SABADO Ť 3 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť El traje que vestí mañana, libro que reúne su obra lírica

La forja del hierro inspira mi poesía, dice Bañuelos

Ť El está atravesado por el tiempo de todos, ha dicho Juan Gelman

Ť Uno respira de acuerdo con el sitio donde habita, señala el escritor

CESAR GÜEMES

Juan Bañuelos escribe como se forja el hierro, con timbres distintos, con registros diversos, con una respiración más propia de las tierras bajas y cercanas al mar que los apresuramientos propios del altiplano de la ciudad de México. De esta manera explica a sí mismo su poesía en un ejercicio de autorretrato ahora que da a conocer El traje que vestí mañana, obra reunida, que edita Plaza & Janés.

Del poeta, ha dicho Juan Gelman, que ''su voz se instala en la historia, pero no de cualquier manera: él oye, el habla de las cosas y está atravesado por el tiempo de todos. No sólo el de hoy".

La dialéctica, arma evolutiva

-¿Cómo se ve ante su trabajo reunido, como hijo de sus obras al estilo de Cervantes?

-El que menos idea tiene de lo que hay en una obra reunida es uno. De pronto me entra un poco de espanto al ver casi 600 páginas. La mera verdad, cuando lbanuelos_juano corriges y luego tienes ya el libro en tus manos, dices: ¿yo hice esto? Es una sorpresa justificable.

-El volumen abre con un texto suyo, en prosa, de 1960, ¿se reconoce?

-Sí, me veo lejano pero sí me veo ahí. Ese escrito aparece porque Arnaldo Orfila me sugirió hacerlo a partir de una intuición de editor. Me dijo entonces que en la poesía se estaba dando un cambio y que escribiera al respecto. Claro que yo no tenía una idea clara de lo que pasaba en toda la producción poética, pero decidí poner manos a la obra porque Orfila insistió en que todos los que entonces conformábamos el grupo de La Espiga Amotinada, pusiéramos por escrito lo que intentábamos hacer.

-Dice en diversos momentos del libro que el arma poética es la dialéctica. ¿Tantas son las semejanzas entre la poesía y, digamos, el ensayo?

-Sin dialéctica estamos perdidos. Gracias a ella hay un cambio en mi trabajo. Es decir, creo que mantiene constantes pero hay variantes en cuanto a cómo ir de lo biográfico a lo social, de la selva a la urbe, en fin, la dialéctica es un arma evolutiva. Ahora, aunque no tuve muchas intenciones de suprimir mi propio trabajo, sí albergué algunas dudas en cuanto a ciertos textos que finalmente aparecerían en esta obra reunida. Fue gracias a varios amigos muy conocedores que se quedó todo tal cual. Me explicaron que no tenía ningún derecho de modificar mi propia obra, tenía que ser respestuoso de sí mismo.

-¿No se corrigió, así fuera en el aspecto técnico?

-Bueno, salvo cuestiones de repetición de palabras o asuntos sintácticos que no se aprecian en la juventud y fue me parece que sano enmendar, todo el resto aparece tal cual. Ese también es parte del concepto del título: El traje que vestí mañana indica cómo me van a conocer los que vengan después. No me van a conocer tal como me veo ahora, sino como sea en el futuro, si es que me conocen. De ahí la idea de que estaba asustado: siempre he escrito, nunca he dejado el oficio y he llegado a creer que los poemas y los libros se defienden solos. No soy ni crítico ni teórico de la poesía.

-Aunque su formación es evidente.

-Sólo la lectura. Trato de mantenerme enterado de lo que pasa en literatura. Mi formación primera viene de Rosario Castellanos cuando ella llegó a Chiapas para trabajar con comunidades indígenas. Y luego me vine a la ciudad de México. Sin embargo mis lecturas no eran precisamente de autores mexicanos, porque Centroamérica inicia en mi estado natal. Así que a quien más leía era a Rubén Darío, al que leí mucho antes que a López Velarde. Recuerdo que me cayó una edición vieja, deshojada, de Saint John-Perse, que me vendió un sabio librero de viejo, don Daniel Benítez. La compré en cincuenta centavos. Cuando Rosario Castellanos me preguntó cuáles eran mis lecturas, le respondí que como en Chiapas todo el mundo se ponía seudónimos, yo estaba leyendo a un coterráneo chiapaneco llamado Saint John-Perse. Ya en el 59, cuando estudiaba en México, me habló Rosario para decirme que acababa de conocer a ''mi poeta" chiapaneco, era una edición de John-Perse publicada por Gallimard. Bueno, el caso es que todo eso me sirvió mucho, por eso sitúo al Saint John-Perse al lado de Claudel, a quien también me acerqué.

El sonido del hierro

-Las ideas políticas de la época iban por otro lado, sin embargo.

-Así es. Mis amigos marxistas me inquirían que leyera al ''reaccionario" de Claudel. En cierta medida yo también criticaba esa postura del poeta pero, por otro lado, consideré que el hombre trataba asuntos extraordinarios. Sobre todo me ayudaron viniendo de la selva, del trópico. Uno respira dependiendo del sitio donde habita. El ritmo y la respiración es más amplia en las personas que provenimos de lugares bajos o cercanos al mar. Es por eso, ahora lo puedo ver con nitidez, que me sentía muy bien con el verso largo tanto de John-Perse como de Claudel. Uno resiente esa costumbre cuando cambia la residencia a una ciudad como la de México porque es otra la respiración en el altiplano.

-Su trabajo tiene un ritmo variado. Le pido que busque en su biografía algún dato para redondear la afirmación.

-Si me pongo a hacer memoria, bien puede ser que los distintos timbres que hay en mi poesía son un reflejo de la manera en que mi padre trabajaba el hierro. El era mecánico con muy distintos conocimientos. Y entre otras labores en ocasiones tenía que trabajar el hierro. Yo estaba presente en esos momentos y recuerdo que mientras el metal estaba caliente y le daban el primer golpe, daba un cierto sonido que era completamente distinto al que producía cuando le propinaban el golpe final. De ahí me viene la variedad, más acá de John-Perse o de Claudel: del hierro que trabajaba mi padre.


Capítulo XI

Juan Bañuelos

en pantuflas

 y con la bata puesta

 tomo café

mientras afuera

 la catástrofe

 toma la calle.

entra la luz sin ruido

 se posa en una fruta

 y la esplende

sangrándole su espacio.

un clima de naranjas

 parte en gajos

 la sala.

y fluye el río del silencio

 en busca

 de inescrutables mares.

no sé qué preferir

 si el eclipse o la luz

si adherirme al espejo

 del río que corre

o reconocer al otro.

cuando salgo

 de mi mente

los muebles sólo

 escuchan

el fragor que producen

 las ramas de mi sombra.



Este poema es una primicia para nuestros lectores y se incluye en El traje que vestí mañana, libro del poeta chiapaneco editado por Plaza & Janés, que comenzará a circular la próxima semana