ahí el interés antropológico y arqueológico de Thord-Gray.
La guerra sin ideologías
Adolfo Arrioja, por su parte, habló del apoyo e impulso que le dieron para este trabajo la ex embajadora de Suecia en México, Karina Enbhom de Palmquist, sustituida por Jan Stahl, presente en la presentación y de Emilio Zebadúa, quien no pudo asistir por los asuntos que ahora debe atender como secretario de Gobierno del estado de Chiapas.
Arrioja Vizcaíno enumeró el impresionante curriculum guerrero de Ivar Thord-Gray, quien desde joven abandonó su país para inclinarse por el espionaje y la actividad militar en la guerra de los boers en Sudáfrica, a favor del ejército inglés; en Filipinas o en China, al lado de las potencias europeas; en México, con los revolucionarios; o como capitán del ejército de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial.
También Thord-Gray trabajó como instructor militar del ejército estadunidense durante esa misma guerra; como contrarrevolucionario en Siberia, en un plan de Estados Unidos y Gran Bretaña contra la entonces URSS. Y participó en un movimiento para restaurar la monarquía en Portugal.
''El se enroló en las guerras de su tiempo por el gusto de participar en la actividad militar", comentó Arrioja, quien ponderó además las capacidades del sueco para el análisis geopolítico. Sin embargo, agregó, él no tenía una ideología y sólo le interesaba ''el arte de la guerra".
O como dijo el moderador Javier García Diego: ante la falta de coherencia ideológica de Thord-Gray (a diferencia de John Reed), hay en cambio ''un personaje realmente fascinante".