Ť Indígenas ecuatorianos tomaron pacíficamente el poder y destituyeron al presidente
Hace un año, Jamil Mahuad salió del Palacio de Carondelet, "a empujones"
Ť Los politólogos aún discuten si fue un putsch manipulado, o una prueba de radicalismo étnico
Ť El mandatario Noboa parece no tomar en serio el mensaje
de la "revolución del arcoiris"
JOSE STEINSLEGER ENVIADO
Quito, 21 de enero. Hace un año, en un hecho sin precedentes en la historia de América Latina, los indios de Ecuador tomaron pacíficamente los tres poderes del Estado y destituyeron al presidente constitucional, Jamil Mahuad. Expulsado a empellones del Palacio de Carondelet, y posiblemente temiendo el linchamiento, el ex gobernante huyó con rumbo a la base aérea del aeropuerto internacional y luego desistió, refugiándose en la embajada de Chile.
En Washington, en la Unión Europea, en la OEA, en los gobiernos de todo el mundo se preguntaron ?y aún se preguntan? qué pasó en esta ciudad en aquellas jornadas del 21 y 22 de enero en las que el país amaneció con un presidente indio y un coronel rebelde al frente de una "Junta de Salvación Nacional", un vicepresidente constitucional que asumió el gobierno del derrocado y dos triunviratos efímeros que intentaron encauzar la rebelión popular.
Durante muchas horas, el país andino giró en una suerte de agujero negro que devoró todo lo que se aproximaba a su órbita gravitacional. Con millares de personas en las calles, los partidos políticos desaparecieron del escenario y los legisladores se refugiaron en sus casas para enterarse de lo que acontecía por radio y televisión.
En el Ministerio de Defensa, el quiebre de la cadena de mandos de las Fuerzas Armadas hizo que 36 generales del Comando Conjunto estuviesen a punto de agarrarse a los golpes. ¿Vacío de poder? En todo caso, un vacío que los dirigentes indígenas llenaron con la ocupación de la presidencia, donde grandes espejos versallescos los reflejaba tal como eran: la amargura viva de Ecuador.
Viendo que por enésima vez la realidad chocaba con sus teorías, los politólogos discuten acerca de si el alzamiento del 21 de enero fue un "putsch manipulado" o una manifestación del "radicalismo étnico". Sin embargo, tres millones de indios no mueven el dedo del renglón: nunca más besar las manos del patrón, nunca más agradecer por el látigo que durante 500 años se descargó sobre sus espaldas, nunca más la palabra ofensiva de "los que saben" contra un país que cruzó el fin de milenio pataleando en la miseria y en la más cruda desesperanza.
La palabra ofensiva no se doblegó. El presidente derrocado calificó a la sublevación de "cantinflada" y en Guayaquil, el ex presidente León Febres Cordero (1984-88), patriarca de la oligarquía más temible del país, declaró: "Esto sucede porque en la Academia del Ejército se dictan clases de sociología, economía e historia".
Fuera de Ecuador, hubieron voces que se pronunciaron en iguales términos. La única disonante fue la del presidente de Venezuela, Hugo Chávez: "Nadie puede condenar o juzgar la acción soberana del pueblo ecuatoriano. Los pueblos no se detienen y si la salida no es pacífica, pueden explotar".
Ecuador ha sido nación pionera de las sociedades progresistas: "Luz de América" en la emancipación (1809); garantía militar durante la luchas por la independencia (1822, Batalla de Pichincha); primera revolución liberal en firme (1895); primer presidente socialista de América (Luis Larrea Alba, 1931); el Código de Trabajo más radical del continente (1937) y primera Constitución que condena toda forma de colonialismo y discriminación racial, reconociendo el derecho de los pueblos a liberarse de los sistemas opresivos y la eliminación de la odiosa discriminación entre hijos legítimos e ilegítimos (1979).
Entre regímenes civiles y militares, autoritarios o dictatoriales, interinos y fugaces, la república de Ecuador ha tenido 105 gobiernos en 170 años de vida independiente (1830-2000) y 19 cartas constitucionales. Un gobierno cada año y medio, una constitución cada nueve años. Pero en comparación con los países vecinos, no ha sido la represión cruel y la sangre lo que ha distinguido a la política de los ecuatorianos, sino una singular idiosincracia compuesta de paacifismo y rebelión civico-popular constante.
Con todo, el presidente Gustavo Noboa parece no haber tomado en serio el mensaje soterrado de la "revolución del arco iris". Tras los hechos del 21 de enero, dijo: "Este es un país en el que la gente está acostumbrada a hacer lo que se le da la gana en todo sentido. En un mundo globalizado, hay en Ecuador gente tan ignorante que no entiende que esto es así" (Agencias, 31/1/2001).
Política y periodísticamente, Ecuador está calificado como país de "bajo perfil". El calificativo "ingobernable" podría ser tentador. La historia ecuartoriana del siglo XIX y XX demuestra que "indomable" sería el adjetivo justo.
Quito, 21 de enero. Grupos sindicales e indígenas de Ecuador, que hace un año lograron derrocar al presidente Jamil Mahuad con el apoyo de oficiales del ejército, se congregaron hoy en un parque capitalino para conmemorar la fecha, al tiempo que el coronel retirado Lucio Gutiérrez, uno de los líderes de la insurrección, lanzó su movimiento Sociedad Patriótica 21 de enero.
Unas dos mil personas ?entre indígenas, estudiantes y dirigentes laborales? intentaron marchar hacia a la manifestación en la Plaza de la Independencia, frente al Palacio de Carondelet, sede del gobierno del presidente Gstavo Noboa.
Un fuerte dispositivo de seguridad impidió la llegada de los caminantes, que dieron media vuelta y por diferentes calles llegaron hasta el parque El Arbolito, donde asistieron a la proclamación del movimento de Gutiérrez.
El ex militar, quien se vio obligado a pasar a retiro tras el apoyo a la rebelión indígena-popular, afirmó que los ecuatorianos perdieron hace un año una "oportunidad histórica para hacer cambios en la institucionalidad democrática", y aseguró que en el país continúan "la impunidad y el éxodo de migrantes, a la vez que se han ido incrementando la poblreza y el desempleo".
Gutiérrez, quien encabezó a centenares de oficiales jóvenes que se sumaron a la rebelión indígena, propuso seguir luchando "juntos por una nueva república".
Mientas tanto, la normalidad predominó en Quito y las demás ciudades de Ecuador, aunque el líder indígena Antonio Vargas anunció para mañana el bloqueo de carreteras como rechazo al gobierno de Noboa, quien con el apoyo de los altos mandos de las fuerzas armadas remplazó a Mahuad en su condición de vicepresidente, poniendo fin al efímero gobierno de "salvación nacional" surgido de la rebelión.
Existe la percepción "de que, un año después, Ecuador no ha aprendido la lección", dice hoy el diario El Universo, al destacar que el descontento popular sigue latente pese al cambio del presidente, y continúan las protestas contras los últimos incrementos al precio del transporte, el gas y la gasolina
(Afp y Ap)