DOMINGO Ť 4 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Su abasto de agua es inestable: ambientalistas
En peligro de desaparecer, flora y fauna del delta del Colorado
Ť Falta de acuerdos entre México y EU, el mayor riesgo
MATILDE PEREZ U. ENVIADA
San Luis Rio Colorado, Son./ II y ultima. Rodeado por los verdes valles agrícolas de Mexicali y San Luis Río Colorado, y delimitado por las montañas Cucapá y Mesa de Sonora, el delta del río Colorado es el oasis del desierto de Sonora. Es la casa de 68 mil aves y otras 49 mil migratorias, sus aguas albergan al mamífero marino más pequeño del mundo: la vaquita, el pez cachorrito del desierto, y a otras especies de gran valor comercial como el camarón azul.
Ese refugio podría desaparecer por el insuficiente e inestable abasto de agua del río Colorado, producto del tratado binacional, así como por la salinidad y altos índices de selenio en los humedales del río Hardy y en la Ciénaga de Santa Clara. "La mayor amenaza a la salud del delta podría ser la falta de acuerdos formales entre México y Estados Unidos que reconozcan todos los elementos de valor ecológico que existen (en ese oasis) y provean el agua para mantenerlos", destacan los Defensores del Ambiente (Environmental Defense).
Para Carlos Valdés, director del Centro de Conservación para el Aprovechamiento de Recursos Naturales del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) campus Guaymas, "el reto es conjuntar la voluntad política y la cooperación para manejar el delta como un recurso trasnacional, más allá de las fronteras entre México y Estados Unidos".
En el siglo XIX, cuando el delta se abrió a la navegación, los comerciantes que viajaban en los buques de vapor desde Yuma, Arizona, hacia el Golfo de California o Mar de Cortés, admiraron los sauces, álamos, mezquites, palo verde y palo fierro y cientos de aves, también vieron de cerca a diversos grupos de cucupá o gente de río, y a los o'odham (pinacateros y areneros), descendientes directos de los yumanos. Su vida se desarrollaba alrededor de la flora y la fauna de la región. El comercio ribereño terminó cuando la línea del ferrocarril del Pacífico Sur llegó al río Colorado.
En abril de 1896, Charles Rookwood, Antony Heber y Allen Ferguson formaron la California Development Company para iniciar obras de riego en la cuenca baja del río Colorado y después vender los terrenos irrigados. El plan consideraba la conducción de las aguas dentro del territorio mexicano y la construcción de canales, pero la derivación del líquido requería de la autorización del gobierno de México.
El requerimiento fue vencido por la aportación de Guillermo Andrade de 40 mil 408 hectáreas de terreno por el que cruzaría el agua hacia el norte; a cambio recibió acciones de la compañía. Las autoridades mexicanas autorizaron que desde una compuerta del lado estadunidense, en la línea fronteriza, se condujera el agua al territorio mexicano y, en su mayor parte, hacia el Valle Imperial, en California. En junio de 1901 se abrió la compuerta de Pilot Knob que derivó las primeras aguas de riego; ese fue el inicio de la próspera agricultura en los valles de Estados Unidos y México.
Actualmente esa agricultura, únicamente en el Valle Imperial, California, produce más de mil millones de dólares en cultivos anuales, mientras que en los distritos de riego de Mexicali y San Luis Río Colorado es de 3 mil millones de dólares; la agricultura de riego en estos dos últimos es la industria más grande de la región y emplea a más de la mitad de la PEA en Sonora y Baja California.
El delta del río Colorado genera una importante actividad económica adicional a la agricultura de riego. Las comunidades de Golfo de Santa Clara, San Felipe y Puerto Peñasco -localizadas en la reserva de la biosfera del Alto Golfo de California- dependen cultural y económicamente de la pesca: los residentes del área cercana a la convergencia de los ríos Hardy y Colorado trabajan como guías de turistas para los visitantes de Mexicali y Estados Unidos que llegan a pescar, cazar, navegar por el río, entre otras actividades recreativas.
En las orillas del río Colorado, en territorio estadunidense, cerca de 4 mil indígenas -entre ellos los ahakhav, navaho, mojaves, hopee y chemuhevi- y 200 cucapá, en el lado mexicano, viven del agua de la cuenca. En Estados Unidos, los ahakhav destinaron mil 42 acres como un refugio natural en el que instalaron viveros para recuperar la flora regional y obtienen ingresos del ecoturismo. "Quisiéramos regresar el reloj para volver a tener todos los animales, vegetales y árboles que había hace años en el valle", dice Gary Hansen, encargado del manejo del agua de la reserva.
Autónomos y soberanos en el uso de los recursos naturales que están en su territorio, incluyendo su derecho al agua, los ahakhav y los chemuhevi buscan convencer al gobierno federal de que les permita vender agua a otros estados, fuera de la reserva. En 1998, los chemuhevi querían vender 5 millones de metros cúbicos a California, pero Arizona protestó y amenazó con demandarlos.
En México, algunos cucapá siguen pescando en el río Pescaderos y los pocos que recorrían varios kilómetros para ejercer su derecho de pesca en el Golfo de California dejaron de hacerlo; el año pasado, el gobierno les canceló los 18 permisos tribales para pesca de camarón y curvina. Otros se van a los campos agrícolas en busca de trabajo.
"Muy pocos se quedan aquí y ya ninguno realiza ceremonias tradicionales porque les da vergüenza", platica Inocencia Sánchez, luego de abrir las puertas del pequeño museo en el ejido El Mayor, en Baja California. Ahí, en ese minúsculo espacio y en minutos, se muestra el cambio de vida de este pueblo de agricultores, pescadores, cazadores de venado bura y berrendos. La armonía que mantuvieron por casi 2 mil años con el río Colorado se terminó con la construcción de las presas. Hoy, su cultura está en riesgo.
Tras el recorrido por las reservas naturales, lagunas y algunos tramos del río Colorado utilizados para la recreación en ciudades como Lake Havasu City, la visita a las presas más importantes para controlar dicho cauce en Estados Unidos y México, pláticas con grupos ambientalistas locales estadunidenses y un vistazo a la Ciénaga de Santa Clara, en la reserva de la biosfera del Alto Golfo y delta del Río Colorado, los organizadores del seminario "Manejo del Agua en el río Colorado. Navegando las aguas del Colorado" - Sonoran Institute, Pronatura Sonora y el Centro para la Conservación y Aprovechamiento de los Recursos Naturales del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, campus Guaymas (Cecarena- ITESM)- concluyen: los gobiernos de ambos países deben revisar los acuerdos y tratados de aguas para que el delta del río Colorado siga vivo.
También sugieren la acción conjunta de las organizaciones interesadas en el delta y no eliminan la posibilidad de que se definan mecanismos para fijar el precio del agua para usos ambientales e incluso el establecimiento de derechos ambientales sobre el agua y el compromiso de ambos gobiernos para desviar y almacenar agua con fines conservacionistas.