SABADO Ť 27 Ť ENERO Ť 2001

ANDANZAS

La danza en la televisión 11

Colombia Moya

CONTINUANDO CON ÉSTA brevísima síntesis de la danza en la televisión mexicana y nuestra experiencia en ella a partir de los años cincuenta, podemos afirmar que, a pesar de su inclusión en algún programa de Brígida Alexander con teatro de Moliere y Antonio Passy, en aquel rudimentario estudio de Bucareli, así como el esfuerzo de Luis de Llano con Amalia Hernández y su Ballet Moderno de México en Televicentro, y los programas de General Motors con Michael Panaieff y el Ballet Concierto de México, la danza fungía como relleno de programas de entretenimiento. La danza culta, y los bailarines de show, vedettes y mamboletas convivían en una extraña mezcla. La cultura era símbolo de aburrimiento y solemnidad, la danza debía ser bonita, decorativa, nada serio, un complemento para cantantes y músicos. La televisión requería acción, alegría y mucha superficialidad. Sin embargo, para mí representó una experiencia importante y una serie de ideas indefinidas aún, pero definitivas, ya que a ello dedicaría años después mi carrera profesional. La difusión de la danza y la cultura en los medios masivos de comunicación.

LUEGO DE MIS estudios en el extranjero, llena de ideas y nuevos conocimientos como la expresión corporal y tantas cosas más, ante la imposibilidad de conseguir trabajo en México como coreógrafa, o maestra en el gremio institucional de las patronas de la danza mexicana, limitadas y gregarias, posesivas y autoritarias, terminaron mis días de bailarina en el Ballet Contemporáneo de Bellas Artes, recién disuelto por Ana María Mérida, y con Amalia, Guillermina o la propia Academia de la Danza Mexicana, no existía apertura ni perspectiva alguna, Héctor Azar me acogió en el teatro con mi expresión corporal, inédita entonces en México (1966), y el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa de la UNESCO entonces, me otorgó los conocimientos para producir, dirigir y escribir para radio y televisión. Difundir la danza y su vasta red de vasos comunicantes con la cultura y la vida real, fueron mi objetivo central. La segunda oportunidad de participar como comentarista de danza en la televisión, la encontré con Don Miguel Alvarez Acosta, cuando dirigía la subsecretaría de Radiodifusión (1970) de la SCT. La televisión cultural de México, como uno de sus proyectos se iniciaba, y Teleculturama Semanal, conducido por Juan Saldaña era una de sus cartas. Don Antonio Rodríguez se encargaba de Artes Plásticas; de cine, Juan López Moctezuma, Graciela Doring, el teatro, Alberto Dallal de libros, y yo, en la danza. Grabábamos en el piso 8 del edificio de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en la calle de Xola, con grandes carencias y dilaciones. Una vez, mi invitada para entrevista, Doña Ana Sokolow, hubo de esperar horas. Era desesperante pero apasionante al mismo tiempo. Ahí empecé a tratar de convencer a Alvarez Acosta de que me dejara realizar un enfoque totalmente nuevo de la danza en Tv. Pronto se me permitió hacer el programa piloto de Teledanza, una visión global y multidisciplinaria de la danza, para niños y adultos, didáctico, divertido y pleno de información histórica, en donde incluí Juan Calavera de Josefina Lavalle (única obra viva entonces), como parte de las obras clásicas de la renombrada época de oro de la danza mexicana. Ya en los flamantes estudios de radiodifusión en Churubusco, grabamos más de 140 programas que de inmediato salieron al aire, semanalmente, en el tiempo oficial (12.5%) a que tenía derecho en la programación del Canal 4 de Azcárraga.

AL CAMBIO DE sexenio, en el 76, Margarita López Portillo se apareció en Churubusco con su nueva corte entre la que se encontraban para danza, Doña Ana Mérida y Alberto Dallal, eterno admirador y promotor de Doña Guillermina Bravo. Naturalmente se suspendió la producción de Teledanza y yo fui enviada a la bolsa de trabajo de Gobernación con mi plaza recortada, hasta que tiempo después me sacó de ahí Juan Saldaña, como nuevo director del Canal 11, adonde Teledanza continuó con repeticiones únicamente, un par de años más al aire en esa emisora. Yo me dediqué a conducir y comentar todo lo de danza, películas y programas grabados en Bellas Artes o lo que se presentaba en la UNAM, durante mi ejercicio como jefe del Departamento de Danza. No fue sino hasta 1988-89 que se me permitió volver a producir lo que yo deseaba. La otra danza se llamó la serie, e incluyó a la joven danza mexicana, Barro Rojo, Contempodanza, Ux onodanza, Waldeen y su último ballet, Adriana Cataño y 20 grupos más, con gran aceptación del público y la comunidad joven de la danza. La segunda parte de la serie, Nuevos repertorios, como parte del proyecto global, quedó enlatada al nuevo cambio de gobierno y la entrada de Alejandra Lajous como directora del Canal 11. Ella apareció con la filosa tijera salinista y una nueva corte, entre la que también se encontraba Alberto Dallal en cultura. Pronto con la inflexibilidad y crudeza de la nueva banda, acepté firmar "mi renuncia voluntaria" suspender una lucha de veinte años para abrir brecha a la danza mexicana y nuevos enfoques en la televisión.

HOY SE GRABA esporádicamente la danza mexicana y con "el poder del dolar" en la Tv cultural de México hemos visto maravillas, aunque ya es indispensable la noticia o entrevista al gremio nacional. Yo he cumplido 20 años intermitentes difundiendo la danza en mis programas de radio, y hoy de nueva cuenta, parece haberse comprado "la idea" de grabar La Coronela de Waldeen para el Canal 22, proyecto realizado también en los 80 por Ana Mérida con la SEP, incluyendo obras revividas en la época de oro de la danza mexicana. Así pues lo que mata engorda...

Por un lamentable error de edición, Andanzas se publicó incompleta la semana pasada. Por ello la presentamos nuevamente, ofreciendo una disculpa a la autora, Colombia Moya, y a los lectores.