LA VOZ DE LOS DUROS
Conforme se aproxima la anunciada visita de dirigentes, militantes
y simpatizantes zapatistas a esta capital, en lo que habrá de ser
la culminación de una gira por más de una decena de estados,
el panorama político se enrarece por voces que demandan impedir
la realización de ese viaje; algunos, con base en interpretaciones
retorcidas de la vigente Ley para la Concordia y la Pacificación,
llegan incluso a exigir la captura de los líderes rebeldes que se
aventuren fuera de Chiapas.
En contraste con la buena disposición y hasta el
entusiasmo que diversos sectores de la sociedad civil y de la clase política
han expresado ante el viaje de los zapatistas, los exhortos a impedirlo
se han hecho escuchar en ámbitos gubernamentales, en las filas priístas,
en las cúpulas empresariales y en los sectores más retrógrados
del PAN, fielmente representados por Diego Fernández de Cevallos
y por el actual diputado federal Armando Salinas Torre quien, como secretario
particular del entonces procurador general Antonio Lozano, estuvo vinculado
a la canallesca emboscada policiaco-militar perpetrada por el régimen
de Zedillo el 9 de febrero de 1995 contra la directiva y las comunidades
del movimiento indígena.
Los empeños por evitar el desplazamiento de los
rebeldes se expresan, también, en formas un tanto menos burdas,
en las inocultables inconsistencias de comunicación social del actual
gobierno y en los enfoques reduccionistas y frívolos que pretenden
presentar la actual coyuntura del conflicto chiapaneco como una mera disputa
de imagen y de presencia en los medios entre el presidente Vicente Fox
y el subcomandante Marcos.
Las resistencias referidas recurren a alegatos en favor
de la estabilidad institucional --y hasta de la financiera, como el que
en días pasados urdió el presidente de la Canacintra, Raúl
Picard--, a una supuesta defensa del estado de derecho y hasta a la pretendida
ausencia de "gestos de buena voluntad" por parte de los rebeldes ante las
innegables acciones de distensión emprendidas en Chiapas por el
Ejecutivo Federal.
Tales argumentaciones son deleznables. No hay, ni en la
Ley de Concordia y Pacificación ni en ninguna otra parte de la legislación
nacional, impedimento alguno para el proyectado viaje de los zapatistas,
quienes con su determinación de acudir a la capital de la República
para impulsar la aprobación, por parte del Legislativo, de la iniciativa
de la Cocopa sobre derecho y cultura indígenas, han ofrecido una
muestra inequívoca y contundente de su deseo de insertarse en la
civilidad y la institucionalidad democrática. Corresponde a los
sectores lúcidos e incluyentes de la sociedad crear los espacios
para que sea posible tal inserción y para garantizar, así,
la reactivación y la consolidación del proceso de paz. Ese
proceso ha permanecido estancado por demasiado tiempo debido, precisamente,
a las maniobras de los entornos autoritarios e intolerantes, los cuales
exhiben una suerte de pensamiento criollo que los lleva a la indignación
y al escándalo cada vez que los indígenas de este país
deciden ejercer sus derechos ciudadanos. |