JUEVES Ť 18 Ť ENERO Ť 2001

Olga Harmony

Nuevos nombramientos

Escribo estas líneas el lunes 15, antes de que se hayan oficializado dos nombramientos que, en el terreno del teatro, resultan buena noticia. Espero que la información que tuve -y que es muy posible que cuando aparezca este artículo esté confirmada- sea correcta no sólo porque no quiero aparecer como alguien que intente un albazo, sino porque ambos nombres satisfacen muchas espectativas del gremio. Lo único que cabe esperar es que los nuevos funcionarios tengan libertad de acción y suficientes recursos para proteger físicamente los bienes que se les entregan.

Lo anterior, sobre todo, para que Otto Minera, quien quedaría al frente de la Coordinación de Teatro del INBA, pueda dar mantenimiento a los teatros de la Unidad del Bosque, que se le entregan renovados y con nuevos equipos. Durante la gestión anterior se dio una larga batalla porque esto ocurriera, desde la propuesta de recurrir a la inversión privada para construir un estacionamiento subterráneo, cines, cafetería o restaurante y librería. Con el dinero de la concesión se reconstruirían estos teatros y se añadiría un nuevo edificio para danza. La propuesta, como se recordará, suscitó grandes resistencias en el medio (azuzado por algún columnista que cada fin de semana afirmaba que ya estaban listas las brigadas para derribar los teatros y privatizarlos, lo que era enteramente falso) y el proyecto se archivó. Los edificios teatrales, por fin y casi para terminar el sexenio, fueron renovados, con algo que fue mucho más que la manita de gato que algunos afirman.

Sería lamentable que tuviera que pasar otro medio siglo para que alguien se ocupara de estos teatros. Los que conocemos a Otto Minera sabemos de la porfía que se oculta detrás de sus corteses maneras y esperamos que tenga los apoyos necesarios. Ignoro de qué manera continuará con el proyecto de Teatro Escolar en los estados, del que se mostró entusiasta, y si los comodatos de los edificios del IMSS continuarán. Lo que sí se puede afirmar desde ahora es que su generosa convicción de hombre de teatro continuará ofreciendo espacios y oportunidades a muchos teatristas tal como vino haciendo en el Centro Cultural Helénico y que desde luego sus proyectos serán de largo alcance en la muy difícil tarea de seguir tejiendo los lazos de la esperada república teatral, a lo que imprimirá su sello personal. Es de esperarse que cuente con mucho apoyo de las autoridades y de la comunidad teatral -que mucho lo estima- para domar al tigre que se sacó en la rifa.

El otro nombramiento, de alcance menor, es el de Luis Mario Moncada al frente del Helénico en sustitución de Minera. Moncada ya demostró sus capacidades en la breve temporada en que estuvo al frente de Teatro y Danza de la UNAM. Hereda un teatro con graves carencias, para cuyas solución no hubo presupuestos, pero que sigue siendo muy importante y al que sin duda hay que darle apoyo para mejorar su infraestructura, ahora que se resolvió el problema de los edificios de la Unidad del Bosque. El único temor que se tendría ante el joven funcionario es cierta proclividad generacional, y si es verdad lo que afirmó en su momento de que la vocación del teatro universitario es dar cabida a los jóvenes, esto no se puede aceptar de un teatro estatal, aunque en el otro espacio, La Gruta, se puede continuar la tarea de dar a conocer a nuevos valores, lo que lo convirtió en semillero de talentos (y de otros que no resultaron tales).

En caso de que esta sea otra de mis frecuentes equivocaciones, y sean otros los nombrados, lo dicho queda como aspiración de lo que se pide hacer en estos puestos.