MIERCOLES Ť 24 Ť ENERO Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
icente Fox ha recibido la he- rencia envenenada del negocio institucionalizado del narcotráfico que le dejaron anteriores gobiernos priístas, sobre todo el de Carlos Salinas, quien lo convirtió en exitosa empresa familiar, y el de Ernesto Zedillo, que toleró arreglos a cambio de cierta paz.
EL NARCOSISTEMA
INJUSTO SERIA, por tanto, pretender cobrarle responsabilidad al cien por ciento al gobierno actual por los cívicamente bochornosos acontecimientos del penal de Puente Grande. Fox recibió una estructura terriblemente dominada por el dinero de las bandas criminales organizadas. Todo era y es negocio, desde las madrinas, pasando por policías federales, agentes del Ministerio Público, subprocuradores y, cuando menos hasta el 30 de noviembre del año pasado, el mismísimo procurador. Lo mismo ha sucedido en el sistema carcelario, totalmente postrado ante el poder económico de los narcos. Y en la red de jueces y magistrados estatales y federales. El círculo perfecto, siempre bien aceitado con dólares.
ƑPLATA, O PLOMO?
LA CONSIGNA es sabida: los funcionarios deben escoger de qué quieren ser llenados, de plata o de plomo. Quienes siguen vivos escogieron, obviamente, la opción brillosa. Lo cual no quiere decir que quienes cayeron bajo el metal opaco lo hayan hecho por rehusar la plata. La mayoría de los crímenes en los que participan policías se debe a desarreglos internos, ajustes de cuentas entre facciones, negocios mal ejecutados, traiciones y venganzas. Plata, o plomo...
LA ESCALERITA
PERO NO SE han quedado sólo en los linderos judiciales o policiacos los ríos de dinero que produce el negocio trasnacional de la droga. Como es natural, la plata ha tocado, y ha dominado, domina, la estructura política del Estado mexicano. Por cientos se cuentan los municipios en los que los jefes locales del narcotráfico han impulsado candidatos (por igual del PRI que del PAN o el PRD) para que se hagan de la alcaldía y, desde allí, den protección a las prósperas empresas patrocinadoras (igual impulso han dado a algunos candidatos a diputados y senadores). Varios gobernadores han sido financiados con capitales sucios e inclusive se han convertido en jefes de facciones. Secretarios de Estado y secretarios particulares presidenciales también ha habido de los que se ha hablado con insistencia como parte de esos poderosos cárteles. Y, cuando menos, familiares de presidentes (hijos de Miguel de la Madrid, hermanos de Carlos Salinas, hermanos y parientes políticos de Ernesto Zedillo).
NEGOCIO ES NEGOCIO
OTRA VERTIENTE importante de este magno negocio nacional, el de la droga, ha inyectado extraordinaria vitalidad a la economía nacional que de otra manera estaría alicaída. No se habla aquí sólo de quienes abiertamente se han dedicado al lavado de dinero sino, además, de consorcios y empresas de cuello blanco y guantes impolutos que, sin embargo, han aceptado silenciosamente que sus operaciones comerciales sean favorecidas por las dosis de dinero provenientes del tráfico de drogas que en público censuran y contra el cual inclusive pueden organizar campañas de rechazo.
EN ESOS TERRENOS hay, sí, un punto que es importante mantener presente en medio de las airadas declaraciones del presidente Fox y su equipo de trabajo, y de las promesas y planes y programas de guerra contra el narcotráfico: el Presidente del cambio, pese a toda la palabrería dicha en cadena nacional, es el representante de los intereses de esos grupos empresariales favorecidos largamente durante el régimen priísta por las inyecciones de dinero provenientes de los sótanos. No está de más recordar las incesantes acusaciones hechas en el sureste contra el presidente de Banamex, Roberto Hernández, y sus variados negocios. No es excesivo traer a la memoria que en su primer viaje al extranjero, el entonces presidente electo quiso incorporar a su comitiva como invitados especiales a empresarios de polémico historial, algunos, socios de Carlos Cabal Peniche.
DURMIENDO CON EL ƑENEMIGO?
REHÉN DE LOS compromisos hechos con quienes financiaron su campaña presidencial --y que no actuaron movidos por finos sentimientos patrióticos, sino interesados en invertirle a un negocio redituable-- el presidente Fox tiene, por lo demás, en casa, a representantes destacados de las plagas que dice querer combatir: allí está el jefe de la inteligencia salinista y zedillista, Jorge Tello Peón, a quien Jorge Carrillo Olea fue conduciendo por los caminos del Cisen y Gobernación, y a quien el presidente Fox nombró subsecretario de Seguridad Pública. Tello Peón, que conoció obviamente al dedillo todas las irregularidades que se cometían en los penales de presunta máxima seguridad para favorecer a reos especiales como El Chapo. Tello Peón, quien fue a meter orden a Puente Grande a la misma hora en que Archibaldo Guzmán Loera salía tranquilamente por la puerta principal de la cárcel, como muchas otras veces lo había hecho. Tello Peón, quien ahora se escandaliza de lo mismo que supo y conoció antes en los gobiernos de los que formó parte. Allí está también Alfonso Navarrete Prida, miembro de esa mafia encorbatada cuyo jefe ha sido Jorge Carpizo, siempre empeñado en cambiar el juicio de la historia a base de histerismos televisados. Navarrete Prida, que ahora es subprocurador general de la PGR bajo las órdenes del general Rafael Macedo de la Concha, quien ha llegado a confesar que parecería que antes la citada procuraduría era un enorme tesoro del que todos los partícipes se sentían dueños absolutos. Y no sólo ellos: también están, en otras áreas, para darle seguridad a los capitales nacionales, algunos representantes del neoliberalismo salinista-zedillista, garantes de que el sistema seguirá operando igual, con buenos negocios para todos, vengan de donde vengan los dineros vivificadores de la economía que mucho sufriría si se pusiera remilgos antinarco.
LA ESTRUCTURA que recibió Fox permitió y prohijó hechos como la fuga de El Chapo, ciertamente. Pero la estructura que seleccionó el poder foxista a la hora del presunto cambio simplemente ha consolidado esas tendencias. Por ello, planes y programas de combate contra el narco se anunciarán pero, a fin de cuentas, lo que llegará será un nuevo acuerdo, un nuevo arreglo, un pacto actualizado. Los anteriores gobiernos priístas se aliaban con determinada banda y le daban protección sexenal, echando contra los adversarios todo el poder del Estado. Pero siempre, al inicio de esos gobiernos, se agitaba el avispero a más no poder para negociar mejor. Plata o plomo es la elección, y la economía mexicana no está para hundirse sino, más bien, para brillar.
(EN TANTO, sigue la guerra de declaraciones hilarantes: la ministra Olga Sánchez Cordero, ponente de la tesis judicial que concede al Presidente de la República la decisión de extraditar reos a Estados Unidos bajo criterios discrecionales, ayer dio una entrevista de radio en la que airada, enérgica, apasionada, dijo casi con la mano sobre la Biblia que la fuga de El Chapo no tuvo nada que ver con la aprobación de estas innovaciones judiciales. Por lo pronto, Luis, El Güero Palma, y Rafael Caro Quintero, ya tramitan amparos para no ser llevados al vecino país norteño. Otro declarante de colección fue un subprocurador de la PGR --Campos, parece ser el apellido que escuchó el distraído tecleador en la radio-- quien dijo que un pobre diablo como El Chapo jamás podría torcer el recto camino de la justicia y el bello sendero de las instituciones)
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