jueves ŤŤ febrero Ť 2001

Adolfo Sánchez Rebolledo

El EZLN, Fox y el diálogo

1) El presidente Vicente Fox puso en marcha un mecanismo que si no se tuerce puede llevarnos a la paz en Chiapas, pero si el diálogo fracasa antes de empezar, el desenlace de violencia y descomposición social, que potencialmente nos amenaza desde hace siete años, estará muy próximo. Que ocurra una cosa o la otra, sin embargo, no es asunto resuelto, pues depende de lo que hagan o dejen de hacer los principales protagonistas: el gobierno, los zapatistas y esa nebulosa llamada "sociedad civil".

2) La derecha política y empresarial no pierde el tiempo y por eso está presionando para que el diálogo prometido por el Presidente no se produzca. Los hechos no mienten: en horas se desató una venenosa campaña intolerante (y en el fondo clasista), que debe entenderse como un desafío y una advertencia al propio Fox, al que acusan de tibieza e ingenuidad para tratar con los rebeldes encapuchados. Por eso, a pesar de las dudas y titubeos del Presidente, es importante que sus iniciativas a favor de la distensión no caigan en una zona muerta, sometidas al jaloneo de los más intransigentes que se han opuesto a una salida negociada al largo conflicto en Chiapas.

3) Marcos ha dicho que vienen a la capital para expresar de viva voz los puntos de vista del zapatismo sobre la ley indígena, no a sentarse a la mesa con Vicente Fox para "firmar la paz", como interesadamente se ha dicho y se ha filtrado a la prensa. Es un matiz, quizá, pero en ese punto no debería darse ninguna confusión. El diálogo formal con el Ejecutivo (léase el comisionado u otro funcionario) se dará, según esta agenda, una vez que el gobierno satisfaga las tres "señales" requeridas por el EZLN, no antes. Pretender que el zapatismo viene para deponer las armas ante el Presidente de la República es, sencillamente, una fantasía ridícula o una trampa peligrosa sostenida por la ingenuidad o la mala fe. Todo el mundo sabe que el zapatismo no entregará sus armas a cambio de nada, y hasta ahora eso es lo que ha recibido del gobierno.

4) Por supuesto que no se necesita compartir la estrategia zapatista para comprender que el verdadero riesgo para las instituciones en esta coyuntura no estriba en el éxito que los zapatistas pudieran obtener en su marcha a México, sino, por el contrario, sería el fracaso de esta iniciativa política la que en verdad crearía un peligroso vacío en la búsqueda de la paz. Las fuerzas que hoy se oponen con diferentes razones al cumplimiento de las condiciones requeridas por el EZLN debían reconocer que el país no puede volver al empantanamiento donde se pudrieron todas las esperanzas de negociación pacífica, o admitir, en su defecto, que eso es justamente lo que desean. En este asunto tampoco se puede dar marcha atrás: o hay diálogo o viviremos una fase inimaginable de represión y desarreglo social en Chiapas.

5) El diputado García Cervantes puede opinar lo que se le antoje, pero lo cierto es que la iniciativa de la Cocopa que el presidente Fox envió al Congreso es, para todo fin práctico, una transcripción de los acuerdos de San Andrés, que, no se olvide, fueron suscritos por el gobierno de la República y los zapatistas encapuchados cuyas firmas, por cierto, aparecen al calce del documento. Aunque no fuera más que por esa causa, la pretensión de cancelar por decreto la legitimidad que el zapatismo tiene para exponer sus argumentos ante el Poder Legislativo, arguyendo el "anonimato" de sus representantes, es un ejercicio tan torpe que no consigue ocultar aquello que sin ambages han dicho las cúpulas empresariales y algún gobernador de la supuesta derecha civilizada, quien ya se atrevió a pedir la pena de muerte para los "traidores a la patria".

6) Los panistas que ahora se rompen las vestiduras en nombre del orden constitucional, omiten decir que la ley que protege a los zapatistas en Chiapas es esencialmente, como lo dice su nombre, una ley para el diálogo y la reconciliación, y de ninguna manera el instrumento legal para crear una indefinida reservación zapatista en la llamada "zona de conflicto". Si los diputados no entienden cuál es el sentido de la ley y sus alcances, entonces deberían explicarnos qué papel juega la Cocopa en todo esto.

7) Algunos quisieran que la paz se firmara sin más trámite en un rincón oscuro de la selva, mediante un acto ejemplar de rendición y mea culpa de los zapatistas. Pero eso no va a ocurrir y más vale que la clase política, la de ahora y la de antes, se ponga de una buena vez las pilas si quiere evitar los errores de apreciación que han estancado la resolución del problema. Si la sociedad en su inmensa mayoría no desea la solución militar que algunos acarician y propician, entonces debe asumir en serio todas las medidas que, eventualmente, sirvan para afianzar al EZLN en el empedrado camino que lo lleve a convertirse en una fuerza política, aunque ese final no les guste a los intolerantes que ahora se cobijan bajo la defensa del "estado de derecho".