JUEVES Ť 25 Ť ENERO Ť 2001
Ť ''El lector está ahí, siempre, del otro lado del espejo''
Ortogan a Leñero el Premio Villaurrutia
Ť El 27 de febrero, la entrega Ť Aumentó la dote: de 50 mil a 70 mil pesos Ť Pensé que nunca me iban a dar ese reconocimiento, comenta
CESAR GÜEMES
Después de una hora de que fue anunciada ante la prensa, Vicente Leñero se enteró de la buena nueva: es el actual Premio Xavier Villaurrutia. Como cada año por estos días, se da a conocer al destinatario de uno de los más prestigiosos reconocimientos literarios que se confieren en el país. En esta ocasión, además, se hizo público que la recompensa económica asciende de 50 mil a 70 mil pesos. El 27 de febrero se entregará de manera formal. Por lo pronto, Vicente Leñero con sus primeras respuestas al hecho.
-ƑLo esperaba, don Vicente?
-Desde luego que no. Con el Premio Villaurrutia tenemos una relación muy singular: si se lo dan a alguien cuando es muy joven, es un apoyo, un aliciente, una forma de acercarse a los lectores; cuando se lo dan a uno de manera posterior, la reacción es primero de sorpresa y luego viene la alegría al saber que el trabajo realizado tiene repercusión entre los lectores y también entre las personas que conforman el jurado, escritores también. Pensé que nunca me lo iban a dar, esa es la verdad. Me llegó en esta etapa, pues qué bueno.
-Sus lectores, conformados al menos por dos generaciones, esperamos que en su escritorio tenga varias sorpresas preparadas. ƑLas hay?
-El primer sorprendido sería yo si eso pasara, en serio. A veces siento que estoy al final de mi vida como creador. No creo que albergue mucho ya en mi escritorio.
-Parece una afirmación depresiva.
-Es un punto de vista al que le he dado muchas vueltas y poco tiene que ver con el estado de ánimo. Es algo concreto, una sensación muy clara. Y ahora que lo digo pienso que no me altera, ni me deprime, qué va.
-Desde hace tiempo ha sostenido posturas similares, pero regresó al teatro y a la novela. Faltaría que regresara al periodismo.
-Espero nunca haberme ido o alejado del periodismo. No creo que haya sucedido así porque se vuelve una segunda naturaleza, otra piel, una forma de mirar, de escribir, una actitud alerta ante la realidad. En cuanto a las idas y vueltas dentro de los géneros literarios sucede que uno se descubre, si no cansado, con menos historias para contar que al principio. A mí me pasa eso y según veo, con recurrencia. Es cierto que he intentado cerrar mi labor teatral o novelística y no ha sido posible. Quizá ya no sea prudente de mi parte anunciar o esbozar la posibilidad de un retiro definitivo de nada. Lo que sí te digo es que luego de La vida que se va no creo hacer cosas importantes. Uno más o menos sabe cuando es necesario dejar en paz la máquina de escribir.
-En las escuelas de comunicación y periodismo se ha vuelto un clásico. ƑEstá consciente de eso cuando escribe?
-De lo único que estoy consciente cuando escribo es del renglón que sigue. No es falsa modestia, lo digo de verdad. Es una de las primeras enseñanzas que nos deja el ejercicio periodístico. Otra cosa es hablar del lector al que uno se dirige: nadie escribe para sí mismo, no en este oficio. El lector está ahí, siempre, del otro lado del espejo.