DOMINGO Ť 4 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Washington, generoso para despoblar países, busca incrementar su población, dicen
Acusan investigadoras a Estados Unidos de desatar una guerra demográfica contra Rusia
Ť Para detener la "catástrofe que se avecina", legisladores proponen prohibir el aborto
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL/I
Moscu, 3 de febrero. Por razones que nada tienen que ver con la connotación religiosa determinante en muchos países, un grupo de le-gisladores de la Duma promueve la iniciativa de prohibir el aborto que, durante ya casi 46 años, es legal en Rusia y se ha convertido en el principal método anticonceptivo para las mujeres.
Las estadísticas oficiales indican que el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, según la formulación vigente desde los tiempos soviéticos, se ejerce aquí de modo profuso: Rusia ocupa tal vez el primer lugar en el mundo por el número de abortos, con una cifra reconocida que ronda los 3 millones al año.
En realidad, nadie sabe a ciencia cierta el número real, dado que las estadísticas oficiales no incluyen parte considerable de los abortos practicados en clínicas particulares, que disminuyen sus registros como una ex-tendida forma de evasión fiscal. Se estima que la falta de una mínima cultura de planeación familiar propicia que de cada 10 embarazos sólo tres terminen en parto.
Los impulsores de la iniciativa consideran que la prohibición del aborto, salvo la interrupción artificial del embarazo por prescripción médica, que está fuera de discusión, es la única forma de impedir la "ca-tástrofe demográfica que se avecina".
Argumentan que hay regiones en que la mortalidad supera en dos y hasta tres veces la natalidad, tendencia que de mantenerse significaría un decrecimiento poblacional de 22 millones en los próximos 15 años.
Insisten en que, de no revertirse la tendencia, hacia mediados de siglo la población de Rusia no pasaría de 100 millones, y en 2075 el país tendría apenas entre 50 millones y 60 millones de habitantes.
Ese grupo de diputados, basándose en las conclusiones de algunos expertos que ha-blan de "genocidio planificado del pueblo ruso" por parte de Estados Unidos, a través del financiamiento de programas que detienen el crecimiento de la población, ubica el problema como de seguridad nacional.
La tesis del genocidio por influencia foránea es el eje del documento Guerra demográfica contra Rusia, presentado por Irina Medvedieva y Tatiana Shishova a fines del año pasado. Las investigadoras aseguran que "Estados Unidos, muy generoso a la hora de costear programas de planeación familiar en otros países, ha impuesto a casi todo el mundo una política de despoblación, al tiempo que adopta medidas para incrementar el número de sus habitantes".
Para 2050, alertan, Estados Unidos espera alcanzar un incremento poblacional sustancial del orden de los 75 millones de personas, con lo cual, hacia fines del siglo, tendría entre cuatro y cinco veces más habitantes que Rusia.
El gobierno de Rusia es consciente de la magnitud del problema, y cabe reconocer que el demográfico fue uno de los primeros desafíos que el presidente Vladimir Putin se propuso afrontar, pero no comparte la vi-sión de que el origen sea una encubierta guerra demográfica contra el país.
Los estudios realizados por las autoridades de salud pública concluyen que la pro-hibición del aborto, lejos de ser una solución, empeoraría las cosas al ofrecer como única alternativa el mercado clandestino de particulares, que seguirían haciendo los le-grados y, además, sin la debida formación médica y en condiciones antisanitarias.
Advierten: si ya de por sí es elevado el número de mujeres que mueren durante o como consecuencia de los llamados abortos no reglamentados --tercera causa de mortalidad de las rusas entre los 15 y los 40 años de edad--, sería todavía mayor.
Incluso ahora, y tan sólo en Moscú, hay cientos de clínicas especializadas en practicar abortos, la mayoría de las cuales no parece tener idea de lo que es la asepsia y deja mucho que desear frente a los hospitales públicos y contadas instituciones médicas privadas que reúnen requisitos mínimos en materia de personal y equipos.
La solución, para el gobierno ruso, no es prohibir, sino atacar las raíces del problema. En este sentido, se establecieron seis prioridades que, de una u otra forma, guardan relación con la necesidad de mejorar la planeación familiar.
Las prioridades de la política en la materia, reiteradas en el documento que Rusia presentó en la última sesión de la Asamblea General Naciones Unidas sobre población, son "mejorar la salud reproductiva, difundir un modo de vida sano, estimular una paternidad responsable, disminuir la mortalidad de la mujer en edad de procrear, brindar apoyo material a familias de escasos recursos y facilitar la adaptación de los refugiados (por guerras como la de Chechenia)".
Sin ello, reflexiona Valentina Matviyenko, viceprimera ministra a cargo de la política social, es impensable reducir el extendido fenómeno del aborto.
El deterioro del nivel de vida de la población, que en un alto porcentaje no tiene ac-ceso a un servicio médico de calidad, es uno de los factores que mayor impacto tiene en la situación demográfica.
Impresiona saber que entre los rusos en edad de procrear, jóvenes principalmente, hay 3 millones de enfermos de hepatitis, más de 3 millones de drogadictos, 2 millones y medio de tuberculosos, 2 millones de sifilíticos y 600 mil enfermos de sida.
Aplicar medidas prohibitivas, sostienen expertos que defienden la planeación familiar, encierra peligros que no se deben soslayar, como la posible aparición de toda una generación de niños concebidos por padres en estado de inconciencia, los alcohólicos, que ya de por sí inciden negativamente en la reproducción del genotipo ruso.