DOMINGO 28 DE ENERO DE
2001
Entrevista con Alfredo López Austin
La lucha indígena, signo de modernidad
Los cuestionamientos al viaje de
la delegación zapatista ("no hablaremos con encapuchados")
revelan, para el antropólogo López Austin, "una actitud
totalmente racista".
En las posturas de algunos legisladores y de
funcionarios del gobierno foxista, el entrevistado encuentra
también un desconocimiento de "la pluralidad de valores" en
México.
Jesús Ramírez Cuevas
La lucha actual de los pueblos indígenas es una muestra de modernidad, "quieren integrarse con pleno derecho como pueblos al Estado mexicano". Han vivido en una condición inferior y desean acabar con el régimen colonial que les ha negado su desarrollo.
La aprobación por el Congreso de la iniciativa de ley de la Cocopa sobre derechos indígenas "es una condición sine qua non para iniciar un proceso democrático amplio en México".
Estas son algunas afirmaciones del antropólogo Alfredo López Austin, investigador y profesor de la UNAM.
Entrevistado por Masiosare, el autor del libro Cuerpo humano e ideología. Concepciones de los antiguos nahuas, señala que "se deben reconocer con urgencia los derechos indígenas, esta es una responsabilidad de toda la nación". "Hay que transformar México y pasar de un país de mentalidad colonial a uno de mentalidad moderna", reconociendo su diversidad, subraya.
Ante los cuestionamientos a la marcha de una delegación del EZLN, López Austin expresa:
"Cuando hablan de que están encapuchados, de que van a venir armados, cuando dicen que Marcos es mestizo y no puede hablar por los indios, es por una actitud totalmente racista. Los que dicen que los indios quieren dividir al país tienen poca claridad de ideas y una fidelidad a su partido y de protección a intereses de clase. Un conocimiento más a fondo del problema resolvería muchas de las actitudes que exhiben hoy los legisladores".
Los indígenas -afirma López Austin- "quieren un mundo moderno, democrático, que nos beneficie a todos".
A continuación, ofrecemos extractos de la entrevista con el autor de Los mitos del Tlacuache.
*La herencia colonial persiste
-ƑCuál es la dimensión histórica de la discusión sobre los derechos indígenas?
-México se ha venido formando desde el siglo XVI como un país colonial, en el que persiste una diferenciación cultural, social y económica muy marcada. Se ha impuesto brutalmente un solo punto de vista hegemónico a toda la población, sin respetar su diversidad. Para justificar esta acción, se dice erróneamente que existe una cultura hegemónica y que las demás culturas deberán alcanzar el estado pleno dentro de esa línea de desarrollo.
Esto ha tenido terribles resultados. No sólo se ha desconocido a una parte muy importante de la población, se ha cometido un genocidio. Además, se ha dejado a los pueblos indígenas en la absoluta miseria.
En México, entre 1519 y 1608, la población del centro del país descendió de 25 millones a un millón.
Hoy, en lugar de corregir esta situación absurda e inhumana, se quiere reafirmar ese régimen y dar por concluida la actividad de las culturas y de los indígenas como tales.
Para los indios la colonia no ha desaparecido, siguen viviendo en las mismas condiciones. Afortunadamente, han sido culturas tan fuertes que, pese a todas las adversidades, no han dejado de existir.
La presente manifestación de rebeldía es una muestra de modernidad. Después de haber vivido una situación absolutamente balcanizada como efecto del régimen colonial, los pueblos indígenas ahora quieren participar en la formación del Estado mexicano con pleno derecho como pueblos modernos.
Han pertenecido a la nación en una condición inferior y reclaman terminar con esto. El grito es claro: "Nunca más un México sin nosotros".
Como mexicanos hay que ser conscientes de la diversidad cultural y desarrollar los medios para que todas las culturas puedan alcanzar una expansión positiva. La única forma de unificar a la nación es reconocer la diferencia y respetarla.
*Los falsos mesías neoliberales
-Hay sectores que consideran inferiores a los indios...
-Es un problema de conocimiento de los elementos que integran la nación mexicana. Todos los grupos debemos interactuar y entendernos sin una visión colonial.
El asunto más grave es que los intentos de homogeneización forzada siguen y se han expresado ya en formas muy agresivas en el actual régimen. Un ejemplo de ello son las declaraciones del secretario de Agricultura, Javier Usabiaga.
El funcionario dijo que acabaría con los falsos redentores del campo pero se constituye en uno al decir "este es el modelo empresarial que vale y lo demás no importa".
Es absurdo, se les olvida que están gobernando un pueblo de diversidades, desconocen la pluralidad de valores en el país.
Por ejemplo, hay grandes esfuerzos de las comunidades junto con algunos científicos para explorar alternativas de cultivo que no destruyen el campo y generan ganancias. Pero viene el señor Usabiaga a decir: "Es más importante vender que sembrar".
No necesitamos falsos mesías que produzcan más daños.
Frente a los pueblos indígenas debemos actuar con respeto. Si están dispuestos a entrar a la modernidad, que sean ellos, con el conocimiento profundo de su situación, los que decidan.
Durante siglos se ha impuesto una sola visión que nos condujo al fracaso. Eso no es moderno. Modernidad es analizar, sin el fanatismo del neoliberalismo, ni ningún otro, cuál es la realidad de nuestro país. A partir de eso gobernar inteligentemente incluyendo, no imponiendo.
* * *
Tenemos que ampliar nuestra idea de cultura más allá de sus grandes manifestaciones artísticas. Cultura es algo mucho más profundo: es un conjunto de parámetros creados por la sociedad a través de milenios que determinan la visión y la acción de cada pueblo.
Así como el señor Usabiaga tiene todo el derecho de limitar sus valores a los del mercado, otras culturas estructuran sus vidas por otros caminos.
Para la versión neoliberal no importa la colectividad, sólo el hombre como individuo. En cambio para la mentalidad indígena, el individuo se entiende dentro del conjunto de relaciones que hacen que la vida de cada uno tenga un pleno sentido social. Ahí caben la pareja, la familia, el barrio, la comunidad, el pueblo -en el sentido de tradición cultural-, la nación y, en última instancia, el mundo.
Los indígenas conciben el derecho individual reforzado, mantenido y articulado con el derecho colectivo.
Son dos visiones: el acceso destructivo del medio en que vivimos, frente a una obligación moral de conservar el entorno para nuestros hijos y para nuestros nietos.
Si analizamos científicamente cómo se ha destruido el país, los bosques que se han perdido, las tierras convertidas en estériles, se demostrará que por el camino de obtener sólo la ganancia inmediata vamos a un suicidio colectivo.
Frente a esto, los pueblos del mundo, entre ellos los indígenas, dicen no, tenemos que ver el presente y el futuro con responsabilidad.
Los empresarios nos quieren vender la idea de que ellos son los exitosos. Eso no es cierto. No han sido capaces de responder a las necesidades del país. Por el contrario, nos han conducido a ser un país que se arrodilla ante otros que sí son exitosos.
El empresario ha fracasado a pesar de que México les ha dado todo, desde leyes laborales, bajos salarios y niveles de vida pobres. Y ahora nos vienen a hablar de que ellos tienen el camino correcto...
*La cuerda se rompe por lo más delgado
-Todos nos vemos perjudicados por la nueva situación mundial, pero esto se hace más claro en quienes sufren más los efectos. La cuerda se rompe por los más delgado.
En 1994 se expresó un sector de la sociedad, el indígena, muy consciente de lo que ocurre y de la necesidad de insertarse en un mundo de modernidad de una manera totalmente diferente a las formas anacrónicas que ha seguido el gobierno. Este sector ha despertado reacciones no sólo de apoyo y solidaridad, sino de unión en otros sectores que también se han visto afectados y en la necesidad de decir: sí queremos un mundo moderno distinto, democrático, que nos beneficie a todos.
-ƑQué opina de la iniciativa de la Cocopa?
-Ha sido una de las banderas de la lucha indígena. Sin su aprobación no hay ninguna esperanza de remediar su situación.
Creo que con la iniciativa y con la solución del conflicto en Chiapas apenas se empezará a resolver el problema. Pero si esto no se hace, las consecuencias pueden ser mucho más graves.