DOMINGO Ť 28 Ť ENERO Ť 2001

Ť Invita el obispo a fieles a predicar el Evangelio de la reconciliación

Urge desenmascarar obstáculos para la paz: Arizmendi

ELIO HENRIQUEZ CORRESPONSAL

San Cristobal de las Casas, Chis., 27 de enero. En estos momentos "se requieren voces clarividentes, inspiradas en el Evangelio, que denuncien dónde están y quiénes son los obstáculos para la paz en Chiapas", afirmó el obispo de la diócesis local, Felipe Arizmendi Esquivel.

En el mensaje que pronunciará durante la misa de este domingo, en la catedral de San Cristóbal, y que hoy se hizo llegar a diversos medios de comunicación, el prelado asegura que también se necesita "desenmascarar a quienes impiden la justicia para los pobres; pero también profetas que anuncien los caminos de la reconciliación y de la fraternidad".

El obispo, quien ha insistido en la "grave división que priva en las comunidades" indígenas, aclara, sin embargo, que "no basta denunciar, ni generar sólo desconfianza y rechazo a las instituciones, sino que también urge presentar alternativas de solución", pues "es fácil hablar, criticar y descalificar, pero muy difícil construir un mundo nuevo". Con lamentos, enfatiza, "no se mejora ni se transforma la situación", por lo que "es mejor encender un cerillo, que maldecir la oscuridad".

Agrega que actualmente también se necesitan constructores de una vida nueva, sobre todo para los campesinos e indígenas, pues "si a ellos les fallamos, traicionaríamos la misión que Jesús nos encomendó, que es llevar la liberación a los oprimidos".

Arizmendi Esquivel subraya que todos los cristianos, no sólo los obispos y sacerdotes, "debemos ser profetas de Dios y anunciar su palabra por doquier, sin avergonzarnos de nuestra fe. Hemos de ser testigos de un estilo diferente de vida, aunque nos critiquen y no nos comprendan, incluso nuestros propios amigos y parientes. Hay que ser valientes para denunciar todo aquello que sea contrario al plan de Dios, aunque nos expongamos a la persecución".

Según el prelado, actualmente se necesitan testigos del Evangelio, "mártires de Jesucristo, para vivir y enseñar los mandamientos de la palabra de Dios, tanto en la familia como en la política, la economía, la educación y la transformación social". Nuestro compromiso, manifiesta, "es anunciar lo que es conforme al Reino de Dios, no halagar acríticamente a los dirigentes y a las multitudes, ni aplaudir sistemáticamente a las organizaciones, a los grupos y a las personas".

Expresa: "Aunque haya quienes pretendan despeñarnos y se extrañen de la palabra de Dios que aplicamos a las circunstancias actuales, hay que seguir anunciando las buenas nuevas de la verdad, de la vida, de la justicia, del amor, del perdón, de la reconciliación y de la paz".

Reitera que los fieles laicos, los padres de familia, los catequistas, las religiosas, los diáconos, sacerdotes y obispos, "debemos ser profetas y tomar como ejemplo al papa Juan Pablo II, quien predica a todos los grupos sociales, a todas las organizaciones e instancias, aunque algunos lo califiquen de conservador".

Los judíos, indica, se extrañaban de que Jesucristo hablara con sabiduría, pues lo conocían como el hijo del carpintero. "Lo mismo pasa con quienes tenemos la obligación de ser profetas en nombre del Señor Jesús, pues la mayoría procedemos de familias muy sencillas. Hemos de enfrentarnos a un mundo adverso y hay quienes se burlan de nosotros; nos ridiculizan y nos calumnian".

En este sentido, sostiene que "a algunos se les persigue y se les amenaza; se les inventan culpas que no tienen y los quisieran hacer desaparecer de la historia", pues "la predicación de la verdad siempre resulta molesta para quienes no están dispuestos a convertirse; pero nosotros tenemos una misión y no podemos callar".

Empero, dice que el carisma profético "se pone en duda y de nada aprovecha, cuando falta el amor", como "cuando alguien es excesivamente crítico, se empeña en demostrar que no se deja sorprender por nadie y que está muy enterado de los mecanismos que usa el sistema para legitimarse, pero es incapaz de amar, de comprender y de perdonar, no ha entendido lo que es el Evangelio (...) Si este amor se practicara en Chiapas y en México, no habría guerras, divisiones, violencia, asesinatos, injusticias, enfrentamientos".