JUEVES Ť 18 Ť ENERO Ť 2001
Ť Llenó tres cuartas partes del Auditorio Nacional la noche del martes
Mediocre producción opacó la voz de Christina Aguilera en su primer show
Ť Sobre su llegada, dijo que fue una locura la recepción y que se salió de control
Ť Cuando la cantante vocaliza deja salir su alma negra y sus tonos gospelianos
FABRIZIO LEON
Christina Aguilera dio su primer concierto en México ante más de tres mil adolescentes que, acompañados por sus papas, ocupaban tres cuartas partes del Auditorio Nacional.
Inició a lo seguro con su éxito El genio atrapado, lo cual satisfizo de entrada a los que pagaron los cientos de pesos por ir a verla.
Con su voz prodigiosa con tintes negros y sus delgadas piernas, recorrió el escenario. ''Oh, oh, oh (mi cuerpo dice quiero) oh, oh, oh (pero mi alma tiene miedo)''.
Vestida de negro, la guapa cantante dijo en su primera pausa que el año pasado había sido muy loco y que estaba aprendiendo el idioma español. Quiero aclarar, dijo, la situación que ayer pasó en el aeropuerto. "todo se salió de control, fue una locura la recepción".
Aguilera, rodeada de siete músicos, dos coristas y siete bailarines, inició un show complaciente, donde las luces y el sonido atestiguaban los centímetros de mediocridad que da la fama fundada en una excelente voz, sin producción. Un pobre juego de luces y dos enormes pantallas blancas sin uso, atestiguaban el breve concierto.
Con un sensual ritmo la intérprete cantó en los dos idiomas y trataba de motivar a unos músicos desangelados. Los fans nunca dejaron de agradecer la presencia de Aguilera.
Cambiose de ropa. Y ahora vestida de rojo, cantó en un español que no entiende, pero sabe que se oye bien, muy bien, sobre todo cuando ella lo vocaliza y deja salir su alma negra o los tres gramos de gospel que la mojan.
Una guitarra flamenca anuncia su rola No pongas tus manos sobre mí y una cantante nerviosa hace el mejor esfuerzo y puede sacar avante la canción. Pero Aguilera se distrajo y olvidó una palabra del estribillo. Nada que las coristas (lo mejor del grupo musical) no arreglen con su voz similar a la de ella.
A otra cosa, mariposa
Varios padres de los adolescentes corrimos al bar. Sabíamos que no había intermedio (su show no lo aguanta) y cuando volvimos a la sala de conciertos, se encontraba en el escenario un DJ de tercera corriendo discos LP imitando nada. Sin imaginación trató de ganarse a una concurrida adolescencia que no le celebró los cinco minutos de juego analógico.
La protagonista salió al escenario y en medio de un soul raquítico presentó a su grupo. Ella, alegre, daba cándido juego con su voz a los 45 kilos de su efigie, mientras el grupo musical daba cuenta de cuán caro pueden ser sus honorarios por tocar como si estuvieran en la fiesta del sobrino que no les paga. Medianos músicos para tan solvente voz, que pareciera nadie produce. Voz sin dirección que trabaja por horas con MTV y que seguramente se convertirá en horas de vuelo a quien sabe donde.
El publico aclamaba a la originaria de Pennsylvania. De padre ecuatoriano y con signo sagitario. Ella cantaba en español y el sonido rebotaba en las bocinas de un conjunto que parece no ecualizó.
Anunció su canción Ven conmigo (ven conmigo baby... es hoy la ocasión) y el publico acudió a ella. Minutos después el show de Aguilera terminó. La obscuridad no era propicia para el encore. No había la bulla que han conseguido otros artistas ahí mismo, pero ellos comprendieron que tenia que salir y así lo hicieron. Dedicó la rola a las mujeres y a las 21 horas con 59 minutos, Christina Aguilera terminó su show como aquel video que MTV siempre tiene en puerta a altas horas de la madrugada. Nuestras hijas adolescentes estaban felices.
Aguilera bebió litros de agua en el camerino y una hora después, recostada en el amplio sillón de su suite, del hotel Presidente, solicitó al room service carne asada con verduras. Esto lo acompañó con una cocacola. Hoy se levantará tarde y acudirá al auditorio para checar el sonido y ensayar. La artista no pide maquillista ni peinador, sólo pide agua.