Martes Ť 16 Ť enero Ť 2001
Marco Rascón
La toma de Zacatecas
Ante el nuevo pacto entre la burocracia y los grupos fabricantes de derrotas, los perredistas --delegados o no-- deberán asistir masivamente a Zacatecas lo mismo en tren que a caballo, en coche, camiones de carga, lanchas o a pie para salvar los principios del partido, rescatarlo y transformarlo en la voluntad colectiva que necesita el pueblo de México para luchar y cambiar con justicia y democracia.
Si la burocracia premió con la sede del sexto Congreso el oportunismo de la corriente de Ricardo Monreal y las traiciones, habrá que dar la batalla ahí mismo, repitiendo la hazaña de la Revolución Mexicana contra la traición huertista. Zacatecas no será la tumba de la revolución democrática, sino de quienes la traicionaron.
Al margen de la convocatoria oficial para los días 24, 25, 26, 27 y 28 de abril, la base del PRD deberá salir de la parálisis en la que se encuentra, movilizarse y oponerse organizadamente contra la evolución y el instinto de los grupos que la condujeron a la crisis actual, porque ya desde ahora acuerdan la manera de continuar sometiendo al PRD. La toma de Zacatecas será como un Seattle contra la liquidación y la globalización de la traición política.
Todas las corrientes y grupos, gobernadores operadores y burocracias acordaron por unanimidad, contra tres votos en el Consejo Nacional, realizar el sexto Congreso Nacional en Zacatecas, al estilo de la más vieja tradición charra de Carlos Jonguitud y Elba Esther: llevarse los congresos a La Paz, a Chetumal o a Chihuahua, a fin de protegerse contra presencias incómodas de la base.
Esto no es fuerza de la burocracia, sino muestra de la gran debilidad. La convocatoria para la realización en Zacatecas revela el miedo de las corrientes ante el cuestionamiento masivo y la falta de autoridad moral y política de todas las instancias de dirección del partido, ya que no podrían contestar a las violaciones estatutarias generalizadas del 14 de marzo y del 18 de julio de 1999; no podrían explicar las derrotas en Guerrero y en el estado de México ni las aparatosas debacles en Jalisco y Veracruz; ni tampoco dar cuentas de los bandazos y la paralización del partido en la campaña del 2000, menos sobre lo que sucede en Tabasco y la derechización en el Distrito Federal. Las burocracias del PRD sólo desean la refundación de las corrientes, y seguramente Pablo Gómez ya prepara un nuevo proyecto de estatutos para preservar derechos y privilegios a la burocracia y presidir los debates del Congreso.
Quienes deshicieron al PRD desean cotizarse en Zacatecas para entregar los últimos jirones del partido a lo que resta del naufragio priísta y al foxismo. Su objetivo no es la refundación, sino la liquidación; es el control del aparato y, en particular, la secretaría general, que administra y se beneficia de la relación y pactos oscuros con Gobernación y los gobernadores.
Por eso, Jesús Ortega ya pactó nuevamente con el grupo de Rosario Robles dejándole la presidencia, a cambio de la secretaría general, como han hecho todos los antecesores, quienes la consideran de su propiedad y vital para controlar los intereses y prerrogativas del partido.
Los ajustes finales vendrán una vez electos los delegados con las reglas del aparato, quienes serán usados como fichas de póker para determinar los espacios para Amalia García, Mario Saucedo y López Obrador-Bejarano. Los "documentos", aun los críticos, son una bola de humo, la fachada que desviará atención y energías, mientras las corrientes pactan la "gobernabilidad" del sexto Congreso para seguir igual.
El ingeniero Cárdenas tiene una disyuntiva ante la toma de Zacatecas: la definición frente a la unidad y pactos dañinos de las corrientes, o a favor del amplio movimiento democrático al que convocó en 1988 y que ya es incompatible con el partido. Es deber hacerlo: por todos los que lucharon, los más de 600 perredistas asesinados, por sus hijos y viudas, que al igual que todos ven la decadencia, derechización y descomposición de los dirigentes actuales del PRD y la condescendencia frente a sus actos; por los principios.
La ruptura entre Cárdenas y Muñoz Ledo permitió que se colara Vicente Fox. La burocracia perredista, el priísmo y la derecha atizaron el rompimiento que significó un golpe para desaparecer a todos los que abrieron el camino en 1988.
Por eso, hay que ir a Zacatecas a dirimir masivamente la afrenta de la tragedia política que provocó la traición interna contra los objetivos históricos y los verdaderos hombres de la transición y de la revolución democrática. La cita de base será poner un cerco al sexto Congreso, liberarlo de la mordaza y tomar Zacatecas para rescatar a nuestro partido. Es la última posibilidad.