LUNES Ť 29 Ť ENERO Ť 2001
Ť Objetos fuera de contexto, incluidos en la exposición
La muestra Gabriel Orozco, producto de 10 años de labor
Ť Permanecerá en el Museo Tamayo hasta el 4 de febrero
NORMA AVILA JIMENEZ ESPECIAL PARA LA JORNADA
Al iniciar el recorrido de la exposición Gabriel Orozco -que se exhibe hasta el 4 de febrero en el Museo Rufino Tamayo- la atención es atrapada de manera inevitable por la gran pared amarilla con un sol de largos filamentos y ojos complacientes, que de inmediato se relaciona con la espuma y el futbol.
El espectador comienza a sumergirse en ese despliegue creativo, resultado de diez años de trabajo. El artista involucra la descontextualización de los objetos, la física cuántica y el espacio, la filosofía atomista y lo lúdico.
Ese sol alejado de la imagen del balón chocando con la red conduce al espectador a un desconcierto momentáneo: no está donde los manipuladores de la cultura de masas lo colocan.
Orozco lo ha trasladado a otro espacio-tiempo; por tanto, los símbolos con que se relaciona, se diluyen, y adquiere otra dimensión. No llega a provocar esa reacción de choque de las exposiciones dadaístas ni conduce a la asimilación fácil por ser un objeto visto en forma cotidiana.
El espectador se enfrenta al acto creativo ensimismado, como lo llama Rubert de Ventós, esto es, a la obra autónoma, plena por sí misma, sin significados.
La DS (1993), un automóvil Citroen alterado, pieza importante de la exposición, encierra un juego de espejos, y en su fotografía La extensión del reflejo (1992) aparecen los "espejos habitables, esperando, penetrables". Uno de ellos, acuático, alberga troncos y ramas de árboles.
En entrevista, el autor aseveró: "En cada cultura se da una noción de lo que es el Universo, y se representa en sus actividades, entre éstas, los deportes".
Ese planteamiento queda expuesto en su serie Atomistas, llamada así por la proyección del vacío cuántico -vacío lleno de átomos-, mediante círculos y figuras elípticas intercaladas entre las impre- siones por computadora de varios atletas.
El deporte y el juego son otros conceptos presentes en el arte de Orozco. Por ello invita al público a participar no sólo de manera intelectual. "Si deseas, puedes jugar", enfatizan dos letreros. Uno anuncia la mesa oval de billar o Carambola con péndulo (1996); otro, la Mesa de ping-pong con estanque (1998).
Los espectadores no dejan pasar la oportunidad de tomar el taco y golpear la bola de billar central que, suspendida del techo, cuelga como péndulo, casi rozando el paño de la mesa oval.
La palabra asepsia aparece en la mente por el sumo cuidado que tuvo Orozco en elegir las piezas a exhibir, así como su distribución en el museo, lo que dio por resultado un equilibrio entre sus creaciones -en algunos casos aparentemente tan sencillas y al mismo tiempo con un fuerte contenido estético como son sus Ventiladores toilet (1997-2000) o sus Dent de Lion (1998)- y el espacio.