DOMINGO 21 DE ENERO DE 2001




Francia debate sus actos en Argelia

La tortura, ese fruto envenenado

La polémica comenzó con El llamado de los doce, que emplazó al gobierno francés a condenar públicamente la práctica de la tortura empleada durante la guerra contra la emancipación del pueblo argelino. Se trataba de liberar la conciencia francesa y argelina; no como ejercicio de venganza, sino para acabar con todas las sombras de ese pasado y hacer justicia

Rubén MOHENO


_ƑCuántos prisioneros argelinos ultimó usted en esa forma, fuera de cualquier escaramuza en el campo?

-Es difícil decir... Son actos difíciles... No se sabe nunca. Yo diría que entre 10 y 30...

-ƑNo sabe usted con precisión cuántos hombres mató?

-Sí... Yo maté a 24.

Este diálogo, entre la periodista de Le Monde Florence Beaugé y el general retirado del ejército francés Paul Aussuaresses, se publicó el 23 de noviembre último, y ahora es pieza clave de un proceso que involucra a importantes ámbitos de la sociedad francesa, a varios de sus principales periódicos y al gobierno de aquel país: se busca hacer luz sobre la tortura y otros crímenes cometidos durante la guerra de liberación argelina, de 1954 a 1962.

raoul-salan El detonador inmediato de ese proceso fue lo que hoy se conoce como El llamado de los doce, aparecido el 31 de octubre anterior en el periódico L'Humanité, donde emplazaron al presidente de la República, Jacques Chirac, y al primer ministro Lionel Jospin, a condenar públicamente la práctica de la tortura empleada durante la guerra contra la emancipación del pueblo argelino. Un periodo, dice el escrito, donde "todo estaba permitido"; donde la tortura, como "mal absoluto", se practicó de manera sistemática por el "ejército de la República", y se le cubrió en los "altos círculos de París". Por ello el exhorto a un "trabajo de memoria que no debe conocer ninguna discriminación de tiempo o de lugar".

La tortura, dijeron también, fue el "fruto envenenado de la colonización y de la guerra, expresión de la voluntad del dominador de reducir por todos los medios la resistencia del dominado". Por esa razón, anotaron los doce, recae en Francia la "responsabilidad esencial" de aquellos crímenes.

Ese llamado propone liberar la conciencia francesa y argelina; no como ejercicio de venganza, sino para acabar con todas las sombras de ese pasado y hacer justicia. No busca tan sólo establecer la verdad histórica, sino liberar el porvenir de diversas generaciones del peso de la culpabilidad, de lo silenciado y de lo que no se ha reconocido. Por ello han invitado también a todos los testigos y a los ciudadanos a expresarse sobre un tema que pone en juego toda su humanidad.

El llamado había tenido, a su vez, otro detonador: la publicación del relato que hizo Djamila Boupacha de las torturas sufridas en 1957, cuando fue acusada de colocar una bomba. Bajo tortura, ella "confesó" haberlo hecho. La abogada Gisèle Halimi la representó en ese juicio, en el que fue absuelta por falta de pruebas en 1962.

Las confidencias del general Aussuaresses (hoy de 84 años) son uno de los primeros resultados de ese ejercicio de memoria, a pesar de que él no se muestra arrepentido en modo alguno. El anciano general dijo que si tuviera que enfrentar hoy la misma situación "sería un malestar enorme". Pero, añadió, "actuaría de igual modo, y estaría en contra de cualquier expresión de arrepentimiento por parte del Estado francés".

La guerra de liberación de Argelia tuvo un giro particularmente cruento en su ciudad capital (recuérdese la película de Gillo Pontecorvo La batalla de Argel), donde la policía se vio rebasada y los franceses emplearon su décima División de Paracaidistas para combatir al Frente de Liberación Nacional (FLN). Aussuaresses era el oficial de enlace de esa división con la policía y la justicia, y su comandante era el general Jacques Massu.

Jacques Massu (hoy de 92 años) también fue entrevistado por el periódico Le Monde, y admitió haber ordenado el método de tortura, pero defendió el punto porque eso llevaba al rápido descubrimiento de artefactos explosivos colocados en el barrio europeo de Argel. Sin embargo, al final hizo otro planteamiento:

-ƑQué piensa usted del llamado que hizo un grupo de intelectuales en las columnas de L'Humanité para que la práctica de la tortura durante la guerra de Argelia sea reconocida por Francia y condenada?

jacquesMassu -Yo pienso que sería algo bueno. Moralmente, la tortura es algo feo, por eso yo lo tomaría como un avance. Y si eso pudiera tener consecuencias afortunadas, me parecería muy bien.

-Guerras sin torturas, Ƒeso le parece un poco ingenuo o ilusorio?

-Muchas cosas buenas son ingenuas al principio, pero vale la pena intentar esa. Por mi parte, admito que conozco bastante la naturaleza humana y no creo demasiado en ella.

El llamado de los doce ha tenido éxito porque ellos forman un conjunto heterogéneo, que igual incluye a la viuda de un general que sufrió castigos por negarse a avalar la tortura, a la legendaria abogada Gisèle Halimi, soldados desertores, varios miembros de la resistencia, etnógrafos, historiadores y miembros del Comité Audin. Maurice Audin es el nombre de un matemático comunista que era profesor en la Universidad de Argel en 1957 (el Partido Comunista francés se opuso a la guerra colonial). La versión oficial habla de Audin como desaparecido, "se fugó"; pero muchos señalan a un teniente paracaidista como estrangulador del matemático. Massu y Aussuaresses dicen no saber nada sobre la suerte de Audin.

La figura de Aussuaresses ya había aparecido en varios relatos de ficción histórica; en uno de ellos como jefe de "lo que bien podría llamarse un equipo de asesinos profesionales". El mismo narró su rutina de trabajo:

-Todas las mañanas... yo hacía mi reporte [al general Massu] y le contaba lo que había sucedido la noche anterior. Para recordar eso, nosotros consignábamos todo en un grueso cuaderno. Tenía cuatro páginas para cada día: una para Massu, una para [Raoul] Salan (comandante en jefe de las fuerzas armadas en Argelia) una para [Robert] Lacoste (ministro-residente en Argelia) y finalmente una para mí. Algunas veces, yo le decía a Massu "Atrapamos a un tal" y lo miraba a los ojos antes de añadir "Lo matarán mañana". Massu emitía un gruñido, y yo tomaba eso por un sí". Una noche, me recuerdo, Bigeard me dijo: "Capturé al grupo terrorista de Nuestra Señora de Africa, una banda de asesinos, y no sé qué hacer con ellos. ƑPodrías pedir consejo a Massu?" ƑQué íbamos a hacer? ƑEntregarlos a la justicia? Eso estaba fuera de toda cuestión, teníamos otras cosas qué hacer además de examinar las situaciones particulares de ciertos individuos en el marco de la legalidad... Trinquier [un colega suyo] y yo fuimos entonces con Massu, y Trinquier le sugirió: "ƑNo crees que habría que enviarlos al maquis (dicho de otro modo, despacharlos)?" Massu respondió: "šUn maquis bien lejano!" Poco después, si no el mismo día, se presentó Max Lejeune, secretario de Estado de las fuerzas armadas, de visita en Argel. Massu le explica el problema y le dice: "ƑEntonces, qué hacemos?" Max Lejeune, que había comprendido muy bien, le dio la respuesta siguiente: "Cuando Ben Bella y sus asistentes (los jefes históricos del FLN) fueron avistados por Francia en un avión sobre el Mediterráneo (el 22 de octubre de 1956), la decisión del gobierno francés fue derribar el aparato. Si finalmente renunciamos a dar la orden fue porque la tripulación era francesa... ƑMe comprende usted?" Massu emitió un gruñido. El había comprendido...

Tanto el presidente Chirac como el primer ministro Jospin parecen inclinados a desalentar la controversia. Y varios partidos políticos no asumen posiciones coherentes. Pero a juzgar por la onda de choque desatada por el llamado no les será fácil detenerlo; los periódicos, y los doce, se han visto inundados con cartas que piden llegar hasta las últimas consecuencias (aunque algunas, también, piden "no remover la mierda"). Ya se discute el asunto en municipalidades, y existe una propuesta en la Asamblea Nacional para formar una comisión que investigue las torturas y los crímenes contra la humanidad cometidos por Francia. Se ha generalizado la opinión de que la tortura era algo sistemático e institucionalizado.

Será porque Aussuaresses se expresó en términos directos y coloquiales:

-Un día, miembros de un grupo parlamentario llegaron de París para investigar sobre la tortura en Argelia. Lacoste los envió con Massu. Se les dio como escolta al capitán Denoix de Saint-Marc, porque era un oficial con mucha prestancia y un contacto humano excelente. Durante su ronda, los parlamentarios caen sobre un oficial de instrucción que interrogaba a un fellah. El portavoz del grupo aprovecha la oportunidad y pregunta al oficial francés, un astuto coronel (al que habían prevenido de la visita): "ƑQué hay de la tortura?" Y el otro le responde: "Y bien, mire usted, justamente estaba interrogando a un prisionero". "ƑY cómo procede usted?", preguntó el parlamentario con desconfianza. "Y bien, escucho lo que me dice el prisionero", dice el otro sin perturbarse. "ƑY cómo sabe que le dice la verdad?", insiste el parlamentario. "Y bien, šlo hago que jure sobre el Corán", responde el oficial de instrucción, que logra contener la risa... En ese momento, se escucha al fellah que grita: "šSobre un Corán eléctrico, sí!"... Fue Denoix de Saint-Marc, que estuvo presente en la escena, quien me lo contó. Me hizo reír mucho.

La entrevista a Aussuaresses hizo que Gisèle Halimi dijera que el llamado había sido "rebasado", y había que ir más lejos.

Los impulsores del ejercicio de memoria no juzgan de menor importancia el hecho de que algunos de los torturadores de entonces, al final agrupados en la organización terrorista y golpista OAS (Organización del Ejército Secreto), hoy se encuentren en el partido político fascista Frente Nacional.