SABADO Ť 27 Ť ENERO Ť 2001

Ricardo Robles O.

ABC para otro sexenio

Cada sexenio, en la Tarahumara, los programas de diversas dependencias suelen volver a un repetido error, antiguo como la historia, ciego ante ella. Lo proponen como novedad genial, como el paso evidente, previo, necesario, para activar las soluciones todas. Se debe superar el primitivo patrón de asentamiento disperso y reunir a los tarahumares en pueblos, en núcleos atendibles. La intención expresa es clara, proporcionarles servicios. El argumento teórico es irrebatible. No obstante, llevamos cuatro siglos queriendo imponer el sueño colonial de reducirlos, fracaso tras fracaso, y parece que no aprendemos todavía que la colonia se puede renombrar, pero no deja de ser colonialista.

Por esa y otras dos razones los tarahumares hicieron la guerra un siglo, y si optaron por la paz fue al precio de que España respetara su libertad para seguir viviendo como debe ser, como los más antiguos abuelos enseñaron, como el Dios los puso en este mundo, en la libertad que la discreta mutua distancia les ha garantizado, aprovechando los pastizales para el pastoreo de modo racional, cerca de sus minúsculas parcelas, en espacios ecológicos de medida humana. Su cultura se labró, se estructuró, se adaptó y readaptó a su geografía, a su hábitat, a su mundo.

Ellos son así, creen y saben que deben seguir siendo así. Su diferencia puede resultarnos absurda a otros y persistimos en corregir ese su error, en hacerlos mejores achicándolos a nuestra medida.

En los últimos sexenios el tema de los indios, sus pueblos, sus culturas, ha entrado irreversible a la agenda política mexicana. Ineludible está ahí ya por todo el mundo también. La conciencia de responsabilidad ante la historia, de los derechos de todos, ha crecido sin duda entre los pueblos de indios, no en otros ámbitos al parecer. La pluralidad posible y necesaria no parece ser siquiera una palabra con sentido en los ámbitos de gobierno, por ejemplo. Ello y mucho más se discutió, se profundizó, se asumió en San Andrés. Todo ello se negó luego desde quien no tuvo capacidad de comprenderlo o prefirió ignorarlo. Todo ello, desde su "ABC" se va retomando ahora para un sexenio más. No parecemos tener en la sociedad mexicana capacidad de más. Pareceríamos fatalmente destinados a creernos más que el anterior cada sexenio, a creer que con nosotros llega por fin la genialidad, que el mundo sólo nos necesitaba a los de ahora para ser más armonioso y razonable. Y así no dejamos ni dejaremos de repetir los mismísimos errores, cada sexenio.

Así, todos los temas se van replanteando desde sus elementos más simples, para tedio de todos, una vez más. Faltaba más, estamos en una era nueva, la del cambio, la de la democracia, voz de todos, la de Fox. ƑQué haríamos si no volvemos hoy a programar, geniales, los errores pasados, si no los ensayamos, si no intentamos colonizar por fin, de verdad, en serio, para que reine un solo pensamiento, el dominante? ƑQué otra cosa es esa oferta de promesas parciales sobre sólo una partícula de lo que fueron los diálogos y pedir que se entreguen a cambio las armas? O es no haber pensado nunca el punto, o no haber registrado la historia, o la ingenuidad irrumpiendo en la nueva era sin vergüenza, o la ironía burlesca de quien siempre discriminó y se regodea en hacerlo hoy de nuevo. Podemos estar presenciando el horror de una antigua y renovada estrategia ante los indios, el desdén como política de Estado.

Por suerte están los pueblos indios, los que han guardado la memoria, y estamos también los muchos que los hemos acompañado en su lucha de justicia para la paz. No será posible tanto olvido, como se promueve en los medios. El error es el mismo del sexenio anterior, con otra palabrería se intenta sustentar las mismas opciones. Esperemos que no sea solamente una nueva máscara de la misma demagogia. El choque será más brutal entre los pueblos y sus gobiernos mientras más se empecinen estos últimos en tener la razón sobre todos los demás, en no aceptar las diferencias culturales, en imponerles a todos con supuesta y novedosa "genialidad" su propio y presuntuoso ver y entender. El abominable etnocentrismo se entroniza una vez más.