martes Ť 16 Ť enero Ť 2001

Víctor M. Quintana S.

Llegó nuestra hora

Qué diferente país el que tendremos. Se acabó el desgobierno de los corruptos y nacos. Ahora las dependencias públicas lucirán como este avión que nos lleva de regreso a Monterrey, luego de un día de negocios en el Distrito Federal: ordenadas, con ejecutivos de buen gusto, nada de aldoscontis ni cosas por el estilo: traje y zapatos italianos; camisa de muchos nudos de tejido por pulgada cuadrada; corbata de seda, de tres dígitos en dólares. Profesionales; casi todos con nuestra laptop o leyendo la Harvard Business Review, o de perdida la sección financiera de El Norte, o de su filial chilanga, el Reforma.

Se acabó el país de los políticos panzones y chicharroneros. Gracias a la nouvelle cuisine y a los fitting rooms de los hoteles que ahora construimos podremos dar otra imagen de marca del político mexicano. ƑTe acuerdas cómo se veía aquel subsecretario sureño, regordete, chaparro, muy moreno él, con aquel traje café oscuro, camisa anaranjada y corbata de rebanada de pizza, seguramente de Suburbia?

No cabe duda que era humillante ir a tratar y, peor aún, hacer antesala con los egresados de las cada vez más malas y más grillas escuelas de gobierno. Imagínate hasta dónde caímos: šhasta ser gobernados por un economista... del Poli! Ciertamente, él y su equipo se dieron su pasada por Yale o por Stanford o por alguna universidad Ivy League, pero no es suficiente porque "quod social background non dat, Massachussets Institute of Technology non praestat", como me dijo aquel maestro que tuvimos del Opus. O sea que si desde chico tus padres no se preocuparon por ti y te mandaron a escuelas de gobierno y no se esforzaron porque fueras a un intercambio a Estados Unidos a aprender el inglés con acento de allá y no se preocuparon porque fueras a un deportivo de nivel y te fueras involucrando en la empresa, ya te amolaron de por vida.

Ahora sí vamos a sacar a este país, con todo e indios y nacos del atraso. Nosotros sí tenemos el know how auténtico; conocemos los nichos que tenemos que explotar como país para que cada vez nos parezcamos más al primer mundo. Yo tengo muchas dudas sobre ese plan que trae Vicente, que "Desde Puebla hasta Panamá". Toda esa parte del país está vacunada contra el progreso: allá la gente está acostumbrada a sólo estirar la mano para cortar un mango o un aguacate.

Bueno, mira cómo hasta en el deporte se siente el cambio. El futbol americano en México está mejorando notablemente: los equipos de las universidades de gobierno cada vez se ven más ridículos. En cambio, todos los campus del Tec están llegando a la Liga Mayor. Al rato no se van a ver en ella más que los colores blanco y azul de los Borregos.

Nuestro pensamiento empresarial tenía que terminar por imponerse en México. No tenemos por qué seguir subordinados a la lógica corrupta y acarreadora del PRI ni a los plantones y bloqueos del PRD. Es cierto que todavía hay mucha pobreza en México, pero no se debe, como dicen los izquierdistas, a las políticas de libre mercado. Se debe, precisamente a que las políticas de libre mercado no se impulsaron hasta las últimas consecuencias por la corrupción de los priístas y las sempiternas protestas de la izquierda. Ahora no tendremos estos obstáculos para llevar a la práctica lo que aprendimos en la maestría.

Esperemos que a Vicente no le tiemble la mano y no se deje llevar por populismos.

Ya es hora que la gente trabajadora y decente como nosotros vea llegar la suya. Que los pobres no coman ansias: si se esperan a que nuestras empresas tomen más impulso, verán cómo salen beneficiados. Ojalá que tampoco se vaya a hacer bolas Vicente con lo de Chiapas: o los encapuchados dejan las armas y se integran a nuestro proyecto, que es el único que los puede sacar del atraso, o que se atengan a las consecuencias.

Para muestra un botón: según la encuesta de El Norte, para la raza de Monterrey la mejor frase del año de Vicente fue cuando reconoció que son los hombres de acá como Martens, como Rangel, como Tamez, y como muchos de los que vamos en este avión, quienes aportaremos las grandes ideas a este gobierno. No cabe duda que llegó nuestra hora.