Martes Ť 16 Ť enero Ť 2001
José Blanco
Ficción guerrillera
Afines de diciembre el jefe guerrillero decía a su estado mayor: "este gobierno es cándido como pocos; ahora es cuando; la sociedad le ha tomado la palabra a Fox de que hará cuanto sea necesario para reanudar el diálogo; los espacios están abriéndose para nosotros y una ley especial nos protege. Si volvemos plenamente al escenario político tendremos, de nuevo, activamente, la simpatía y la protección internacional. Por lo pronto Fox nos tomó la palabra y anunció a la sociedad que cumpliría las tres señales que demandamos para reanudar el diálogo; por supuesto, no podrá cumplir, justamente porque nosotros mismos nos encargaremos de que le sea imposible. La situación no puede ser mejor. Podemos volver a avanzar porque hasta ahora la sociedad nunca ha asumido, ni parece que lo hará en mucho tiempo, que nosotros no estamos realmente contra el PRI ni contra ningún gobierno en particular, sino contra este sistema de explotación. Por ahora Fox cuenta aún con un amplio consenso social, pero en pocos meses se le derrumbará cuando los pobres vean que siguen tan pobres como siempre".
Marcos se sentía renovado y el alborozo le atropellaba los pensamientos. Ya intuía que la posibilidad de movilizar a una parte de la sociedad y a los medios de comunicación crecería en las siguientes semanas y meses, y había que aprovecharlo para cambiar los reflectores y la correlación de fuerzas.
El 8 de enero fue anunciado el plan general inmediato: el EZLN informó que una delegación de 24 comandantes saldría de la selva Lacandona el 25 de febrero, y que llegaría a la ciudad de México el 6 de marzo. En dos comunicados, suscritos por el subcomandante Marcos, se precisaba que saldrían por tierra de San Cristóbal de las Casas, para cruzar los estados de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Hidalgo, Querétaro, Michoacán, estado de México y Morelos.
Marcos se había percatado claramente de que la posibilidad de erosionar al gobierno estaba ya plenamente presente, justamente porque éste había decidido administrar el cumplimiento de las "señales" exigidas por el EZLN. En efecto, le habían asaltado al gobierno desde diciembre fuertes dudas acerca de la real intención de los guerrilleros de negociar la paz definitiva en Chiapas, y por ello a su vez quiso ver si había signos reales de querer dialogar por parte de los rebeldes.
Fue un paso en falso del gobierno: Marcos puso condiciones para dialogar y el gobierno las aceptó; como si lo que se demandaba como "señales" no podía haber sido parte del propio diálogo. Le fue reconocida a Marcos palabra de rey y, desde luego, la tomó íntegramente. Después, cuando el gobierno se puso a administrar el cumplimiento de las "señales", el EZLN por supuesto respondió expresando sus fuertes dudas acerca de las reales intenciones del gobierno sobre el diálogo. Además, el asunto del retiro de tropas, fuera de toda mesa de acuerdos, por fuerza se convirtió en un asunto de palabra contra palabra. El gobierno decía hablar con hechos del retiro, y Marcos denunciaba nuevas entradas de soldados.
De ahí en adelante Marcos pudo ocupar su antiguo espacio en los medios nacionales e internacionales y aun lo acrecentó, produciendo varios comunicados por semana, dejando siempre en la ambigüedad si con los 24 comandantes vendría o no el jefe guerrillero. Cuando el 25 de febrero salieron de la selva Lacandona la sociedad activamente simpatizante estaba ya movilizada. A cada uno de los diez estados en donde el EZLN realizó mítines multitudinarios acudieron simpatizantes de todas partes del país --y algunos extranjeros-- y, en todos, los 24 comandantes fueron protegidos por las células guerrilleras implantadas en cada uno de esos estados. Esto trajo como efecto el crecimiento de la imagen y de la confiabilidad de los rebeldes a ojos de muchas organizaciones campesinas.
Al llegar a la ciudad de México el pasado 10 de marzo, Marcos, encapuchado, fue recibido en el Zócalo por una gran multitud. Uno de los mayores contingentes lo aportó la UNAM, de modo que el CGH --que había hecho un fuerte trabajo de movilización-- aseguró una enorme cantidad de votos para ganar a los delegados que habrán de asistir al congreso universitario. El conjunto de las movilizaciones realizadas en el Distrito Federal en apoyo a la visita guerrillera, de otra parte, canceló en definitiva la intención de López Obrador de reglamentar las manifestaciones callejeras.
El 11 de marzo el presidente Fox y Marcos tuvieron un encuentro al que asistieron numerosos medios nacionales e internacionales, que vieron cómo el jefe guerrillero, según crónica de un periódico español, "asestó al Presidente una de las más lúcidas y jocosas catilinarias que se le hayan escuchado, y denunció ante el mundo la nula voluntad política del Ejecutivo y de los legisladores del PRI y del PAN para cumplir nada y menos aún con los acuerdos de San Andrés Larráinzar".