SABADO Ť 27 Ť ENERO Ť 2001

Ť Viable, reformar la ley de la materia, asevera Vicente Rodríguez

Muchos curiosos y escasos postores en la subasta de las piezas en custodia del IPAB

Ť El morbo, dijeron algunos de los asistentes, se extinguió con la puja anterior

Ť La ''obra de la noche'' fue El toro echado, de Soriano; sin dueño, pintura de Nishizawa

MIRYAM AUDIFFRED

Son casi las 20:00 horas y la casa de subastas Louis C. Morton de Lomas de Chapultepec presenta una extraña calma. Afuera, las cuatro esculturas monumentales de Alejandro Colunga ?propiedad de la banca intervenida y en manos del Instituto de Protección al Ahorro Bancario? se yerguen en ausencia de compradores. El morbo ?dicen algunos de los asistentes? murió con la subasta anterior; cuando en ese mismo lugar el IPAB remató 305 obras de arte y objetos decorativos adquiridos por banqueros ''famosos" como Angel Isidoro Rodríguez, El Divino.

Es noche de jueves y en la sala hay 221 piezas procedentes de Banca Cremi, los bancos Obrero, de Oriente, Banpaís, del Centro y Estrategia Bursátil, casa de bolsa. La lista de pujantes registra 51 personas y también acepta ofertas vía telefónica, a diferencia de la realizada en agosto del año pasado donde, por cierto, el IPAB recabó 4.7 millones de pesos (La Jornada, 12/08/00).

subasta-ipab-2Ofertas... y más ofertas

Luis López Morton toma el micrófono ante decenas de curiosos y empieza la subasta. Ofrece el óleo sobre tela Paisaje con río, de T. Chávez, y no hay postores. Primer signo negativo. Sigue el acto y muchas obras regresan a bodega. Llega el lote 54, un óleo de Adrián Molero, La vista de Zaragoza, que con un precio de salida de 11 mil 500 pesos alcanza 20 mil.

Otra vez la calma. Gajos, de Brian Nissen y Cozumel al anochecer, de Luis Filcer, pasan inadvertidos. Nadie pudo ?o nadie quiso? pagar los 58 mil y 63 mil pesos solicitados. Llegan las obras de Albert James Clark y, de repente, caen 86 mil pesos a las arcas del IPAB. El Caballo de tiro en un establo con pointer, de John Frederick Herring, pasa de largo.

Por fin, uno de los platos fuertes hace su aparición. Se trata de la acuarela sobre papel de Luis Nishisawa, Tepoztlán, que ''sorpresivamente" se quedó sin dueño. México bajo la lluvia, de Vicente Rojo, es adquirido por la paleta 107 en 115 mil pesos. Los ánimos se han calentado. Un aplauso recibe a la ''obra de la noche": El toro echado de Juan Soriano. Sale con un precio de 370 mil pesos. Hay ofertas.... ofertas.... y más ofertas. Al final, un señor ?que prefirió el anonimato? se lo lleva por 490 mil pesos.

Para muchos, la venta de esta obra de arte es el fin de la noche y se retiran. Empero, quedan muchos cuadros y muebles por ofrecer. Ha pasado hora y media y de 74 obras subastadas, 33 han regresado a la bodega en espera de otra oportunidad.

¿Público mueblero?

De acuerdo con Vicente Rodríguez, titular de Comunicación Social del IPAB, este año habrá dos o tres subastas más. De hecho, asegura que se tiene hasta enero de 2002 para vender las piezas, incluyendo las 36 que desea el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Asegura que estas obras se exhiben en el Museo Rufino Tamayo ?se trata de algunos Siqueiros, Tamayos y Velascos? y que existe la posibilidad de que no sean subastadas.

Al respecto, explica que no obstante ''la Ley de Protección al Ahorro Bancario obliga al Instituto (IPAB) a vender sus bienes, no es imposible conseguir una reforma" para lograr que estas piezas se integren al acervo del INBA. ''Sólo es cosa de que los legisladores actúen en ese sentido", concluye.

Mientras tanto, los objetos de los bancos intervenidos seguirán rematándose. Como ha sucedido hasta ahora, tal parece que estas subastas continuarán exhibiendo, al mismo tiempo, los malos gustos de algunos banqueros y los anhelos de muchos que, como la mayoría de quienes acudieron a la Louis C. Morton el jueves, no tuvieron ni los diez mil pesos de depósito de garantía solicitados para adquirir una paleta y participar en la puja.

Los muebles se vendieron casi en su totalidad y hubo quienes afirmaron que esta noche se trató de un público mueblero, pero a final de cuentas el IPAB no consiguió los 2 millones de pesos que esperaba.