MIERCOLES Ť 31 Ť ENERO Ť 2001

Ť El realizador de Underground tocará con The No Smoking Orchestra

Expectación en Moscú por recitales del cineasta Emir Kusturica

Ť En su música busca unir la energía de las trompetas del sur de Serbia con la melancolía de las melodías de Asia

Ť El eje de las tres presentaciones es el álbum Unza unza time

JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL

Moscú, 30 de enero. Gran expectación hay en esta capital por ver al afamado director de cine Emir Kusturica, de origen serbio-bosnio, quien este miércoles no asistirá al estreno en Rusia de ninguna de sus películas, sino pondrá su mejor esfuerzo, alternando guitarra y bajo, para que el público reciba la buena dosis de adrenalina que suele ofrecer, en cada presentación, el grupo llamado en su honor Emir Kusturica and The No Smoking Orchestra.

Emir KusturicaCon una filmografía ?en la que destaca Underground, con música de Igor Bregorié? que suma más premios internacionales que cintas, seis que han merecido 11 galardones (dos Palmas de Oro en Cannes, un León de Oro en Venecia y un Oso de Plata en Berlín, entre ellos), a tres años de cumplir los 50 Kusturica disfruta como un adolescente el dominio pleno de sus instrumentos preferidos frente a una multitud enardecida.

"Hacer cine me cuesta mucho trabajo. Tocar la guitarra o el bajo, en cambio, es mucho más fácil, no asumes ninguna responsabilidad, sólo eres un ejecutor que comparte la energía con el grupo y el público. Esto da una satisfacción incomparable", sostiene el realizador de Gata negra, gato blanco, uno de sus míticos filmes que será transmitido ?como postre de lujo? por uno de los canales de la televisión local un día después del concierto en Moscú.

Tendencia neoprimitivista

The No Smoking Orchestra, que se autoinscribe en una tendencia neoprimitivista y aspira a sacar lo máximo con los métodos más sencillos, explica Kusturica, está integrada por músicos que se pasaron toda su vida tocando lo que les gusta en reuniones, bodas, funerales y conciertos de jazz.

El resultado es inclasificable en cuanto a género y, más bien, puede hablarse de una explosiva mezcla de hard rock, folclor balcánico, jazz, techno y, su componente principal, la música gitana. Todo esto define la propuesta ecléctica de la banda desde que se fundó en Sarajevo a mediados de los ochenta.

El grupo se llamaba entonces Zabranjeno Pusenje (Prohibido Fumar) y se distinguió por incorporar a la letra de sus canciones el lenguaje marginal de la calle y no pocos elementos de parodia, lo que le costó a Kusturica que el ministro de Cultura yugoslavo en persona lo vetara como profesor de la escuela nacional de cine, en tiempos de Josip Broz Tito.

El propio Kusturica admite que la intriga política y la eterna provocación eran el sello de la banda. "Eramos personajes reales de un drama social real", argumenta y justifica los excesos de aquella época con el fenómeno que representó el grupo al revolucionar la escena musical en toda Yugoslavia.

Ajeno para los serbios y tampoco cercano para los bosnios, Kusturica se sigue considerando yugoslavo, pero el país que él tiene en mente desapareció hace más de 10 años, desgarrado por las guerras fraticidas.

Cuando estalló en 1992 el conflicto armado en Bosnia, Kusturica intentó rehacer su vida en Belgrado y nunca dejó de ser una figura controvertida, aclamado por unos y repudiado por otros.

En uno de sus desplantes, llegó a retar a uno de los líderes nacionalistas serbios a dirimir sus diferencias en un duelo, pero el aludido lo rechazó con una frase demoledora y, a la vez, todo un reconocimiento. "No quiero que me acusen de haber matado a un artista", dijo.

No hace mucho Kusturica fijó su residencia en Normandía, en el norte de Francia, y desde ahí busca en su música unir lo que se ha separado, al parecer para siempre: "la energía desbordada de las trompetas del sur de Serbia que confluyen admirablemente con la melancolía lenta de las melodías de Asia".

El eje de la presentación de Emir Kusturica and The No Smoking Orchestra, que se efectuará en la Sala de conciertos Rossía, ubicado en el hotel del mismo nombre a unos pasos de la Plaza Roja, serán los temas de Unza unza time, el álbum más reciente del grupo, puesto a la venta apenas el mes pasado.

Los organizadores del concierto, cuyos boletos van de los 600 (unos 20 dólares) a los 6 mil rublos (unos 200 dólares), esperan que se repita el reciente éxito que obtuvo el grupo en Alemania, cuando en Frankfurt se reunió un público curioso de ver cómo toca la guitarra y el bajo el famoso director de cine y, al cabo de unos minutos, era ya copartícipe del aquelarre en escena.

Por eso, después del concierto, tienen previstas dos presentaciones más en sendos centros nocturnos (El Piloto Chino Dzhao Da y el Zeppelin), en una suerte de maratón musical que acabará bien entrada la madrugada.