ANGELES CRUZ
Casi 18 años han pasado desde que el sida llegó a México y empezó a trastornar la vida de miles de personas y familias. Ha habido avances desde que los enfermos morían sin remedio. Todo era desconocido, pero los médicos asumieron el reto y poco a poco se convirtieron en especialistas.
Para los infectados el camino ha sido difícil, lleno de carencias y violaciones a sus derechos humanos. Más aún para quienes están fuera de las instituciones de seguridad social, y por supuesto, viven en la pobreza.
El gobierno tuvo ante sí, tal vez uno de los mayores retos de salud pública de su historia, y tal como reconocen los especialistas, el ex secretario de Salud, Guillermo Soberón tuvo una gran visión política. En su gestión se creó por decreto presidencial el Consejo Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Conasida), facultado para encabezar los esfuerzos en contra de la epidemia, delinear y ejecutar las políticas nacionales.
El reto ahora es que el sida se considere una emergencia nacional, señala Patricia Uribe, directora general de lo que en adelante se llamará Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH/sida (Conasida, conservará las siglas) y lograr que todas las instituciones de salud se involucren realmente y con acciones concretas en la lucha contra la enfermedad.
Después de la norma para regular el uso de la sangre y prohibir su comercialización, vinieron diversas acciones que a la postre llevaron a un crecimiento más lento de la enfermedad, sin que aún logre detenerse. Sin embargo, apunta, en los países de Centroamérica, salvo Nicaragua, no se ha hecho prácticamente nada y sus tasas de prevalencia ya han rebasado a las de México.
En entrevista comenta que nuestro país participará en un proyecto internacional, en el que los casos de sida ya no serán el indicador del tamaño de la epidemia. Ahora se evaluarán los comportamientos de riesgo de la población, si se han modificado, si las personas tienen sexo seguro e incluso se cuantificará la incidencia de infecciones de transmisión sexual (ITS).
La funcionaria detalla lo que ha sido el trabajo del Conasida en estos años, principalmente a partir de 1997 cuando se puso en marcha el Programa de Fortalecimiento en materia de VIH/sida. Menciona que en cada estado se impulsó la instalación formal de las clínicas especializadas, el diseño de un programa estatal y la asignación de recursos económicos.
Asegura que en la actualidad, todas las entidades federativas cubren estos requisitos mínimos.
Los estados no son tomados en cuenta
Al respecto, Patricia Campos y Andrés Núñez, responsables de los Consejos Estatales de Control y Prevención del VIH/sida (Coesida) en Jalisco y Baja California, respectivamente, afirman que en todos estos años no han sido tomados en cuenta y los problemas locales los han enfrentado sin el apoyo del gobierno federal. El programa nacional, dicen, ha sido centralista.
En Baja California, por ejemplo, de gobierno panista, "no es posible promover el uso del condón abiertamente", comenta Núñez. En los hechos, el preservativo se distribuye, pero los obstáculos han sido múltiples.
Asegura que si tuvieran el respaldo del Conasida y en particular el de su directora general, sería más fácil el trabajo. Destaca que en Baja California, la epidemia tiene características muy particulares que no se parecen a lo que ocurre en otros lugares. Incluso, dice, el estado registra una de las más altas tasas de prevalencia de VIH/sida.
Núñez refiere además que el Programa Nacional para prevenir y controlar el VIH/sida no responde a las necesidades locales.
Por su lado, Patricia Campos, coordinadora del Coesida en Jalisco, opina que el programa nacional ha concentrado sus acciones en el Distrito Federal. La descentralización se ha concretado a la entrega de responsabilidades a los estados, pero sin acompañarlos y excluyéndolos del diseño de las políticas nacionales.
Considera fundamental que los Coesidas formen parte del Conasida. Los responsables de los programas en los estados son los únicos que conocen la problemática local y saben cómo enfrentarla. Eso jamás se resolverá desde lejos, apunta.
Al respecto, Patricia Uribe admite que, efectivamente, han faltado mecanismos para escuchar las voces de los estados y en particular a los titulares de los Coesidas o de los programas en cada entidad.
Sin embargo, explica que en un principio hubiera sido difícil porque no había ni la experiencia ni la capacitación sobre VIH/sida. La mayoría de los operadores no sabían de planeación estratégica. Ahora, dice, se fomentará su participación activa en el diseño de la política nacional, a través de una red de información y con el apoyo del equipo de cómputo que donará el gobierno de Japón. La suma de los estados es lo que va a hacer que logremos el éxito, concluye.
Periodista.