DOMINGO Ť 28 Ť ENERO Ť 2001
 
Ť Numéricamente corresponde al 4698; su símbolo, la serpiente
 
Entre apretujones y pirotecnia se celebró el año nuevo chino
 
Ť La calle de Dolores fue tomada por leones, taoístas, vendedores de amuletos y un dragón
 
JAIME WHALEY
 
La larga espera bien valió la pena para los cientos que tuvieron la paciencia de aguardar, pues no fue sino hasta pasadas las siete de la noche cuando hizo su aparición la estrella del festejo, el alegórico dragón que fue vitoreado y ansiado por aquellos, taoístas o no, que se arremolinaron en la angosta callejuela de Dolores para celebrar el año 4698, el de la serpiente, en el zodiaco chino.
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Desde temprano, por ahí del mediodía, la gente comenzó a llegar a la histórica calle en su corto tramo, entre Independencia y Artículo 123, en donde se apiñan los comederos que le han dado fama a esa rua capitalina. Ya se fijaban los puestecillos con venta de artesanías empacadas en cajas procedentes de California, que lo mismo se instalaba en una esquina Li Ping Li, quien expendió amuletos, cuarzos y demás esoterismos y luego, ya entrada la noche, sahumó a las señoras para alejarles cualquier acechante mal. También leyó rostros y fueron incontables a los que les vio la cara.

En tanto se le juntaba la clientela, convocaba, acá en corto, a sus ayudantes, ''órale hijo, no dejes que se nos vengan encima'' y ya con los incautos casi sobre su puesto, clamaba ''amuletos fablicados pol mi''.

Turistas y citadinos fueron llegando para la celebración del rito anual. En tanto la disputa por una mesa en la media docena de restaurantes era ferrea, también se requería de la virtud de Job para sentarse a comer y ya con el apetito más que abierto parecía transcurrir otro año para ser atendido.

Aquellos que todavía tienen la costumbre de ir de compras al Centro se toparon este sábado con el espectáculo multicolor y acrobático de la feligresía oriental, los practicantes del wu shu con sus eléctricos movimientos que resultan harto arriesgados cuando manejan el látigo de nueve segmentos metálicos que en la punta llevan un dardo.

El público disfrutó y festejó sin importar apretujones. Ya compraban medallas para atraer el amor, alejar la envidia y allegarse buena suerte, que se paraba a mirar las gimnásticas evoluciones de los que manejan a los coloridos leones, los más chicos del sur y los más grandes del norte.

Ya con el dragón en pleno baile, la pirotecnia china se hizo presente y una blanca cascada iluminó profusamente la calle que dejó ver en una manta, signo de los tiempos en contraste con esta milenaria celebración: kungfu.com.mx

 
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