jueves Ť 18 Ť enero Ť 2001

Antonio Ocaranza

Duelo de estrategias

La colisión en las próximas semanas que escenificarán el presidente Vicente Fox y el subcomandante Marcos para persuadir a la opinión pública sobre la solución del conflicto chiapaneco, que no ha esperado hasta marzo, tuvo su expresión en la entrevista que Marcos concedió a La Jornada y en la respuesta de la Presidencia. Que a unos días de iniciar su gestión, la Presidencia haya dejado a un lado instancias intermedias, como Luis H. Alvarez o Santiago Creel, para confrontar al subcomandante, demuestra que el conflicto podría ser inevitable y sus consecuencias, de largo plazo, difíciles de prever.

ƑCómo explicar esta confrontación? Primero, Fox y Marcos luchan por un espacio que consideran propio, en el que los dos tienen su mejor expresión: el de los medios. El éxito de Fox y Marcos se debe a que la nuestra es una sociedad mediática. La clave está en la capacidad de comunicar, convencer a audiencias diversas y movilizar a sectores de la sociedad en apoyo a sus ideas, tanto en México como en el extranjero.

Segundo, Marcos compite en un terreno donde a Fox le duele --y mucho-- compartir el estrellato: la opinión pública internacional. Las dos figuras mexicanas más importantes para los medios internacionales son Fox y Marcos. En Fox reconocen al hombre que venció al sistema en el plano electoral, y en Marcos a quien lo hizo en el rango de la conciencia. Los medios internacionales no tardarán en encontrar en la dinámica Fox-Marcos el conflicto que pueda darle dirección a sus futuros análisis de la realidad política de México.

Tercero, los mensajes de Fox y Marcos coinciden en la forma, pero chocan en el fondo. Los dos hablan de las generaciones futuras, de los "chamacos y chamacas" de México, de la pobreza y la marginación. Pero los dos ofrecen una visión de México contrapuesta. La propuesta uniforme e igualitaria de Fox se contrapuntea con la propuesta del respeto a la diversidad y las diferencias de Marcos. Y Marcos rechaza que las políticas sociales y económicas que Fox ofrece sean una respuesta distinta a la que han ofrecido los gobiernos priístas.

Más aún, las ideas de Fox y Marcos representan aspiraciones de grupos muy distintos de la sociedad mexicana que no se tocan. La base de apoyo de Fox es diametralmente opuesta a la de Marcos y el éxito de largo plazo de uno y otro está en desarrollar un mensaje que pueda persuadir a las bases del contrario sin perder las propias. Así se explica el discurso más conciliador de Marcos y el discurso social de Fox.

Por último, por paradójico que parezca a muchos de los detractores de Marcos, que a la vez son críticos de Fox, el subcomandante es hoy el único dique que puede poner en cuestión y contener el momentum de la derecha foxista. Con partidos desprestigiados y en crisis, Marcos es, hasta ahora, el único líder de opinión al que el gobierno foxista teme por su capacidad de convocatoria y su consistencia intelectual. A eso se refiere Marcos cuando señala que la intolerancia, la censura, serán, "si se deja la política del régimen que no se propone sólo durar seis años, sino establecer todo un modo del quehacer político". Sin espots de televisión y radio ni una infraestructura de mercadotecnia, Marcos es capaz de realizar las críticas más agudas a las propuestas de Fox y tener eco en la sociedad.

Seguramente, el presidente Fox puede expresar que en ningún momento pretende tener el monopolio de la razón y la verdad sobre el proyecto de país que México desea. Por el contrario, el aparente discurso tolerante pretende dar la bienvenida a opiniones disonantes. Pero, sin el control del Congreso, sin una indiscutible mayoría electoral y ante una opinión pública caprichosa, cuánto ayudaría no tener el obstáculo que Marcos representa.

Por eso, a medida que se acerque la fecha de salida de la marcha zapatista a la ciudad de México, esta confrontación habrá de exacerbarse. Como dicen ambos, esto se va a poner "de pelos".