MIERCOLES Ť 31 Ť ENERO Ť 2001
PURASANGRE
Ť César Güemes
Barry Gifford:El asunto de Sinaloa
1. La necesidad de conjurar la violencia, relatándola, es en Barry Gifford la misma que le sucede, con algunas diferencias de edad y circunstancia, a James Ellroy. No hay en la bibliografía de Gifford texto que escape al peligro latente, la sangre derramada, la muerte convertida en común denominador. Así ha sido siempre, incluso en sus textos poéticos que recogiera, por ejemplo, en Bellos fantasmas (1968-1980). Fuera de ese ámbito, sus libros son como las cintas que basadas en ellos se han realizado: enrarecidas, oscuras, con malentendidos que devienen tragedia cotidiana.
2. EN SU NUEVO libro ya en castellano, El asunto de Sinaloa (España, Ediciones Destino, 240 pp.), recurre a sus obsesiones y las traslada a un territorio que conoce bien a fuerza de visitarlo y documentarse sobre él: la frontera de México-Estados Unidos. La trama sirve para mostrar las complicidades y consecuentes traiciones que se generan en el ámbito del narcotráfico. El enredo pasional entre Ava Varazo e Indio Desacato, un narcotraficante de primera línea, se complica ante la aparición del personaje llamado DelRay Mudo, con lo cual se genera un triángulo en cierto sentido similar al de El cartero siempre llama dos veces.
3. DE ESTE VOLUMEN ha dicho el cineasta estadunidense Oliver Stone que es ''un libro obsesivo, perturbador, brillante". Y lo es por la necesidad de Gifford de acercarse a personajes en situaciones límite, eludiendo sin recato alguno todo el resto de la vida que los ha puesto en ese sitio. Algo similar hizo que ocurriera en Wyoming (2000) y algo totalmente distinto es lo que plantea en Adventures in film noir, que apareció en el mercado estadunidense este enero: un recuento por su segunda inquietud luego de la literatura, el cine.
4. AHORA QUE la literatura del obsesivo Barry Gifford está a punto de cobrar un nuevo auge en nuestro país, es lamentable que sus libros escaseen en el mexicano domicilio. No se reimprime, no se importa, no existe casi en México. Y no hablemos de libros descontinuados malamente como La colonia del beisbol, Puerto trópico o La gente de mi madre, sino de textos apenas del 2000 como Mi último martini o los clásicos de Gente nocturna, Salvaje de corazón o la biografía de Jack Kerouac que realizara al alimón con Lawrence Lee. Hay autores de culto sin culto por ausencia de ejemplares, así las cosas.