Crecieron 9.8% las ventas en tiendas de autoservicio
Repunta el consumo
MARIA RIVERA
Los refrigeradores nuevos han regresado a las casas mexicanas y en los clósets ya cuelga ropa actual. Tras una década perdida, el año pasado los consumidores vieron confirmado lo que habían empezado a avizorar en 1999: que recuperaban su capacidad de compra. Los alimentos ya no se llevaban todo el salario, quedó algo en el bolsillo para reponer los electrodomésticos viejos o para comprar los que no había. Los remiendos también quedaron atrás, los excedentes se utilizaron para renovar el vestuario. Las casas empezaron a ser reconstruidas y los autos renovados.
Hay una recuperación modesta de la capacidad adquisitiva real del salario. "Las familias regresan al consumo de bienes más duraderos que estuvieron muy castigados en los años anteriores", asegura Enrique Penella, director de Mercadotecnia de la firma AC Nielsen, que realiza servicios de medición del comercio detallista. En el mismo sentido se orientan las opiniones de comerciantes e industriales. Nadie habla de que se haya llegado a jauja, ni al mejor nivel de consumo posible. Cierto, admiten, siguen existiendo 40 millones de mexicanos excluidos de estos beneficios, pero muchos dejaron atrás el mero nivel de supervivencia en el que estaban.
Los porcentajes de recuperación del nivel del consumo en el 2000 varían según la fuente: la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) informa que el crecimiento de sus ventas fue del orden de 9.8 por ciento. Cifra similar ofrece la Cámara de Comercio del DF, que agrupa a pequeños y medianos establecimientos. Por su parte, AC Nielsen indica que el aumento osciló entre 5 y 6 por ciento.
Las tiendas departamentales como Liverpool, Palacio de Hierro o Sears -que cubren el mercado de los estratos medios altos y altos- tuvieron un crecimiento de 15.2 por ciento. Buena parte de este consumo (de bienes de alto precio) se realizó con tarjetas de crédito de las mismas empresas o de los bancos. Todos ofrecían pagos diferidos a tres e incluso seis meses. Con esas facilidades, Ƒquién podía resistirse ante los ansiados zapatos de marca si el cobro llegaría hasta marzo?
Pero la mejoría también llegó a los sectores de menor poder adquisitivo. Los consumidores que van a los supermercados o las pequeñas abarroterías incrementaron sus compras. Los electrodomésticos también presentaron un aumento de venta en estos estratos. Muestra de ello es que la penetración de las televisiones a color en este medio fue de casi diez puntos porcentuales.
El maestro de primaria Francisco Ramírez trabaja dos turnos. Su departamento, recuerda, se había deteriorado con el paso de los años. Algunos de sus hijos perdieron el empleo y tuvo que ayudarlos, así que sus salarios apenas alcanzaban para que la familia pudiera comer y vestir; ni hablar de meterle un peso a la casa. El año pasado reparó la cocina integral, tapizó los muebles de sala y pintó su hogar. Hasta le quedó algo del aguinaldo para ahorrar. Comenta que uno de sus hijos, también maestro, empezó a amueblar su departamento: compró una televisión a color y una lavadora. "Todavía estamos lejos de aquellos años en que un maestro podía comprarse una casa y tener un buen carro, pero estamos empezando a levantar cabeza".Los noventa serán recordados como los años perdidos. Al menos para los consumidores, que sobre todo recuerdan el 95 como el año que vivieron en peligro. Muchas familias apenas se están liberando del endeudamiento ocasionado por aquella crisis y empiezan a tener recursos para el consumo, reconoce Luis Santana, presidente de la ANTAD.
Indica que el rubro de ropa creció 11.6 por ciento y el de mercancías generales -donde están incluidos electrodomésticos y artículos para el hogar- 14. Bastante más que el de alimentos, que sólo aumentó 6.7 por ciento. ƑCómo se explican esas cifras? Muy sencillo, dice, porque durante la crisis fueron esos sectores los que cayeron. El único que se mantenía a flote era el de alimentos, porque se puede prescindir de todo, menos de la comida.
La industria de la confección ve con satisfacción esta recuperación. Aunque su crecimiento de 8 por ciento está fundado en las exportaciones, reconocen que el mercado nacional se está recuperando. El éxito que tuvo la venta directa al público de más de 200 fabricantes en el Palacio de los Deportes, durante diciembre, es una prueba de ello. Y la venta en los grandes almacenes, donde se comercializa más de 30 por ciento de la ropa, también fue buena. El fin de año, época en que tradicionalmente los mexicanos renuevan vestuario, ha sido un éxito, reconoce Alejandro Faes Noriega, presidente de la Cámara de la Industria del Vestido. La crisis hizo que lo anticuado pasara como clásico, y todavía los armarios nacionales acumulan ropa que brilla a fuerza de planchadas y con uno que otro remiendo, pero ya empiezan a aparecer prendas nuevas y a la moda.
Dos de los principales indicadores de que la economía está echada a andar, según los mercadólogos, son la industria automotriz y la de la construcción. Lo que sucede en ambos sectores sirve para adelantar ciclos económicos, y ambos terminaron con buenos números el año pasado. La cifra de crecimiento de la industria automotriz fue de 32.7 por ciento, que si bien se explica por el crecimiento de sus envíos al extranjero, también indica que el mercado nacional de autos populares y compactos se incrementó. Las calles se han empezado a llenar de carros nuevos. Como en todo, hay quien queda al margen de los avances, y son los comerciantes de autos usados quienes vieron cómo su clientela de los años de crisis los abandonó para hacerse de un último modelo mediante créditos.
La industria de la construcción también habla de un crecimiento cercano a 6 por ciento. Cierto, admiten, fue fin de sexenio, época en que ejecutan recursos con fines políticos, pero la construcción de vivienda de interés social fue uno de los rubros que contribuyó a ese repunte.
Según algunos, la palabra clave en esta recuperación es confianza. Hay estudios, comenta Roy Campos, presidente de Consulta Mitofsky, empresa de estudios de mercado, que indican que el nivel de consumo no se da en función del dinero que uno tiene, sino del que espera tener. ''Si yo tengo dinero pero pienso no tener nada, me lo guardo, pero si no tengo, pero existe una alta probabilidad de que me va a llegar, me endeudo. El que haya habido consumo a crédito o al contado quiere decir que hay confianza. El que pidió prestado es porque cree que va a poder pagarlo, y el que otorgó el crédito es porque piensa que lo podrá cobrar. También el que compró al contado sabe que recuperará ese dinero porque va a ganar más. El consumo está ligado a la confianza".
Relaciona la seguridad con la política, y en este caso al tranquilo cambio de régimen que está viviendo el país: "La percepción es de que finalmente no somos un país tan malo si pudimos hacer una transición sin derramar una gota de sangre". Cualquiera que sea la explicación, lo cierto es que durante el año, pero sobre todo a finales, en las fiestas decembrinas, la gente salió a la calle y se dio cuenta de que podía adquirir cosas. José González, taxista que tiene su base en Pabellón Polanco, lo resume en una frase: "Fue un año como hace mucho no se veía".
ƑCauteloso o derrochador?
Sobre el comportamiento del consumidor nacional hay dos versiones opuestas. La mayoría coincide en que después del 95 se volvió cauteloso y sumamente racional en el uso de tarjetas de crédito. Ya no compra por comprar ni derrocha. El lugar común del mexicano despilfarrador ha cambiado mucho, sostienen los analistas. Penella da un ejemplo: el éxito que han tenido ciertas presentaciones de productos que permiten el reciclamiento del envase original. "En lugar de lo que cabría esperar de que compramos, usamos y tiramos". Eso sí, ahora que están saliendo de la crisis los consumidores ya no sólo se fijan en el precio -que era hasta hace poco el valor que decidía la compra- sino que busca el producto que ofrece una mejor relación precio-calidad.
No todos coinciden con la visión de que las carteras nacionales son más racionales. La percepción del presidente de la Canaco, Roberto Zapata Gil, es que siguen siendo impulsivas, aunque lo explica por el cúmulo de frustraciones que han tenido durante tanto tiempo. "Uno se da cuenta de que aumenta el consumo en bares, restaurantes y lugares de atracción los días de quincena. No hay planeación en los gastos; si la hubiera, la gente podría salir dos días al mes cuando quisiera, pero no, en cuanto cobran se lo queman todo: basta ver cómo están las calles de la ciudad de México los viernes de quincena''. Señala que en las fiesta navideñas no faltaron los regalos para las amigas, ni "los lujillos" para uno mismo o para la familia.
En lo que todos coinciden es en que las compras se hicieron con base en realidades, no en plástico. La división de tarjetas de crédito de Bancomer estima que su facturación para diciembre será de alrededor de 200 millones de pesos y el incremento en el uso de este medio de pago el año pasado fue de .8 por ciento. Muy lejos de lo que manejaban en los primeros años de los noventa. Lo sucedido en el 2000 lo califican como un signo de recuperación, después de que la mitad de los usuarios dejó de manejar este medio de pago.
Todo, menos mi crema
Otro elemento que está cambiando las pautas de consumo es la creciente participación de la mujer en el mercado laboral (38 por ciento de las mayores de 12 años realiza alguna actividad remunerada, según INEGI). Los comerciantes indican que las compras de este sector son, por lo general, más razonadas.
Zapata Gil lo dice de otra manera: "Durante mucho tiempo el mexicano, por ejemplo, anduvo en autos que no le correspondían, muy por arriba de su nivel de ingresos. Uno los veía en sus cochesotes, mientras en su casa tenían unas cortinitas colgadas con un mecatito; ahora sus mujeres les dicen, claro, hay que tener un carro para trabajar y para salir los fines de semana, pero vamos a ver las condiciones del hogar, qué alimentación vamos a tener. Se está balanceando el gasto familiar".
También los productos tienen que acompañar estos cambios. Con horarios desestructurados y papeles cambiantes, está surgiendo una serie de artículos para responder a las nuevas necesidades de consumo. ƑQuién tiene tiempo para preparar un verdadero mole o adobo que lleva horas de elaboración? Prácticamente nadie, así que han aparecido en los anaqueles presentaciones de esos mismos alimentos listos para servirse. La oferta es clara: una combinación de ahorro de tiempo y hábitos de consumo que vienen de generaciones atrás.
Pero hay épocas y ámbitos en los que el sello de la mujer es definitivo. Diciembre es su época de gloria, lo mismo que de los pequeños. Los comerciantes se concentran en ambos grupos. Los hombres sirven de compañía, y a veces, para pagar las cuentas. Los del sector vestido tienen que tomar en cuenta el gusto femenino no sólo para la ropa de mujer, sino para la masculina y la de los niños. Tres cuartas partes de los que pagan en caja alguna prenda son mujeres. La señora elige la ropa de sus maridos y de sus hijos. Así que si ella gusta de las combinaciones de café con fucsia o de amarillo limón con el azul cielo, la familia entera lucirá como mosaico. Los enseres mayores y menores, también los decide ella.
No siempre las mujeres agregan cordura al consumo; hay ocasiones en que pierden la cabeza. AC Nielsen realiza sus mediciones con base en cuatro grupos de productos que denominan canastos: alimentos, uso doméstico, licores y salud y belleza. El año pasado, este último aumentó su volumen de ventas 11.6 por ciento. Pero ni aun en las peores épocas de la crisis dejó de crecer. Más de unos tomates y unas papas se quedaron en el camino a las cajas registradoras. "Todo, menos mis cremas y mis champús", era la consigna. Es una cuestión de autoestima, de resistencia a la caída, explican los mercadólogos, o lo que es lo mismo: si hay miseria, que no se note.
Las perspectivas de consumo para este año son buenas. Nadie habla de que se mantendrán las mismas cifras del 2000, pero creen que la inercia de la economía alcanzará para llegar a niveles parecidos. ANTAD menciona un 7.3% de expectativas de crecimiento. Claro, todos se vuelven hacia el norte esperando desentrañar las nubes en el horizonte. La desaceleración del mercado estadunidense es la principal preocupación. "Será un año un poquito más complicado'', indica Alejandro Martínez Gallardo, presidente del Consejo de Cámaras Industriales (Concamin), pero México ya está suficientemente maduro. El mercado interno tendrá que seguir repuntando". Mientras tanto, los consumidores tuvieron un respiro, y eso sí festejaron en grande el fin de año. Lo bailado ya nadie se los quita.