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México, D.F. domingo 4 de febrero de 2001
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Editorial
 
¿PARA DONDE HACERSE CON LA BANCA? 

SOL CORNISA 1 Si bien la economía mexicana ha registrado en los últimos cuatro años un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del orden de 5 por ciento anual, cifra que la ubica entre las 15 más vigorosas del mundo, la desigualdad social y la distribución del ingreso, en contraste, se ha venido agravando desde hace 20 años. Basta señalar el contraste entre crecimiento económico y poder adquisitivo, variable en la que México ocupa el lugar 76, con un ingreso anual promedio de menos de 4 mil dólares per cápita. En concreto: la riqueza, que es vasta, se concentra en unas cuantas manos, mientras millones se hunden en la pobreza. 

Como consecuencia de la crisis de diciembre de 1994, las tasas de interés se han mantenido en niveles tan altos que el promedio de créditos al sector privado como porcentaje del PIB es apenas la mitad del promedio latinoamericano. La gran mayoría de las pequeñas empresas mexicanas no tienen acceso al crédito, menos aún los particulares cuyo poder adquisitivo los excluye de toda oportunidad de crédito. 

En entrevista que publica hoy La Jornada, el presidente de la Asociación de Banqueros de México (ABM), Héctor Rangel Domene, subraya que las altas tasas de interés son el principal obstáculo para el financiamiento, y reconoce que la política monetaria "restrictiva" y la aplicación de los "cortos" anunciados recientemente por el Banco de México mantendrán la tendencia alcista en las tasas internas de interés. 

Cabe señalar que las ganancias bancarias, paradójica y lamentablemente, provienen de los altísimos intereses cobrados por crédito a la población. A pesar de la crisis financiera de 1995, que paralizó la inversión pública y privada, y volvieron impagables las deudas de millones de mexicanos, los bancos siguen ganando dinero a costa del cobro de intereses a los más afectados de toda crisis: los deudores. 

Todo parece indicar que las tasas de interés no van a bajar y, por consecuencia, el financiamiento para el desarrollo, que tantas expectativas ha generado en la micro y pequeña empresa, corre el riesgo de convertirse en un lastre para el proyecto económico de Fox, quien, desde su campaña, promovió la importancia de consolidar a la banca como un "pivote" del desarrollo económico. 

El reto gubernamental para llevar por buen camino una reforma integral del sector financiero es grande y el primer obstáculo ya lo encuentran en la continuidad de la política monetaria anunciada por el Banco de México. Para lograr que la banca sea promotora del desarrollo, el gobierno tendrá que replantear su posición ante las decisiones del banco central, abriendo el debate sobre la política monetaria en busca de consensos de beneficio común. 

Ante esto, la reforma al sector que el gobierno deberá presentar en próximas fechas, debe centrarse en garantizar los mecanismos para reactivar el crédito e incentivar el ahorro, facilitando el acceso al financiamiento, sobre todo, a los sectores que han sido excluidos del desarrollo. 

La política económica de los últimos tres gobiernos priístas se centró en los resultados macroeconómicos; favoreció sin ambages a un selecto sector de la población que concentra la mayor parte de la riqueza nacional, mientras el grueso de los mexicanos se bate en la supervivencia diaria, al grado que México es considerado hoy día uno de los países con mayor brecha entre ricos y pobres. 

El gobierno de Fox se ha comprometido a sentar las bases para resolver la grave situación económica que heredó. Es el momento, y la oportunidad, para mostrar que las políticas en materia económica ya no serán dictadas como decisiones inapelables, sino que contarán con el consenso social que la democracia exige. 

 

 

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