SABADO Ť 3 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť Fue instalada en una furgoneta; buscan contactar a bases de apoyo de zapatistas

Solitaria, la oficina del comisionado para la paz

HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO

Guadalupe Tepeyac, Chis., 2 de febrero. Entre dos cuarteles militares que ocupan el pueblo abandonado a sus fantasmas, la oficina del comisionado del gobierno para la paz en Chiapas se encuentra estacionada en un patio lateral del hospital del IMSS-Solidaridad, junto a los tanques de gas. Se trata de una furgoneta blanca de buen tamaño, de esas para llegarle a un trailer-park, y cuenta con un generador, por si se va la luz. Hoy permanece cerrada, el vehículo que la remolcó hasta aquí no está.

Menos de 20 metros la separan de la casa que fue sede del municipio autónomo San Pedro de Michoacán, de cuyos alambres y rejas cuelga mucha ropa puesta a secar que quién sabe de quién será. En las guarniciones vecinas permanecen recluidas las tropas, que no se dejan ver, pero ahí están. Se trata de una de las tres posiciones que faltan, de las siete en que el EZLN pidió el retiro del Ejército Mexicano como una de tres condiciones para iniciar el diálogo.

Esta es la posición que ahora regatea el comisionado gubernamental, a cambio de un encuentro, en tanto siguen también sin cumplirse las otras dos condiciones de los zapatistas (libertad de presos políticos y aprobación de la ley Cocopa).

Un día después de que el comisionado gubernamental, Luis H. Alvarez, llamó al EZLN a una reunión "discreta" y lo anunció a los cuatro vientos, su oficina in situ luce irremisiblemente sola.

La furgoneta, en medio de la nada, no resulta de chicha ni de limonada, en aburrido camping sobre el asfalto de la clínica-hospital donde no pasa nada. Bueno, justo es reconocer que ha servido como punto de partida para las expediciones de Luis H. Alvarez y Rodolfo Elizondo, haciéndole de agrimensores para corroborar al menos que el camino a La Realidad está en muy mal estado.

Que las puertas del curioso local sobre ruedas permanezcan cerradas no significa que la oficina no funcione. Sucede que sus operarios tratan de establecer contacto con bases de apoyo zapatistas y por más que insisten, no lo consiguen.

A los campesinos que alcanzan les dicen que allí les tienen un paquete. Están viendo a quién se lo entregan. Como la gente no se acerca a la furgoneta, salen a buscarla a los caminos y potreros cercanos. Incluso la corretean.

Elementos del desencuentro

Los indígenas de El Carmen, La Realidad y el propio Guadalupe Tepeyac en el exilio refieren que los presuntos empleados de la oficina los traen asoleados -presuntos en cuanto no se identifican como tales-, y que "mucho quieren saber" quienes, de las decenas de campesinos que transitan por los alrededores o acuden a los servicios del hospital, proceden de Guadalupe.

"A uno lo corrieron como 300 metros, nada más preguntándole 'de dónde vienes'. Dice el compa que aunque trataban de ser amables, él no aguantó la presión y se metió al monte", cuenta Juan, un tepeyaquero de paso hoy por La Realidad.

"Otras veces se ponen en un punto, ya muy pegado al anexo de El Carmen, por donde les han de haber dicho que bajamos los de Tepeyac. Se esconden allí, y luego les salen a los compas que van de milpa o a algún lugar, y dicen 'oye, tú eres de Guadalupe, Ƒverdad?' Lo que no les gusta a los compas es que insisten mucho, y que hay unos que parecen soldados", prosigue Juan, con risas de sorpresa.

"Al que les parece que es uno de nosotros, le insisten que tienen un paquete, que con quién podrían hablar. A los enfermos que van a consulta, los propios trabajadores del hospital les salen con su 'oye, Ƒno eres de Guadalupe?'"

Enseguida, Juan comenta que precisamente en el lugar del cual los expulsaron a ellos con la ocupación del 10 de febrero de 1995, están instalados los enviados de paz del gobierno.

"Allí donde se pusieron no va a llegar nadie de los pueblos, Ƒcómo piensan? Alguien les tiene dicho que por esa parte nos van a encontrar, a los que vivimos en el exilio, en el Nuevo Poblado. Creen que somos nosotros, por nuestros trabajos, los que ellos ven bajando las laderas, y nomás preocupan a los compas, aunque no sean de Tepeyac".

Como sea, y aprovechando que ya andan hasta acá, los enviados gubernamentales han ofrecido oficialmente al personal del hospital los apoyos materiales que soliciten. Se les ha de hacer lo natural: el pueblo es tierra de nadie, pero, Ƒqué no el hospital es del gobierno?