MIERCOLES Ť 31 Ť ENERO Ť 2001
Ť En 10 años se duplicó la cifra de jubilados y pensionados; su déficit, de 11 mil mdp
En 2001, la crisis más grave en la historia del ISSSTE
Ť El gobierno prevé como única solución quintuplicar las cuotas de los trabajadores
ANGELES CRUZ
El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) --hasta 1960 se llamó Dirección de Pensiones Civiles y de Retiro-- vive hoy la más grave crisis de su historia. Este año su déficit ascenderá a 11 mil millones de pesos. En los últimos 10 años se duplicó el número de pensionados y jubilados --de 185 mil pasaron a 392 mil-- mientras que quienes los sostienen, los trabajadores en activo, apenas si aumentaron 16 por ciento.
Además, según información oficial, 338 mil empleados cumplen ya los requisitos para retirarse, lo que es una gran presión para las finanzas de por sí quebrantadas, ya
que desde 1990 presenta un creciente déficit anual.
Creada en 1925 para brindar seguridad social a los burócratas, esta institución está imposibilitada para atender las demandas económicas de los jubilados y registra una aguda deficiencia en los servicios médicos que presta, que incluso lleva a los pacientes a comprar los medicamentos por su cuenta, o a una espera de meses para acceder a una consulta en área de especialidades.
A decir del investigador Carlos López Angel, coordinador de asesores del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados, el subsidio federal no podrá continuar indefinidamente, pues el número de pensionados aumenta exponencialmente. En 1990 había 9 trabajadores activos por uno en retiro, para el 2000 esa relación se ubicó en 5 a uno.
Aunque la ley establece que el gobierno federal proporcione al instituto los recursos económicos necesarios para cumplir sus obligaciones, se impone en el corto plazo, dice, una decisión política entre el fin del esquema solidario y la adopción de un modelo similar al del IMSS con las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores), o la elevación de cuotas y el establecimiento de un programa de estímulos que evite el retiro temprano.
Y es que, según cifras oficiales, la mayoría de sus afiliados son trabajadores de la educación, en particular maestros, que se retiran en edades tempranas, menores a los 50 años, cuando aún tienen una larga vida productiva, lo cual es una carga para el instituto, toda vez que la esperanza de vida de la población es de 73 años en promedio; es decir, gozan de la pensión 23 años o más.
El ISSSTE prevé que en los próximos 10 años su situación financiera se agravará. Sus dos millones de trabajadores del sector público afiliados tienen en promedio 16.3 años de servicios y 43.7 años de edad, y de ellos 338 mil están en posibilidad de jubilarse. Incluso espera que el ritmo de pensiones y jubilaciones crezca a una tasa promedio anual de 7.5 por ciento en ese periodo.
Así, estima que en el 2005 contará con 551 mil 487 trabajadores en retiro y para el 2010 con 791 mil 731. En consecuencia, el déficit pasará de 11 mil millones en el 2001, a 17 mil 147.1 millones en el 2005, y a 27 mil 139 millones de pesos en el 2010.
En el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación, el gobierno federal planteó como única alternativa para resolver la crisis económica del ISSSTE aumentar cinco veces las cuotas de los trabajadores, que pasarían de 8 por ciento a 42 por ciento de sus sueldos. "De esa manera sería posible cubrir el pasivo correspondiente a las pensiones actuales y futuras", y enseguida admite que "esta medida no sería suficiente para cubrir los costos crecientes de la atención médica que presenta la evolución del perfil epidemiológico y la innovación tecnológica".
López Angel, uno de los pocos estudiosos de la situación del ISSSTE, explica que el régimen de seguridad social fue víctima de la política de desfinanciamiento en los ochenta. La inversión en gasto social registró una caída brutal debido a la crisis económica de 1982. Ligado a ello, empleo y salario se contrajeron. El IMSS vio reducido su padrón de afiliados, y en el ISSSTE se detuvo el curso ascendente del empleo público y también se contrajo el salario.
Un fenómeno adicional es el impacto de la inflación en los costos de insumos: material de construcción, medicamentos, material de curación, equipo médico.
Las instituciones empezaron a resentir los efectos del cambio demográfico y epidemiológico. De 364 mil derechohabientes en 1960, el ISSSTE pasó a 10 millones en el 2000, y se acentuaron las enfermedades propias del envejecimiento de la población: las crónico-degenerativas, más costosas y de larga duración.
Todo se combina, señala López Angel, hasta el punto en que el régimen financiero de las instituciones es casi insostenible. En 1992, junto con la entrada del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), se modificó el artículo 57 de la Ley del ISSSTE para terminar con las pensiones dinámicas.
Hasta entonces, los incrementos salariales que recibían los trabajadores en activo se extendían al mismo tiempo y en igual proporción a jubilados y pensionados. Con la reforma, las pensiones quedaron atadas al incremento de los salarios mínimos.
En 1995 se reformó la Ley del Seguro Social y se introdujo el sistema privado de pensiones. Según el especialista, el Poder Ejecutivo pudo promover en esa época la reforma en el ISSSTE, pero no lo hizo porque previó complicaciones políticas.
El desfinanciamiento del instituto repercute en el conjunto de su operación, lo que se refleja notablemente en la insatisfacción de derechohabientes por la deficiente atención médica que reciben: largas filas en las unidades de medicina familiar, esperas de semanas o meses para acceder a consultas de especialidad, hospitalización o cirugía.
Por otra parte, el presupuesto destinado al instituto en los últimos seis años apenas creció 15 por ciento en términos reales, lo que equivale a un promedio de 2 a 2.2 por ciento real en promedio cada año.