MIERCOLES Ť 31 Ť ENERO Ť 2001
Emilio Pradilla Cobos
Nuevo aeropuerto metropolitano
Dado que en los próximos meses se tomará la decisión sobre la construcción del nuevo aeropuerto para la Zona Metropolitana del Valle de México, está abierto el debate sobre su localización entre las dos opciones estudiadas: Texcoco, en el estado de México, y Tizayuca, en Hidalgo. Como se trata de la estructura aeroportuaria que servirá en el futuro a la capital del país, a toda la zona metropolitana, la segunda mayor del mundo, y a la megalópolis en formación en el centro del país, la decisión debería tomarse con la participación de los gobiernos y los ciudadanos de toda la región-ciudad, y no sólo en función de los intereses de los gobiernos locales de los sitios alternativos y, menos aún, del juego de intereses de los grupos económicos focalizados en ellos.
Hasta ahora, este diario ha registrado las opiniones contrarias al emplazamiento aeroportuario en Texcoco, relativas a problemas geográficos, de suelo y ambientales.
Se ha dicho que la zona tiene una geografía proclive a la presencia de fuertes turbulencias; que el terreno arcilloso y gelatinoso del ex lago sufre un proceso acumulativo y grave de hundimiento por resecamiento; que se resquebraja por deshidratación, y que carece de la resistencia necesaria para soportar las cargas del tráfico aéreo.
Los ambientalistas arguyen que el aeropuerto rompería el frágil equilibrio ambiental de la zona, muy afectado por la urbanización pasada y presente, y echaría por tierra los esfuerzos actuales para la recuperación ambiental del ex vaso del lago de Texcoco.
Los expertos en hidráulica señalan que al ubicarse en uno de los cuadrantes (suroriente) más alejados de las fuentes de aprovisionamiento de agua potable (al norponiente) y cercano a las áreas más importantes de recarga del acuífero (suroriente), el aeropuerto en Texcoco y los desarrollos asociados a él implicarían un muy alto costo para el suministro del líquido y atraería la urbanización hacia la zona con más problemas de dotación actualmente, sobre o cerca de las zonas de recarga del acuífero.
En términos del desarrollo urbano de la metrópoli, que ha desbordado sus umbrales ambientales por las razones antes señaladas, y porque presiona el crecimiento hacia el oriente y el sur, la ubicación en Texcoco es totalmente inconveniente. En cambio, este razonamiento es favorable a su instalación en el arco norponiente a nororiente de la zona metropolitana, donde se ubica Tizayuca, que tiene menores problemas geológicos (no es suelo blando), no hay tanto riesgo de hundimiento, causaría menor impacto ambiental, está más cercano de las fuentes de agua potable y se ubica en la zona prevista por el vigente Programa de Ordenación de la Zona Metropolitana del Valle de México, como la más apta para el crecimiento físico metropolitano. El aeropuerto en Tizayuca serviría al ámbito regional de mayor perspectiva futura en términos del crecimiento económico de la región-ciudad, incluida Toluca y el norponiente del estado de México.
Pero no se trataría, como proponen algunos hidalguenses, de formar un gran desarrollo urbano con muchas viviendas, hoteles, comercios e industrias en torno al aeropuerto de Tizayuca, lo cual induciría la reproducción del fenómeno de cerco urbano que hizo obsoleto y peligroso al actual aeropuerto Benito Juárez.
La alternativa propuesta al crecimiento físico continuo son desarrollos urbanos discontinuos, autosuficientes y separados por reservas naturales y agrarias de protección ambiental. El desarrollo aeroportuario deberá reducirse a las actividades complementarias y a aquellas que se relacionan con el transporte aéreo y no afectan la funcionalidad del aeropuerto ni son afectadas por éste.
Otra razón de peso para que la decisión sea tomada por el gobierno federal, en conjunto con los gobiernos de los estados de México e Hidalgo, el Distrito Federal y, mejor aún, incluyendo a los de Puebla, Tlaxcala, Morelos y Querétaro --la región centro--, que serán impulsados o afectados por esta gran infraestructura, es que tendrán que responder a la creación de las obras de infraestructura vial y de transporte, dotación de agua y drenaje, evacuación de desechos y otros servicios necesarios, que en la cuenca del Valle de México adquieren carácter unitario, están interrelacionados y comparten los mismos soportes y recursos naturales escasos, como el agua.