Orlando Delgado
La batalla contra las expectativas
Vertiginosamente, las expectativas sobre el desempeño probable de la economía se alejan de la postura oficial: las empresas dedicadas a realizar pronósticos económicos han advertido que la inflación no será de 6.5 por ciento, el producto tampoco crecerá a 4.5 ni el tipo de cambio promedio del año será de 10.10 pesos. En los primeros días de enero se hablaba de una inflación de 7.3; una semana después, de 7.6, y ahora se plantea que puede alcanzarse 9.3; lo mismo ha venido ocurriendo para la meta de crecimiento del PIB, ya que se dijo que apenas se llegaría a 4, luego a 3.5, y esta semana se estima que 3 por ciento es optimista.
La información sobre la economía estadunidense ha jugado un papel fundamental en este corrimiento de las expectativas, ya que una desaceleración brusca tendría fuertes impactos en variables claves, como las exportaciones y el déficit en la cuenta corriente, si a esto se agrega el precio del crudo, las presiones sobre el tipo de cambio, que supera ya los 10 pesos, se exacerbarán. Esto explica la diferencia entre las estimaciones sobre el tipo de cambio promedio y la meta comprometida: entre 10.5 y 11 pesos por dólar; un aumento en este precio clave, a su vez, tendrá repercusiones sobre los precios, complicando la evolución esperada.
La respuesta a esta modificación de las expectativas de los agentes económicos que opinan sobre el desempeño futuro de la economía fue un nuevo incremento en el corto, llegando a 400 millones de pesos en los saldos acumulados diarios, con el propósito de alinear las expectativas inflacionarias a la meta de este año y a la de 2003 de lograr un crecimiento de los precios de 3 por ciento; el Banco de México sabe que aunque con cada nuevo corto se reduce su impacto, busca que el "mercado" acepte que está dispuesto a seguir aplicando medidas que restrinjan la liquidez, pese a los impactos sobre la actividad económica.
El análisis de la inflación del último trimestre, realizado por el propio Banco de México, muestra que el ligero repunte observado se debió a factores temporales en los precios de los productos agrícolas; ello da cuenta de que no existen presiones estructurales relevantes que cuestionen la meta, esto es, factores derivados del funcionamiento de las variables productivas y de consumo. Por el contrario, aunque el gasto ha seguido creciendo a tasas relativamente altas y los salarios contractuales han obtenido incrementos promedio de 11 por ciento, la inflación no sólo no se ha salido de control, sino que la meta propuesta para 2000 fue mejorada.
La política monetaria restrictiva continuará, en tanto las expectativas permanezcan por encima de la meta comprometida de 6.5 por ciento; estas expectativas son extremadamente volátiles, de modo que una nueva reducción en las tasas de interés de referencia de Estados Unidos, como se espera que ocurra el 31 de enero, afectará los resultados esperados de la economía estadunidense y, en consecuencia, modificarían los estimados para México. Sin embargo, las medidas que ha tomado el banco central, y las que próximamente puede tomar la Secretaría de Hacienda, no solamente afectan las expectativas, sino que alteran la evolución de la producción y el consumo, ciertamente más difíciles de corregir que lo que se cree que puede ocurrir.
El secretario Gil ha señalado que aunque la economía del país sólo será zarandeada, se han empezado a observar despidos en las empresas automotrices; en tanto el presidente Fox reconoce que el panorama económico de 2001 presenta nubarrones y el secretario Derbez acepta que las exportaciones caerán 50 por ciento, pero se logrará crecer a 4.5. Estas opiniones omiten el tema central para los millones de mexicanos que esperaban mejorar sus condiciones de vida con la llegada del nuevo gobierno: ¿se va a defender la producción, la generación de nuevos empleos, los ya existentes y el consumo de las familias?
En la batalla contra las expectativas, lo fundamental es alinearlas a las metas, sin importar el costo sobre las variables reales. Se trata de convencer al "mercado" de la firmeza de la conducción monetaria, golpeando a los que producen y consumen en nuestro país y para nuestro país, elevando la tasa de interés de los Cetes a casi 10 puntos reales de rendimiento; si las expectativas no se corrigen, se seguirán incrementando los rendimientos y desalentando la producción. Los despidos en las empresas proseguirán, pero la firmeza monetaria es ?y seguirá siendo? inquebrantable, ¡faltaba más!